18. Incomunicada.

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Jueves 12 de febrero.

"-Alba, quería darte las gracias otra vez por el detalle. Como me pediste, te informo de que ayer lo estrené."

Ese era el mensaje que le había mandado ayer a Alba, pero del cuál seguía sin obtener una respuesta. Ni siquiera me salía que hubiera recibido el mensaje y eso me extrañó. Esperé horas y horas, pero seguía sin recibirlo y me estaba empezando a preocupar. Después de darle muchas vueltas decidí llamar a María, simplemente quería asegurarme de que todo iba bien.

-Ey, Natalia.- Me extrañó que su voz sonara tan apagada tratándose de ella.

-Hola, María. Oye, ¿va todo bien con Alba?

-¿Por qué preguntas? ¿Te ha dicho algo?

-¿Eh? No. Te preguntaba porque ayer le mandé un mensaje y me ha extrañado que todavía no lo haya recibido.

-Ya... Bueno, verás. Iba a decírtelo...- Hizo un silencio y suspiró. -El martes por la tarde apareció Edgar, su novio, y... Bueno, se ha ido con él.- No sabía qué contestar, y después de unos segundos, al ver que no decía nada, volvió a hablar. -Me mandó un mensaje diciéndome que no vendría a dormir y no he vuelto a saber de ella, la he llamado pero me salta el buzón.

-¿Y no la has visto en clase? Vais juntas, ¿no? Me dijo que tenía exámenes.

-Ayer no vino a clase y no se ha presentado al examen de hoy...

-Joder... ¿Y no tienes el teléfono de él o algo? Aunque sea para saber que todo va bien, no sé. ¿Y si le ha pasado algo?- Me empecé a alterar.

-No te preocupes, Natalia... Suele parar el teléfono cuando va a su casa. No es la primera vez que lo hace. Estará bien.- Intentó tranquilizarme.

-¿Lo para? ¿Por qué? No lo entiendo.

-Ya se lo he dicho más de una vez, pero dice que el poco tiempo que pasan juntos quiere dedicárselo a él, no al teléfono. Que con silenciarlo sería suficiente, digo yo, pero bueno...

-Aun así no me quedo tranquila, María. Ahora me voy a currar, pero llámame si hay novedades, por favor.

-Claro, no te preocupes. En cuanto sepa algo te informo.

-Gracias. Nos vemos.- Contesté algo decaída, y ella lo notó.

-Natalia, no te comas más la cabeza, seguro que estará bien. Llevan meses haciendo lo mismo.

-Tienes razón, pero es que no puedo evitarlo. Esta situación me pone nerviosa. De todas formas avísame con lo que sea.

-Descuida. Estamos en contacto.

Colgué y me fui a preparar para ir a trabajar. Esta vez no había mentido, había vuelto con él.
Me intentaba convencer a mi misma de que estaría bien, María había dicho que siempre hacía eso, no tenía por qué ser diferente esta vez. Aunque la verdad es que la había notado bastante nerviosa por teléfono, por mucho que lo intentara disimular...

Intenté no darle más vueltas, mañana podría hablar con Alba en persona y ver cómo estaba. Bueno, eso si venía a la cena, porque después de desaparecer estos días no estaba segura de que fuera a hacerlo.

Siempre había empatizado mucho con la gente, pero con Alba era otro nivel.
Aún después de las palabras de María para intentar tranquilizarme, no pude dejar de darle vueltas en toda la tarde. A cada rato libre que tenía, entraba en WhatsApp para comprobar si había recibido el mensaje, pero todo seguía igual.

Intentaba calmarme a mi misma diciéndome que estaría bien, pero no dejaban de pasar por mi cabeza las imágenes de Alba llorando en el parque, sola en medio de la noche, o sin poder respirar sufriendo un ataque de ansiedad, o el día de la pesadilla, gritando y suplicando. Podría estar pasando algo parecido en esos momentos y eso me mataba de nervios y de impotencia.

EILANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora