52. Mousse de limón.

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-Dios, cuanto te había echado de menos.- La estrujé entre mis brazos cuando salió de la estación de Sants.

-Y yo, Nat...- Soltó la maleta y me apretó con fuerza contra ella. -¿Qué tal el viaje? ¿Se os ha hecho muy largo?- Subió la cabeza para mirarme.

-Bueno, me gusta más viajar en coche cuando voy contigo, pero qué se le va a hacer.- Me encogí de hombros, y ella se acercó a besarme con dulzura, derritiéndome al instante. -Hmmm, te había echado más de menos de lo que creía.- Reí sobre sus labios al separarnos, agarrando sus mejillas para volver a besarla. Ella colocó una mano en mi nuca, alargando todavía más el beso, impidiéndome alejarme ni un solo centímetro de sus labios.

-La próxima vez ya haremos el viaje juntas.- Susurró sobre mis labios cuando nos separamos, y yo asentí con una sonrisa. -Bueno, los viajes. Los dos.- Me advirtió, y yo asentí tragando con fuerza, esta vez no tan sonriente. -Pero todavía queda tiempo para eso, no te empieces a agobiar ya, que nos conocemos.- Rió, dejando un pico sobre mis labios antes de separarse.

Cogió la maleta con una mano, mientras con la otra entrelazó sus dedos con los mios empezando a andar hacia el coche. Había insistido en irla a buscar, ya que yo había llegado a Barcelona un par de horas antes que ella, y así no tenía que volver en metro cargada con las maletas. Y bueno, que me moría de verla, para qué nos vamos a engañar.

-¿Quieres que te venga a buscar luego y pasas la noche en casa?- Le propuse cuando aparqué el coche debajo de su casa.

-Hmmm...- Se llevó un dedo a los labios, haciendo ver que se lo estaba pensando.

-Quiero dormir contigo, y abrazarte y despertarte con besitos...- Hice un puchero. -Que mañana empiezo a trabajar ya...

-Me habías convencido con el primer "Quieres".- Sonreí y ella se acercó para besar mi sonrisa con cariño. -¿Sobre las 10? Así ceno con Afri y la Mari.

-10 está perfecto.- Me acerqué para besarla una última vez, antes de que se bajara del coche.

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-¡Buenos días, Marta!- La saludó la rubia, levantándose para darle un abrazo cuando la vio aparecer en la cocina a la mañana siguiente. -Anoche cuando llegué no te vi.

-Hombre, furby.- Le correspondió al abrazo, con una sonrisa. -Me dormí temprano ayer.

-¿Cómo que Furby? Creo que pasas demasiado tiempo con tu novia...- Se burló mientras dejaba los platos sobre la pica. -Se te están pegando las malas costumbres.

-Y tú con la tuya, que a tí se te está pegando hasta el acento de Pamplona, guapa.

-Touché. Me lo ha dicho hasta mi madre.- Rió, girándose a mirarme señalándome con el dedo. -Tú culpa.

-Ya estamos, todo es mi culpa.- Fingí indignación, cruzándome de brazos -¿Qué culpa tengo yo de que estés tan encoñada que se te pegue hasta el acento?

-¿Encoñada yo?- Se acercó a mi con chulería. -Encoñada tú. ¿O quieres que te recuerde nuestra conversación del otro día por teléfono?- Amenazó divertida, alzando las cejas.

-Encoñadas las dos. Y pesadas también.- Dió por finalizada la discusión la morena. -Me tenéis hasta el papo y acabáis de llegar. Con lo agustico que estaba yo.- Cogió su taza de café y se fue murmurando hacia la habitación.

-3 minutos hemos tardado. Esto es un récord.- Me levanté de la silla, alzando una mano para que la chocara.

-Cada vez aguanta menos.- Comentó divertida, respondiéndome al gesto, y agarrándome la mano después.

EILANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora