IX

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NUEVE: Separación.

———

Lucy y Bill dejaron sus bicicletas en el suelo, y se acercaron a aquella casa de aspecto tenebroso, Bill no paraba de murmurar cosas que Lucy no lograba escuchar.

—L-Lucy—la llamó Bill, antes de entrar en la casa—, si no q-quieres hacer esto, n-no te obligaré.

—Bill—dijo Lucy dulcemente—, juntos hasta el final, ¿recuerdas?

Los dos se sonrieron.

—¡Bill, no puedes entrar, es una locura!—el grito de Beverly hizo que ambos chicos dieran un respingo.

Ambos chicos se volvieron y vieron a todos sus amigos ahí.

—Esperen...—dijo Stanley.

—Les dije que no tenían que venir conmigo, pero ¿Qué pasará cuando otro Georgie desparezca? ¿u otra Betty? ¿o uno de nosotros? ¿van a fingir que no pasa nada como todos los demás en Derry? Porque... yo no—Lucy comprobó que Bill había dicho todo eso sin tartamudear—. Cuando vuelvo yo... sólo veo que Georgie no está ahí, y... su ropa, sus jueguetes, sus animales de peluche, pero... él no está... Así que entrar a ésta casa, para mí, es más fácil que ir a la mía

Bill se volvió, limpiándose con la manga de la camisa las pequeñas lágrimas que se le habían escapado.

—Wow—dijo Richie.

—¿Qué?—preguntó Beverly.

—No tartamudeó—contestó el de gafas.

Richie y Lucy se adelantaron quedando a la par de Bill.

—¡Esperen!—exclamó Stan—. ¿No creen que debería vigilar alguien?, en caso de que algo malo pase—añadió.

—¿Quién quiere quedarse afuera?—preguntó Bill, volviéndose hacia sus amigos.

Todos, excepto Lucy, alzaron la mano, la castaña se giró con el celo fruncido hacia sus amigos al comprobar que era la única que no tenía la mano levantada.

—Rayos—susurró Eddie.

Todos bajaron la mano.

Al final, se decidió que Mike, Stanely, Ben y Beverly se quedaran vigilando afuera.

—Espera—le dijo Bill a Lucy, antes de entrar—, será mejor que te quedes afuera.

—¿Perdón?—dijo la castaña, indiganda—. ¿Es porque soy una chica?

—No, no, no—se apresuró a decir Bill, y bajó más la voz—. Es que si te pasa algo...

—Me pasará y ya está, Bill. Tú no me protejerás toda la vida, sé cuidarme sola, ya deberías saberlo—contestó Lucy, algo molesta, mientras abría la puerta de aquella casa, que chirriaba.

Los cuatro entraron en la casa. Richie y Eddie comentaban cosas asqueados por el olor que percibían.

—Lo puedo oler—comentó Eddie con asco.

[1] Funny ━ ItDonde viven las historias. Descúbrelo ahora