El tiempo pasó. No podía esperar más a verla. Cogí el coche. Fui hacia su casa. Toqué el timbre y tapé la minilla de la puerta. No abría. No estaba. Volví a coger el ramo, que recientemente había dejado en el suelo, unos segundos, y me volví a meter en el coche. Hasta el hospital.
- Buenos días... - le dije a una chica castaña, que había en la recepción. - ¿está Perrie?
- Espere su turno, por favor.
- Es urgente.
- Coja papel y espere su turno. – repitió con una sarcástica sonrisa que odié.
- Por favor...
Ella se levantó. Llevaba un escote muy abierto que mostraba parte de sus grandes... senos. Se agachó para coger una carpeta. Dios mío, Zayn, deja de mirar a esta... cualquiera. Ojeó algunos papeles.
- Si, sí que está. – sonrió. – pasillo D, puerta 32. – hizo una pausa – creo que ahora es su media hora libre. Quizás está en Starbucks. Siempre va allí a desayunar.Yo me di prisa. Pasillo A. B... C. Aquí. El D. Hasta abajo. Puerta... 28. 29. 31. Ajá. Ya está. Toqué a la puerta. Me escondí el ramo detrás de la espalda.
-Pase. – el corazón me hizo un salto al escuchar su voz.Abrí la puerta. La cerré rápidamente, detrás de mí.
- Hola. – me quedé ahí parado. Sin saber muy bien que decir.
- Buenos días. – volvió a bajar la mirada - ¿Qué quieres, Zayn?Arregló los papeles de encima la mesa, como un poco desinteresada en mí. Pero sabía que eso lo hacía para disimular.
-A ti... - suspiré y me senté en una de las sillas, frente a ella. – te quiero a ti.
Ella me miró y entrelazo los dedos de las dos manos. Luego se rió.-Te equivocas. – luego miró hacia otro lado y se rascó la cabeza, por la parte de atrás, como intentando buscar una excusa para algo. – Si solo por una cardada te tienes que... poner así... mejor dejémoslo ¿vale?
-No fue solo una cardada, y tú mejor que nadie lo sabes. – abajé la mirada – no hay solo sexo entre nosotros.
-Zayn. – me miró directamente a los ojos. No podía sostenerle la mirada. – olvida lo que pasó entre nosotros. Fue un error. Yo no siento nada por ti. – eso es lo peor que me podía decir. Sentí como el corazón se me encogía de mala manera.
-No... no es cierto.
-Si, si lo es. – parecía que los ojos le brillaban por las lágrimas – Olvídalo. Olvídalo todo.
Yo me levanté. Le dejé el ramo de rosas, rojas, como aquella pasión que sentía por ella.
-Si eso es lo que quieres... me iré. – me giré. – Siento haberte molestado. – Abrí la puerta y salí. Cuanto antes me fuera, mejor. Y ahora ¿ahora por qué lloraba? Pocas veces había llorado en mi vida... y tenía que ser ¿ahora?*Narración externa*
Perrie miró el ramo de rosas. Perpleja. Algo blanco entre todo aquel rojo destacaba. Cogió la pequeña carta y la abrió. 'siento lo del otro día... perdóname por haberme marchado de aquel modo... cuando tendría que haber estado a tu lado... ¿sabes? En esos momentos me hiciste el hombre más feliz, sobre la faz de la tierra. Simplemente, porque te quedaste con mi virginidad. Te quiero Perrie. Aunque no lo creas, te quiero.'
Y se quedó así. Sosteniendo la carta. Con las manos temblorosas. Incrédula de eso que acababa de leer. ¿Era virgen? Dios santo... Y ella sintió dolor. Dolor de amor. Mientras las lágrimas le resbalaban por las mejillas. Arrepintiéndose de haber echado a Zayn de esa manera. Poniéndole la excusa más absurda de su vida. Mintiéndole.Salí, finalmente del hospital. Triste, más que nunca. 'yo no siento nada por ti', dice. Dios mío... Había sido un imbécil...
~Perrie salió a paso acelerado de su pequeña clínica. Los tacones altos de un color rosado, a conjunto de la blusa, tocaban fuerte sobre las lisas baldosas del suelo. Se quitó rápidamente la bata y la tiró encima de una mesa blanca.
-Señorita Perrie, ¿le digo al jefe que se ha tomado la tarde libre? – sonrío la chica rubia de recepción – no te preocupes, no le diré nada. Estás enferma, en tu casa.
Ella asintió.
-Gracias Annie.
Intentó sonreír. Pero las mejillas sonrojadas y los ojos acuosos la delataban del todo.
~Sentí como alguien me abrazaba, fuerte, por detrás. Vi esas finas manos, delante, rodeándome el abdomen. Apretó fuertemente, contra mi cuerpo. Deseaba que ese instante no pasara nunca.
-Lo siento, mi amor... lo siento de veras... - por su voz ahogada, me di cuenta de que lloraba.Es que ¿realmente, yo había significado tanto para ella en tan solo un par de semanas?
Me giré lentamente. Ella me soltó, pero yo le cogí los brazos y los volví a colocar, de manera que volvían a rodear mi cintura.
-No lo sientas... - le alcé el rostro, cogiéndola de la barbilla, suavemente. – solo bésame.Me incliné. Ella cerró los ojos. Sentí sus labios pulsar contra los míos. Abrió la boca. Yo le metí la lengua. Y la recorrí toda. Sabía a café. Ya había desayunado, entonces. La apreté contra mi cuerpo. Dios mío, que bien sentía. La quería toda para mí solo. Mía, solo mía. Sentí sus manos alrededor de mi pelo. Jugueteaban con él.
-Así que... - entrelazó los dedos de su mano con los de la mía. – eras... virgen.
-Si... - dije algo avergonzado – pero no creas que me han faltado oportunidades es que... - me quité el anillo y se lo enseñé. – hice una promesa.
- Oh no... - abrió la boca - ¿tenías un anillo de castidad? ¿Por qué no me lo dijiste?
-No lo sé... - agaché la cabeza. – Quizás porque me avergonzaba... aún... no sé. O quizás porque tenía unas ganas tremendas de perderla contigo.
Ella se sonrojó.-Pero no es justo...
- ¿El que, mi vida? – me miró.
- Me llamaste...- Mi vida.
- Oh...
- Dime el que no es justo...
- Que no te preparé una primera vez como te la mereces.Yo me puse frente a ella. La miré a los ojos, cogiéndole de la cara. Besé su frente. Ella cerró los ojos.
-Fue la mejor primera vez que un hombre pueda haber experimentado. – me separé un poco. – principalmente porque lo hice con la mujer a la que quiero.
Ella sonrió y volvió a entrelazar los dedos de su mano.
- Para nada parecía tu primera vez.
- ¿Me estás diciendo que soy bueno?
- Mmm... no lo recuerdo... - puso cara interrogativa. – qué tal si... - encendió su coche, desde una
distancia, con las llaves inalámbricas. Las luces parpadearon. – qué tal si vienes a mi casa... y me refrescas la memoria... - me besó de nuevo. – y así te preparo una primera vez como lo hubiera deseado.
-Oh... - suspiré. El simple hecho de imaginar que volveríamos a hacer el amor, y podía ser ahora
mismo, me excitaba. Y mucho. - ¿No... no tienes que trabajar?
- Siempre trabajo hasta tarde, no pasará nada porque me tome una tarde libre. Además, William, siempre me lo está recalcando.
- ¿Quién es William? – me puse celoso.
- Mi jefe, tonto... - se rió – siempre me dice que debería trabajar menos y disfrutar más de la vida. Y de verdad que contigo lo hago de buen gusto.
Ahora fui yo quien me sonrojé.
- ¿Y tu novio?
- ¿Novio?
- Adam.
- No es mi novio. Ya no. – agachó la cabeza. Luego se rió. – no te preocupes, no vendrá más. He cambiado el cerrojo de las puertas de mi casa. Ya no le sirven las llaves que tiene.
- Vale – sonreí. - ¿Los moratones te los hizo él?
-Si...
-Lo siento...
-No lo sientas. – entramos en su coche. Aquel porsche. – Lo pasado, pasado es.
-Tienes razón.
- Y ahora estoy contigo... - me miró y me sonrió – y me siento mejor.
Arrancó y nos dirigimos hacia su casa. En busca de más besos. De más caricias. De placer. Pero sobre todo de algo esencial que acababa de aparecer entre nosotros. De amor.

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Mi Doctora (Adap. Zerrie)
FanfictionDefinitivamente se había obsesionado. A Zayn Malik nunca le había pasado esto. ¿Enamorarse de su propia doctora? ¿Pero cómo?