XIII

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1

En el jardincillo de rosas Carl y Charlotte esperaban la señal de Alexander, después de tantas noches de planeación, vigilancia y escritura; esta noche por fin serían libres.

—¿Y si el tío Alexander no cumple la parte de su trato? —Preguntó Charlotte, a quien Alex no le daba muy buena impresión.

Carl lucía absorto en el papel que debía desarrollar a continuación; pues hasta ahora todo había salido de acuerdo al plan logrando enredar a los Anders, para que pensaran que había una escapatoria.

—El cumplirá. —Se limitó a responder.

—No lo sé… él parece bastante encaprichado con esa niña estúpida.

—Precisamente por eso, sé que cumplirá por lo menos en que ustedes queden libres —dijo llevándose una mano sobre la mejilla—. Yo soy otra historia porque fui un sacrificio…

—¿Entonces no nos acompañaras?

El niño meneó la cabeza un poco consternado.

—No puedo… los cinco sacrificios deben permanecer en esta casa.

—Carl, creo que estás yendo demasiado lejos. Una cosa es engañar a la vieja de la biblioteca escribiendo en tu diario de acuerdo a la situación; pero no puedes ser partícipe de esto.

—Ya está hecho. —Declaró dando por zanjado el asunto mientras miraba la fría luz de luna y desapareció dejando a su hermana sentada sobre la banca.

2
Lord Anton se desplazó lentamente sobre las flores del jardín; viendo directo a la puerta frontal; buscando alguna señal que delatase la apertura del umbral; más al no encontrarla, esperó de pie sobre la escalinata.

3
—Es mejor que sirvas la cena a Annette —recomendó Alexander a Margaret sin quitar su atención del techo de la habitación—, yo voy a hacerle una visita al hombre para apresurar las cosas… mi padre debe estar desesperado.

—¿Nuestro trato sigue en pie?

—Sí.

4
—Ya casi es hora Lyla ¿necesitas repasar el plan? —Buscó saber Carl.
Lyla levantó la cara del diario de Josephine Parker y negó con la cabeza.

—Tengo todo bien repasado y aprendido —Dijo la mujer—, solo necesito saber una cosa…

El fantasma del niño se encogió de hombros.

—¿Dónde están Thomas y Annette?

—A tu hijo lo despistamos buscando en la buhardilla, para que todo termine sin que se haya dado cuenta de nada —mintió— y la criada debe estar sirviendo la cena a tu nieta… no te preocupes, ellos ni siquiera sabrán que algo sucedió.

Lyla cerró el cuadernillo y caminó hasta el ventanal de espaldas a su escritorio.

5
Afuera el espectro encarnado de lord Anton la miró y de pronto se alzó hasta el segundo piso y quedó a la altura del cristal. Lyla Anders retrocedió espantada algunos pasos.

—No te preocupes por él —explicó el niño—, no logrará entrar por mucho que lo desee.

La figura barbada clavó sus ojos desvaídos en el rostro del niño y sonrió.

—Este no es el mismo hombre que vi una vez. —Declaró la mujer cerrando las pesadas cortinas.

—Lo que viste aquella noche no estaba encarnado.

—Parecía estarlo…

—Pero no lo estaba; era un eco de lo que había sido una vez. Esto que ves ahora es el cuerpo de mi tatarabuelo, es lo que se mueve y vive pero no respira, igual que la joven criada que despediste hace unos días.

La Criada Silenciosa. [Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora