Prólogo: Diario del Sujeto - Primera Parte

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Prólogo: Diario del Sujeto.

Era el tercer día que me encontraba en ese lugar, o al menos eso creo.

Aún recuerdo aquel momento.

Había despertado de la inconsciencia y por unos breves segundos no sabía donde diablos estaba y cuando todo lo ocurrido volvió a mí sentí fuertes ganas de vomitar y llorar y no evité hacerlo.

Mi cuerpo se sentía pesado, dolorido y sudoroso, no podía moverme, no tenía fuerzas. Mi cara pegajosa por las lágrimas derramadas, el sudor y la...

Tenia miedo de que me rompieran el corazón, pero tú hiciste mucho mas que eso y no sabía como escapar de todo eso, si recuperaría mi cordura, eso si llegaba a sobrevivir... ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué lo hacías?

El chirrido que producía aquella puerta al abrirse me asustaba y la luz que se filtraba me cegaba por unos instantes, pero pude verte entrar. Pude ver tu figura, pude ver tu perversa sonrisa y tus ojos consumidos por un extraño brillo, los mismos ojos que alguna vez me hipnotizaron por su belleza, los mismo ojos que en ese momento estaban tan oscuros y tan vacíos que daban miedo.

—Veo que despertaste — Fue lo que me dijiste inclinando tu cabeza, mirándome fijamente y esa era mi señal para comenzar a temblar—. ¿Quieres jugar conmigo?

La pregunta sonaba tan inocente, pero me infundía tanto miedo que mis lágrimas escapaban con mas rapidez y comencé a rogar, como cada vez que ibas a aquel lugar.

—P-por favor, no... No... N-no por favor. —dije, entre sollozos que cada vez eran mas audibles.

—¡Responde la maldita pregunta! —gritaste con tanta furia, una furia que se desvaneció casi al instante y pude ver como esta vez tu sonrisa crecía mas, tanto que dejabas ver tus dientes y repetiste la pregunta a la que tanto miedo le tenía—: ¿Quieres jugar conmigo, cariño?

Asentí aún sollozando y es cuando note que llevabas tus "juguetes", dos cuchillos, uno en cada mano, uno mas grande que el otro, pero ambos igual de afilados y letales.

—¡Por supuesto que quieres jugar! —Tu voz infantil me produjo escalofríos y mi temblor se hizo mas evidente—. Bien, comencemos. —sentenciaste con seriedad, pero sin dejar de sonreír.

Y en ese momento comencé a patalear intentando soltarme, quería irme, quería que todo acabase...

Mis gritos de dolor y agonía se mezclaban con tu macabra risa mientras la oscura y pegajosa sangre comenzaba a cubrir mi cuerpo nuevamente...

Mis gritos de dolor y agonía se mezclaban con tu macabra risa mientras la oscura y pegajosa sangre comenzaba a cubrir mi cuerpo nuevamente

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Cambio y fuera.

-Kaay

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