La pena de un Omega ante las injusticias sociales nunca será entendida, nunca habrá buena empatía por parte de los alfas. Por eso él deseaba castigarlo, humillar su ego egoísta y reducirlo a nada más que un montón de ignorancia. Conocer sus motivos era casi tan importante como luchar por ellos, como respirar ante la asfixia y vivir por cada palabra.
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Izuku sabía que lo estaba molestando, que cada gesto y palabra que usaba para comunicarse efectuaba que su ego se viera reducido a un silencio que no quería controlar, pero que debía. Y no era el único que se sentía intimidado por su presencia en la agencia, todos tenían algo que decir pero se lo guardaban por debajo de sus lenguas extranjeras. En donde nada nunca iba a salir, quizás era porque nunca antes habían sido testigos de un Omega fuerte. Libre de sus cadenas biológicas y con una determinación tan fuerte que se sentirían recelosos de su voluntad. No lo sabía con certeza, tampoco se iba a tomar el tiempo de averiguarlo. Le gustaba sacarlos de quicio pero no poseía el tiempo necesario para hacerlo con detenimiento, con gusto. Tenía ocho meses a su disposición para averiguar qué estaba pasando y no estaba en sus planes determinar más tiempo en Japón. Era un país caluroso comparado con su natal Rusia y la comida no era de su agrado, muy picante, aunque el sake era aceptable. Por no decir que no había nada mejor que un buen licor transparente raspando su garganta.
Sin embargo, si podía hacer una lista de las personas que medianamente le agradaban. Eijirou era el más agradable del grupo. Era lindo y su mente no parecía ser muy resistente a sus encantos; se sonrojaba por casi todo lo que hacía. Casi hasta el punto de pedir disculpas por cosas mínimas, así que iba a tomarlo primero como informante. El problema era Katsuki, tenía siempre un ojo sobre su cuerpo y no era precisamente para admirarlo. No confiaba, quizá nunca lo había hecho con un Omega. Él definitivamente era el último de la lista. Shoto era más pasable, por no decir insípido. Su personalidad era casi aburrida y prefería guardar silencio antes que acotar algo. La mayoría del tiempo estaba bostezando y pensando en comida. Había leído parte de los problemas que poseía con su padre, y Endeavor era más el tipo de hombre que Izuku tendría como informante pero era casi imposible de conseguir. Su rectitud y la grave falta de emoción en su vida solamente lo hacía un torpe social, al igual que su hijo, y eso significaban problemas. Graves si no deseaba tener a dos hombres detrás de su puerta, buscando respuesta de su frialdad ante el sexo de amantes ocasionales.
Hasta el momento, el único que estaba en un punto muerto era Shinso. No hablaba mucho pero lo que decía era justamente lo que deseaba escuchar, y era algo que agradecía para limitar su tiempo. Por eso le pidió que lo llevará hasta la escena del último crimen registrado. Su evidente neutralidad le servía para estar más alerta que pensando en usarlo como referencia de información. Hacía su trabajo y era eficiente, no hablaba a menos que fuera necesario y eso era precisamente lo que necesitaba en un hombre distante. Fueron caminando por la ciudad, él con su traje de héroe con tintes negros y púrpuras neón; y Izuku con un mono negro semi holgado, acompañado de un arnés en las caderas. Su rostro no estaba cubierto pero el mono poseía una capucha ajustable, una con la cual ocultaba su larga y frondosa trenza verde. El arma que portaba en su cadera estaba registrada bajo el uso del gobierno japonés, no lo dejaban usar sus armas personales. Al menos le habían respetado la licencia de matar proveniente de su país. De otra manera, sus manos no tendrían la aceptable cuota mensual de tiranos e idiotas.
—¿Nunca sonríes? Así que es verdad, los rusos realmente son unos fríos frente a las emociones—Shinso le trató de entablar conversación, no hubo contacto visual así que solamente se trataba de curiosidad, aunque quizás no del todo vacía.
—La risa es de los ignorantes—se limitó Izuku.
—Tampoco te gusta hablar... Aunque si te soy sincero, solamente tengo una pregunta que me gustaría que respondieras. ¿Por qué tu aroma de Omega es tan... de alfa?—Izuku había notado eso, los Omegas japoneses poseían aromas en extremo dulces. Izuku era diferente, él olía como la tierra húmeda después de la lluvia, petrico. Aunque cuando estaba enojado era como el humo del pasto seco quemándose. Asfixiante. Él nunca se preguntó el porqué, pero escuchó vagamente en el castillo donde vivió su infancia cosas increíbles sobre su padre. El grandioso Might, un ruso con aspecto americano que hubiera sido de gran ayuda durante la guerra fría. Un ruso que hacía de sus feromonas un gran incendio forestal, una habilidad que usó durante años para limitar el oxígeno de sus enemigos.
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Red Omega
FanfictionIzuku es un omega ruso nacido bajo el yugo de los Red Sparrow, una academia de agentes especiales. Es inteligente, audaz y superior a todos sus compañeros. Sin embargo, odia a todos los alfas por sentirse superiores a él, sabiendo perfectamente que...