Había pasado ya un año y tres meses desde la tragedia.
Un año desde que Sean se había suicidado.
Tres meses desde que las páginas del diario del chico habían parado de llegar a sus familiares y amigos.
El sufrimiento y el dolor no se había esfumado pero si que habían aprendido a vivir con ello, llegando al punto en el que todo no fuera mas que un feo recuerdo que a nadie le gustaba llevar al presente, pero que por desgracia siempre salía a relucir debido a que aun no se explicaban cómo fue que pudo pasar todo aquello.
Ese día Elena y su esposo, los tíos de Ella, habían buscado a Megan, estaban en la ciudad después de haber desaparecido por un tiempo. Tenían muchas cosas que aclarar, muchas secretos por revelar, muchas explicaciones que dar sobre el comportamiento de la rubia y aunque ya había pasado mucho sentía que debían hacerlo, debían pedir disculpas por no haber advertido sobre lo que podría pasar.
Megan nunca habló sobre el porqué se disculpaba con Sean en el hospital y es que todos asumieron que era algún tipo de shock o algo así causado por la crisis nerviosa en la que parecía estar, pero la verdad era que Megan sabia de todo lo que Estella pretendía hacer, pero por temor a perder su vida o a perder a su madre no había dicho nada.
Tanto los tíos de la rubia como Megan sabían de la enfermedad que padecía la chica así que fueron directamente a reunirse con los Señores Bowen y los gemelos para contarles todo lo que sabían, y ¿qué mejor lugar para reunirse que justo en el cementerio, frente a las tumbas de los dos chicos?
Así que una vez todos estuvieron juntos, los secretos comenzaron a salir a la luz.
Estella Katz, la pequeña rubia aparentemente inocente sufría de esquizofrenia, enfermedad que descubrieron que poseía cuando solo tenía 8 años y comenzó a recibir ayuda profesional, pero después de la extraña muerte de sus padres había parado con el tratamiento, sus tíos no sabían de la existencia de aquel mal psicológico en la niña hasta años más tarde y deciden llevarla de vuelta con un psiquiatra. En esos días conoce a Leo, un paciente con la misma enfermedad mental, quien se enamora de ella y desde ese momento decide ayudarle en todo, único dato que ellos desconocen.
Estella era muy lista y sabia como librarse de su medicamento y de las continuas preguntas de su entrometida tía Elena, quien había sido como una madre para ella y la consentía en todo, quien la amaba tanto que le era muy fácil engañarla y salirse con la suya.
Luego de conocer a Sean, Estella se obsesionó con él, al principio todo parecía normal, una chica enamorada, pero con el tiempo todo fue empeorando, la enfermedad avanzaba y más aún cuando su relación comenzaba a fallar; Estella aseguraba no poder vivir sin Sean, así que había ideado un plan en el que supuestamente ambos serian felices por siempre, Sean no dejaría de quererla, Sean no haría lo que decían las voces en su cabeza, Sean siempre de ella, así que contando con el apoyo de Leo había conseguido la casa abandonada y todos aquellos objetos de tortura que parecían irreales; el chico no parecía estar del todo de acuerdo con la rubia, sabía que lo que harían estaba mal, pero solo quería el amor de Ella, solo quería algo que nunca tuvo, así que aquellos mensajes de numero desconocido no eran mas que de Leo.
El plan era simple: si la relación se rompía, cosa que pasó, llevarían a Sean hasta aquella casa a las afueras de la ciudad para que él aprendiese, por la buenas o por las malas, a querer y amar a la rubia.
Megan lo sabía todo, se había enterado de la esquizofrenia y poco a poco veía la obsesión que sentía su rubia amiga por Sean, solo fue cuestión de días para que Ella le contara el plan, nunca ayudó, pero se guardó todo aquello por temor a morir, había sido amenazada de muerte y no solo ella, sino también su madre. Así que Megan no hizo mas que temer, por su madre, por ella misma, por el futuro incierto de Estella y por Sean.
De no haber sido por la llamada anónima, que no era mas que Leo quien se había hartado de los juegos de la rubia, nunca hubieran encontrado al chico de cabello plateado con vida.
Nadie nunca se enteró de la identidad de quien había llamado a decir donde estaban los chicos y mucho menos sabían que Estella había recibido ayuda, simplemente nadie sabia de la existencia de Leo, quien después de eso, se internó por voluntad propia en un centro psiquiátrico ya que para él también había sido un final triste: no recibió el amor de la chica, la delató y la perdió para siempre.
En cuanto al diario, Leo había sido el culpable de las cartas anónimas. Sean y él habían coincidido en el hospital psiquiátrico, se puede decir que habían sido amigos y un día antes de que el primer mencionado acabara con su vida había dejado en poder del castaño el cuaderno donde se había desahogado durante tres meses, pero Leo solo quería olvidar y sin malas intenciones, según él, había comenzado a enviar las partes del diario que creyó conveniente.
Fueron verdades difíciles de asimilar para todos; los gemelos se enojaron con Megan y ésta aunque se entristecía y no sabia que sería de su relación con Ax, se sentía mas ligera; por otro lado, los padres del chico de cabello plateado estaban sin palabras, solo lloraban, realmente todos lo hacían.
Al fin todo estaba aclarado, y aunque pasarían días, semanas o quizá meses para que nuevamente asimilaran bien todo aquello, sabían que estarían bien, ya lo peor había pasado, solo tendrían que dejar el pasado atrás para que las heridas realmente comenzaran a sanar.
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Desconocidos
Historia CortaEran solo dos desconocidos jugando a amar Sin pensar siquiera Que eso los podía dañar. Ambos escondiendo sus demonios internos, Demonios que lo arrastrarían Directo al infierno. Angustia, dolor Sangre, humillación Poder, obsesión Maldad y... ¿Amor? ...