Capítulo 5: La biblioteca

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Por largos pasillos bien decorados y organizados, subiendo finalmente una escalinata, se encontraba la biblioteca real.

Era una habitación enorme, de techo alto y con innumerables pasillos con estanterias que llegaban hasta el techo, con escaleras para llegar a los más altos, mesas, candelabros... y por supuesto, sirvientes.

 - Elladan... - dijo ella a su guardián en voz baja - ¿Te quedarás conmigo?

 - No creo que sea apropiado. A su maestro no le gustará que haya interrupciones - dijo con un tono neutro.

 - ¿Te quedarás por aquí mirando los libros y leyendo?

 - No puedo despistarme de mi tarea.

 - No hay de qué preocuparse - ella le miró sonriente - Elrond cuida mucho de mí. En la Batalla de los Cinco Ejércitos vino a protegerme, y me salvó la vida. Me aprecia, y le aprecio. Solo que... cuando todo terminó, estaba muy extraño... apagado y apartado.

 - Sufriendo las pérdidas, tal vez - Elladan miraba al frente con su armadura resplandeciente.

 - No hemos vuelto a hablar cara a cara desde aquello... espero que ahora podamos...

 - Después de las clases, señorita. Si Lord Elrond es tan estricto como se rumorea, no tolerará ninguna distracción.

La estelar dio una mueca de desacuerdo y llegó a la mesa del fondo, amplia y bajo una enorme cristalera que hacía que entrase mucha luz. Elrond estaba listo con todas las cosas listas.

 - Zoba... - dijo viendo a su guardián retirarse - Bienvenida a tu primera clase.

 - Buenos días Elrond... - ella sonrió y se sentó en una silla con la espaldera muy alta - Me alegro de tenerte de vuelta.

 - ¿De tenerme de vuelta? - dijo tomando un libro y abriéndolo - Nunca me perdiste.

Elrond lo abrió y empezó a caminar lentamente alrededor ojeándolo. Él no se sentaba. Zoba miró la cantidad de libros y hojas que había en la mesa, junto con un lapicero. Legolas no mentía, eso era demasiado para un primer día. Sacó su papel del bolsillo para mirar cuál era la primera clase del día.

 - La primera semana haremos caso omiso al horario - dijo Elrond arrebatándole el papel - ¿Cómo piensas estudiar historia si no sabes leer bien? ¿Cómo quieres resolver problemas matemáticos o científicos sin saber hacer cuentas? ¿Cómo quieres estudiar anatomía sin los principios básicos del conocimiento humano?

 - Oye Elrond... - ella se giró a verle - No soy tan analfabeta... mi hermana Celebrían me enseñó mucho de leer y escribir. Pero... ella no tenía mucho tiempo para mí y yo perdí la práctica...

Elrond la escuchó callado con apoyando su mentón en un puño. ¿Sería bueno decirle ahora que Celebrían estaba casada con él? ¿Sería recomendable abrir esa herida y que la chica no le viese ni como su amigo ni su tutor, sino como su cuñado? Sí, ella debe saberlo... pero no todavía. Hay que jugar todas las cartas, pero a su debido tiempo.

 - Entonces dedicaremos esta primera semana a tu escritura, lectura y comprensión lectora, sumar, restar, dividir y multiplicar.

Zoba dio un bufido haciendo subir su flequillo. No había dado casi nada de matemáticas en su vida, pero ese nombre no le hacía pensar en nada bueno. Los números no son buenos, son complejos. Las manos de Elrond la sacaron de sus pensamientos colocando un enorme libro enfrente de ella, abierto por la mitad.

 - Lee el párrafo que quieras, que oiga cómo lo haces.

Zoba se inclinó a mirar, eligiendo por supuesto, el más fácil. Frunció el ceño con frustración. ¡Estaba todo en Quenya! (las vocales son signos de puntuación sobre las letras consonantes)

 - Esto... no... - a ella le daba mucha vergüenza admitir que no podía leer ni una palabra.

 - ¿Y este? - Elrond le colocó un libro más pequeño sobre ese.

Zoba echó un vistazo. Este estaba en Sindarín (las vocales en su sitio)

 - Sí, este es el que me enseñaron a leer... - dijo buscando un párrafo corto.

Elrond se puso a su lado con los brazos cruzados y apoyado en la mesa, viendo cómo su alumna usaba el dedo debajo de las líneas con aspecto infantil. Desde luego, se notaba que aún era una niña en estas cosas. Ella empezó a leer, con el dedo por debajo de la línea, lentamente, y si se equivocaba, Elrond no le corregía. Le decía...

 - Repite todo el párrafo.

 - ¡Liebre, pone liebre! - dijo rápidamente.

 - Si, pero vuelve a leer todo el párrafo - exigió.

 - ¿Por qué? He leído bien lo anterior...

 - Te has equivocado. Vuelve a empezar.

Su voz seria y exigente no le dejaba otro remedio a la estelar nada más que obedecerle. Puede que Elrond no fuese un rey, pero sí era el gobernador de una provincia, y tenía una voz que indicaba que nadie puede desobedecer lo que pide.

Tras haber leído de nuevo y equivocándose mas veces, Zoba consiguió llegar al punto y final, habiéndose aprendido la alimentación de las liebres perfectamente.

- Te daré un libro con varios cuentos cortos, y cada día me harás una reseña del que te toque leer - dijo caminando con los brazos a la espalda - Así aprenderás a leer, escribir, comprender y además estarás entretenida.

- Prefiero que me los cuenten a leerlos, en realidad - dijo mirando los dibujos del libro.

Elrond la miró con la barbilla alta y siguió caminando a su alrededor.

- Los primeros cuentos e historias se contaron vía oral, no cabe duda. Siempre es la mejor manera de aprender. Ah, y por si no lo había dicho, todos los viernes tendrás una prueba.

Zoba lo miró con las pupilas encogidas del miedo. ¿Prueba? ¡Eso es un examen!

- Pero...

- ¿Discutes a tu profesor? - dijo mirándola - ¿Desde cuánto eres tan rechistona?

Zoba vio a Elrond irse a un lado de la mesa y coger una larga regla de escuela, dando un golpe a su palma con ella.

- ¿Es el no tener que vivir como un superviviente en el bosque con los enanos o los aires de grandeza que da vivir en el castillo los que te hacen hablarme así?

Zoba se encogió en su asiento. Un golpe con esa regla debía doler... y si se entera Thranduil...

El Medio Elfo dio una pequeña sonrisa soltando la regla.

- Era broma...  - confesó - No voy a golpearte con ella cada vez que no hagas bien las cosas. No soy esa clase de maestro.

Zoba se sintió derretir en su asiento. Se había asustado de verdad, pues lo veía capaz. Notó su mano en su barbilla para levantarle la mirada.

- No podría hacerlo... - confesó - Nunca te levantaría la mano. No soy un hombre que hace sufrir... - dijo ahora en voz baja - soy aquel al que le toca sufrir...

El reloj de la pared se movió sigiloso indicando el fin de su estudio diario, dejando salir un suave sonido.

- Que rápida ha sido la primera clase... - dijo levantándose ella.

- Eso es lo que pasa si te gustan las clases - Elrond dejó los libros apartados.

Ella se levantó para irse, pero le miró de reojo al oírle hablar de nuevo.

- Recuerda que también tenemos prácticas en todas las asignaturas. Escritura, ciencias, anatomía...

- ¡Si claro! ¡Lo haré bien! - dijo corriendo para buscar a Elladan.



El Hobbit - (Thranduil/Elrond) - "Regalo del cielo" 2ª ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora