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DIEZ: Bill y Lucy

———

Agosto.

—Lucy—Karen Evans tocó la puerta de la habitación de su hija —, estas aquí...

Las palabras se quedaron suspendidas en el aire, su hija estaba revisando una foto, una foto que se suponía que nunca debería ver.

—¿Quién te dio éso?—preguntó bruscamente.

—Peter, pensó que me gustaría tenerlo...—al ver la cara de su madre añadió—: él no tiene la culpa, no lo regañes.

—No lo iba a hacer... ¿puedo?—preguntó, señalando el pie de la cama, Lucy asintió—. Quiero que sepas que no importa que yo no te haya llevado en mi vientre, para mí eras, eres y serás mi hija, hoy y siempre.

—Sí, lo sé... sólo me preguntaba, ¿Por qué mi madre me dejó? ¿No quiso que...?—dijo Lucy, pero fue interrumpida por su madre.

—Hija, es complicado... tu madre no quería hijos, y te dejó conmigo; no hay más explicaciones—dijo—. Tu padre, Peter y yo saldremos un momento a comprar algo, ¿quieres venir?

—No, yo me quedo aquí—contestó Lucy, mientras guardaba la foto.

—Está bien, no salgas de casa—dijo Karen, saliendo de la habitación.

Lucy se quedó rebuscando cosas en su baúl, tratando de entretenerse. Cuando giró su cabeza y vio el calendario, maldijo.

—¡Joder, Joder!—dijo, y corrió al baño—. ¡Mierda!, ¡mierda!, ¡mierda!

Había una mancha roja en su ropa interior.

—¡Noo! Mierda.

Después de hacer todo lo que tuvo que hacer, volvió a su habitación.

No pasó mucho tiempo después de eso, cuando sonó la puerta.

—Joder, ¿a quién se le ocurre llamar ahora?—preguntó furiosa, mientras bajaba la puerta—. A ver, hijo de pu...

Se quedó callada al ver a Bill ahí, con una rosa y un papel doblado en la mano.

—Ho-ho-hola—dijo el chico—, ¿i-interrumpo algo?

—¿Bill? No, no, no. Es que... no me dijiste que ibas a venir—contestó ella.

—B-bueno, ¿te acuerdas que -q-quedamos de salir los dos s- solos? P-pues me pareció que hoy era un b-buen día para ha-hacerlo—contestó Bill, mirando como Lucy se retorcía las manos.

—Sí, Bill verás...-Lucy tomó aire
—, llegó andrés.

—¿Andrés? ¿Q-q-quién es? ¿t-tu novio?—preguntó el chico, algo desilusionado.

—No, es... lo que les llega a las mujeres durante un tiempo cada mes...—Bill frunció el entrecejo—. Sangre que baja por la vagina...

—¿Te e-estás de-desangrado? ¿E-estás bien?—preguntó el chico asustado.

—No, es...—Bill frunció aún más el ceño, y Lucy explotó—: ¡LA MENSTRUACIÓN, BILL, LA MENSTRUACIÓN!

El chico dio un respingo al escuchar los gritos de su amiga.

[1] Funny ━ ItDonde viven las historias. Descúbrelo ahora