Epílogo

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Después de tan funesta noche, el sol volvió a salir alegrando con ello a la campiña de sus amores.

En la villa que recién despertaba a los pies de la mansión las familias acudían presurosas al llamado de la iglesia y entre esas personas una niña, muy enferma y próxima a su muerte, se detuvo de pronto volviendo el rostro sobre la colina en la que los vitrales de la vieja casona abandonada desde siempre, resplandecían bajo la nítida luz matinal.

—¿A qué esperas Mary? ¡Vamos a llegar tarde al sermón! —le reprendieron.

—Algo se ve diferente en la casa de los fantasmas mamá, parece que hay otros nuevos…

—No digas tonterías y apresúrate.

Mary estaba dispuesta a obedecer, cuando de pronto una brisa suave sopló en su dirección llevándole una hoja de papel vieja, reseca, amarillenta y medio chamuscada por el fuego.

La niña miró a su madre cruzar la entrada de la iglesia y decidió recoger aquel trozo de papel sobre el cual lo único legible decía:

Soy lo que siempre debí ser… al final una criada silenciosa no es otra cosa que una esposa.”

Mary tosió guardando en su bolsillo la última entrada del verdadero diario de Josephine Parker sin imaginar los horrores que ocultaba.

El rito de Manot había logrado traer el alma de Lady Eleanor y en aquellos momentos en los que nada parecía haber cambiado dentro de las paredes de la antigua casa, Lord Anton pactaba un intercambio de almas con sus esposas. Los espíritus de Lyla y Thomas deambulaban dando tumbos envueltos en niebla, incapaces de reencontrarse, mientras que Annette, Alexander y Carl jugaban bajo las miradas atentas de Clarisse y Margaret.

Neptuno y sus Nereidas ya esperaban a otros dueños para darles la bienvenida, pues sabían lo que la antigua casona era en realidad...

Una hermosa ilusión por fuera y una prisión por dentro.

                           Fin.

La Criada Silenciosa. [Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora