Prólogo

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28 de febrero

Me miraba con sus pequeños ojos cafés, llorosos y llenos de miedo pero con brillo peculiar en ellos, algo que llamo mí atención, debajo de todo ese terror había determinación. Su diminuto cuerpo temblaba como una hoja en el viento mientras que su respiración se aceleraba, se veía frágil tanto que parecía que si la tocaba se rompería en mil pedazos; su pijama rosa con ositos estaba salpicado de sangre, su cabello rizado y negro le llegaba por debajo del hombro; me apuntaba con un revolver calibre 38 largo, en el cual ya no quedaba balas y que temblaba a la par de su cuerpo.

Me acerque despacio, esta retrocedió rápidamente tropezando con la alfombra y cayendo de espaldas, el revolver se soltó de sus manos alejándose de ella, esto provoco que se agitara más de lo que ya estaba. Volví a dar un paso y ella volvió a retroceder pero la bloqueó la pared de la habitación; trate de aproximarme lentamente para que no saliera corriendo y cuando llegue le extendí mi mano derecha, mala decisión, justo esa mano estaba manchada de sangre hasta casi llegar al codo, maldecí por dentro; la niña se pegó más a la pared:

_ No te asustes no quiero lastimarte- le dije tratando de calmarla, no podía creer que había dicho una frase tan trillada, entonces le dedique la mejor de mis sonrisas para que confiara en mí, esto no arreglo mucho la situación pero logro que ella comenzara a respirar más despacio- toma mi mano y déjame ayudarte a parar

La pequeña niña pasó sus ojos por mi mano y por mí un par de veces, aun se veía desconfiada y asustada. “Maldición solo la estoy asustando más” pensé. Pero entonces vi como tímidamente levantaba uno de sus brazos, sabía que estaba dudando pero ¿quién no lo haría en una situación como la suya? Espere y espere. No quería apresurarla. Finalmente su mano se colocó sobre la mía. Pude sentir el calor que emitía su pequeña mano, aun temblaba. Cerré mi mano con suavidad esperando que no reaccionara. La levante despacio y cuando estuvo parada la solté.

En ningún momento había apartado su vista de mí hasta que estuvo parada, giro su cabeza y clavo la vista en un punto, comenzó a llorar desconsoladamente. Me di cuenta de inmediato, había visto los cadáveres de sus padres rodeados con una gran mancha de sangre y al lado de estos se encontraba el cadáver de una mujer joven con un agujero en el pecho que la atravesaba de lado a lado y seis marcas de balas en todo su cuerpo. Me moví para taparle la visual aunque sabía que ya era tarde, había visto lo peor. Me arrodille para quedar a su misma altura, con mis manos tome su rostro y limpie sus lágrimas.

_ Mírame- le dije, obedeció- ¿cuál es tu nombre?-Pude oír un susurro entre llantos que decía “Darla”- Darla salvaste mi vida y te lo debo, no puedo devolverte a tus padres pero hare otra cosa, a partir de ahora yo te protegeré y te cuidaré, puedes confiar en mi- me acerque y cerré el trato dándole un beso sus rosados labios. Luego me levante- cuando me necesites solo di mi nombre- le dije dirigiéndole una última sonrisa, me gire en dirección de a la puerta y antes de salir dije- me llamo Dante.

                                                                              I

Desde la muerte de mis padres, me despierto con el mismo sueño: me encuentro en una habitación completamente oscura y fría, estoy sentada en el suelo, abrazada a mis piernas y llorando. Tengo mucho miedo, me siento tan sola. Alzo mi vista, algo se mueve en la oscuridad y noto que se acerca a mí. Es un hombre alto, de cabellos tan negros como la habitación, lleva puesto un traje negro con camisa blanca, pantalones y zapatos del mismo color. No puedo distinguir su rostro pero a medida de que se acerca, comienzo a ver como el traje lleva un color carmesí, es sangre. Se detiene a pocos pasos de mí, lentamente levanto mi cabeza para ver su rostro. La oscuridad tapa la mayor parte su cara pero veo resaltar unos ojos rojos, aún más rojos que la sangre de su ropa, su mirada es penetrante, tranquila y seria. Siento un escalofrío recorrer mi cuerpo pero no siento miedo, su mirada me calma. Me ofrece su mano derecha para que pueda levantarme, en mi interior hay una pelea, una parte me dice que salga huyendo de ahí porque no puede ser nada bueno mientras que la otra parte me dice que confié en él. Maldición su mirada me hechiza. Tomo su mano y escucho que el susurra algo, no puedo oírlo pero veo que esboza una sonrisa. Una muy encantadora sonrisa pero tiene algo más, ¿qué es?... Lo veo, se lo que es, es maldad.

Las Crónicas de una Bruja: El Grimorio de AmersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora