51. Familias y familias.

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Sábado 17 de agosto. 2 meses después

-Te echo de menos.- Pude imaginármela haciendo un puchero, aún sin verle la cara, y no pude evitar sonreír como una tonta.

-Yo también, Albi.- Susurré después de comprobar que la puerta estuviera bien cerrada. -Ya queda poco.- Me tiré de espalda a la cama.

-¿Qué has hecho hoy?

-Hemos ido a comer a casa de mis tíos, y hemos pasado la tarde ahí con ellos y mis primos. Estaba deseando volver.- Resoplé cansada. -Ya sabes que no soy muy de comidas familiares.

-Bueno, Nat, vas a tu casa dos veces al año, tendrás que ver a tu familia.

-No, a ver, no es que me queje, pero me agobian un poquito esas comidas.- Me excusé. -Todo el mundo hace preguntas y me ponen nerviosita.

-Las comidas familiares me ponen nerviosita hasta a mí...- Sonreí.

-¿Tú qué tal con tu familia?

Habíamos decidido ir a pasar un par de semanas a nuestras respectivas casas, haciendo lo posible para hacer coincidir los días y así no estar separadas 1 mes entero. Pero aun así, esas 2 semanas sin verla se me estaban haciendo eternas.

-Genial, en un rato saldré a cenar con Marina y unos amigos. Así ya me despido de ellos, que el último día lo quiero pasar aquí en casa con la Rafi.

-Ay, que en dos días ya estaremos de nuevo en Barcelona.- Dije ilusionada.

-¿Te alegras de que acaben las vacaciones y tener que volver al trabajo y la rutina?- Rió divertida.

-¿Cómo no voy a querer si mi rutina eres tú?

-Nat...

-¿Qué?

-¿Cuándo nos hemos vuelto tan moñas?

-Ah, ¿pero que no lo hemos sido siempre?- Reí.

-Yo solo desde que te conozco.

-Te pongo blandita.- Me burlé.

-Y también me pones, a secas.- Susurró con picardía.

-Eso también lo sabía.- Me hice la interesante.

-Tú lo sabes todo, ¿no?

-Hmmm, no.- Murmuré, bajando aún más la voz. -No sé qué llevas puesto...

-¡Nat!- Soltó una carcajada que me erizó la piel. Su risa era de las cosas que más echaba de manos.

-Si pudiera elegir solo una cosa para oír el resto de mi vida, sería tu risa.

-Dios, definitivamente eres una moñas.- Dijo sin dejar de reír.

-Ay, deja de reírte de mí. Es que llevo muchos días sin verte.- Me quejé haciendo un puchero. -La próxima vez te vienes conmigo.

-¿Contigo?- Preguntó frenando su risa. Yo hice un sonido de afirmación. -¿A tu casa? Pero si tus padres no saben...

-Esta noche se lo voy a contar.- Confesé nerviosa. -Bueno, si no me da algo antes.

-Nat, ¿estás segura? Ya sabes que por mi no tienes que...

-Quiero hacerlo. Por mí. No quiero esconderme más, es mi vida y no me avergüenzo de lo que soy. Si quieren formar parte de ella tendrán que aceptarlo, y sino... pues seguiremos cómo hasta ahora, tampoco es que seamos una familia muy unida.

-Seguro que lo hacen, cariño. Ya verás. Son tus padres.

-Ojalá todas las familias fueran como la tuya...

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