XIV

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CATORCE: Adiós

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CATORCE: Adiós.

Epílogo.

———

La muerte no es más que un viaje, semejante al que realizan dos amigos al separarse para atravesar los mares. Como aún se necesitan, ellos siguen viviendo el uno en el otro y se aman en una realidad omnipresente. En dicho divino espejo se ven cara a cara, y su conversación fluye con pureza y libertad. Tal es el consuelo de los amigos: aunque se diga que han muerto, su amistad y su compañía no desaparecen, porque éstas son inmortales.

—WILLIAM PENN, More Fruits of Solitude.

10 de septiembre 1989.

—¡Lucy! ¿Estás lista, cariño?—preguntó Karen Evans, entrando en la habitación completamente vacía (exceptuando las tres grandes maletas que había en el suelo y el escritorio).

—Sí, ya bajo mamá—contestó Lucy, mientras intentaba cerrar la maleta subiéndose encima de ella.

—Está bien... te dejaré despedirte de... lo que sea que vayas a extrañar—dijo Karen, se asomó al umbral de la puerta del fondo del pasillo—. ¡Peter! ¿Cómo es que aún no has recogido la basura del armario?

—Ya voy mamá—dijo Peter cansadamente, pero cuando Karen se alejó soltó una risita burlona.

Lucy por fin logró cerrar su maleta, la levantó con mucho esfuerzo y la puso en un rincón de la pared, mientras admiraba su habitación compleamente vacía (quitando el escritorio). Lucy tuvo la sensación de que olvidaba algo, así que rebuscó en todos los cajones del escritorio, y vio que en el último cajón, en el fondo, estaba el dibujo que le había hecho Bill.

Lucy tomó la hoja y la examinó con cariño, y una lágrima resbaló desde su nariz y cayó justo en la firma del chico. Lo extrañaría, claro que lo extrañaría, y los primeros días sería insoportable estar sin él, pero lograría no sentirse así todos los días.

Sin darse cuenta, el papel estana siendo mojado por las lágrimas que caían del rostro de Lucy, y ésta se las limpió rápidamente.

La castaña pensó en la últimas palabras que le había dicho al chico: presiento que nos volveremos a encontrar, Billy Boy.

Y era cierto, algo dentro de ella lo decía, decía que se volverían a ver, quisieran o no; porque ella y sus amigos había  hecho un juramento, si eso volvía pasados los 27 años, ellos también lo harían, y Lucy tenía muy en claro una cosa: las promesas estaban para cumplirse.

[1] Funny ━ ItDonde viven las historias. Descúbrelo ahora