Capítulo XIII:|Skyfall|"Escucha mi corazón estallar otra vez"

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Ellos robaron su inocencia, tomaron su pequeño corazón y lo hicieron miles de pedazos. Toda su vida usó una máscara perfecta, mostrándose ante todos como una persona imparable, pero... Él era uno de los pocos que podía ver a través de esa fina línea. Dónde los mundos colisionaban entre sí hasta acabar con su voluntad. 

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Las calles de Japón no eran el panorama favorito de Lilia, conocía los riesgos de estar ahí, entre ojos prejuiciosos y rasgados. Sin embargo, solamente seguía las órdenes de los líderes gubernamentales de su país. Ese era su trabajo pero a pesar de rondar casi los cincuenta años, siempre que veía algo cruel con sus ojos limón, su estómago respondía con una sensación desagradable. La sangre siempre le recordaba esos primeros días, en donde Izuku poseía apenas semanas de vida y tenía la desagradable responsabilidad de ir en busca de sus mejores amigos. Los mejores Sparrows del castillo de San Petersburgo, una institución subterránea que albergaba años de historia en las paredes de ladrillo viejo. Algunas personas decían que por los pasadizos secretos la familia real había escapado antes de dejar los impostores y así engañar al mundo, otros decían que la magia negra se cernía en el color añoso, Lilia solamente comprendía que era un lugar horrible cuando sus dientes de leche cayeron antes de tiempo y tuvo que sostener una expresión seria hasta que crecieran los nuevos. Inko y Yagi también estaban en esa selección, una selección de jóvenes llena de sueños rotos y el temor constante de una guerra infructuosa entre Usa y Rusia. 

Pero...

Lilia lo notó a los quince años, cuando Inko poseía sus celos y tomaba ropa vieja de Yagi, y la guardaba en la almohada de su habitación para calmarse en solitario. Quiso advertirle que su comportamiento era inapropiado para alguien de su casta pero tuvo que cumplir su primera misión antes de tomar el valor suficiente. En esa misión hubiera deseado seducir a una persona, tomar información de una computadora hasta tomar la vida de un viejo alfa... Sin embargo, lo que tuvo que hacer fue mucho peor. La sangre infantil en sus manos era cálida, pero los gritos desesperados llenaron sus oídos con agonía. Era un pequeño con una particularidad muy peligrosa, su propia existencia era una aberración. Y ella tuvo que acabarlo, las balas no atravesaban su piel y el filo del cuchillo no lograba penetrar. Tenía que hacerlo a golpes. Sola y en una habitación semi oscura. El recuerdo de esos ojos inocentes la hizo quedar muda por más de dos meses. Inko y Toshinori intentaron levantarle el ánimo pero Lilia entendió que no podía formar parte de ese mundo tan maravilloso que ambos habían formado con los años. Se convirtió en la mejor y antes de darse cuenta, cumplió los veinticuatro años. Con heridas frías, con la piel llena de sangre fantasma y su corazón quemándose por tantos gritos en la memoria. Era demasiado, pero los tenía a ellos. Toshinori e Inko siempre le hablaban, no acotaba nada en las conversaciones más ellos sabían que su silencio era su forma de decir gracias. Hasta que Inko quedó embarazada, y Lilia sintió que su corazón se rompía en mil pedazos. 

Conocía las consecuencias.

La vieja fotografía en sus manos se arrugó cuando Inko dió a luz un enorme bebé, varón y sano. El pequeño Izuku, un Omega por nacimiento que tenía los ojos tiranos sobre su piel suave. Después de eso, todo ocurrió tan rápido que no pudo asimilarlo y cuando su superior la llamo, era demasiado tarde para arrepentirse. Lilia cuando los cazo les entregó una ventaja de tiempo, ella también sabía que ellos habían fingido su muerte cuando cayeron del tren hasta un vacío blanco, los reportó como error de misión con posible resultado fatídico. La Sparrow simplemente quería olvidar todo... Hasta que le designaron a Izuku como su protegido y vio en él, en sus ojos un futuro fructuoso. Tenía que hacerlo la mejor arma, le pidieron que lo entrenara para terminar con el trabajo que ella nunca pudo acabar pero se encariño demasiado y como no hacerlo si era la viva imagen de ellos. Cada noche lo veía secretamente en su pequeña cama, llorando por haber fallado en algo. Lilia quería entregarle amor más era imposible, no podía enseñarle al pequeño gorrión las debilidades del corazón, no cuando ella misma lloraba noche tras noche por ellos. Por el amor de sus amigos. Los años pasaron e Izuku floreció superando la manchada sombra de sus traidores padres, nunca preguntó por ellos y realmente Lilia lo agradecía. No estaba lista para hablar sobre ellos, no de la forma que desearía hacerlo. Los años llegaron, se llevaron cosas y dejaron heridas abiertas.

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