Capítulo 1: Primeros Encuentros.
Los humanos somos seres de mente frágil, tanto como un cristal, unos mas fuertes que otros, pero que de igual manera pueden ser quebrantados y solo un golpe con algo de fuerza puede ser suficiente para llevarlos al limite, para que traspasen la fina línea que los separa de la cordura. A veces es notable, otras veces no; a veces llevan un control sobre ello, otras veces no; a veces llevan una vida normal, como cualquier otra persona, tanto que nadie es capaz de notar lo desquiciados que están.
Y aquí comienza la historia que puede parecer un cliché, una historia de amor, donde dos personas se conocen, se enamoran, tienen problemas y sin embargo logran ser felices a pesar de todo, pero no, esta no es así, pudo serlo y en su momento si hubo amor de por medio, un amor que se convirtió en obsesión, un amor que era toxico, un amor que los llevó al borde de la muerte.
Era una tarde de abril cuando Ella conoció al que sería el gran amor de su vida: Sean Bowen.
Estella Katz, una rubia natural, para nada hueca como suelen describir a las rubias, realmente era todo lo contrario, inteligente, agradable y aparentemente una buena persona, alguien que parecía querer defender a todos, una chica de la cual sus padres, cuando aun vivían, no tuvieron quejas o eso dejaron ver ante la sociedad.
Por otro lado Sean fue un niño de ojos cafés, dicharachero¹, alegre, pero con tan solo 8 años cayó en depresión tras la separación de sus padres, con ayuda especial logro superar esa etapa, aunque muchos esperaban que recayera él jamas lo hizo, sin embargo desde ese momento perdió toda la alegría que demostraba, se volvió callado y serio, obtenía buenas calificaciones, pues parecía que vivía para ello, solo estudiar, pocos amigos y a pesar de ser atractivo ninguna novia o eso él dejo ver a la sociedad.
—¡Eres una torpe! —dijo Sean, molesto a una Ella algo avergonzada por haberle derramado su café encima.
—L-lo siento, fue un accidente, lo juro. —respondió, completamente roja de vergüenza—. No te vi, lo siento mucho.
—Se nota que no me viste... Bueno, no importa, gente idiota hay en todos lados —Lo último lo dijo mas para él, pero tan fuerte que ella logro escucharlo.
—¡Idiota seras tú, imbécil! —declaró antes de terminar de derramar el café, esta vez en la cara del chico, seguía roja, pero ahora de rabia y era lógico, le habían insultado.
—¡Estúpida, está caliente! —gruño furioso limpiándose rápidamente con la camisa ya mojada.
—Tú te lo buscaste —Fue lo último que dijo antes de irse a comprar otro café, realmente lo necesitaría si no quería quedarse dormida en el primer día de clases.
Quien diría que ese par de desconocidos se reencontrarían horas después, pero en el mismo salón de clases, porque sí, tendrían clases juntos, al menos durante el primer semestre ya que ambos estudiarían una ingeniería, eran especialidades diferentes, pero eran las misma bases.
Este segundo encuentro no fue muy diferente, solo que en esa ocasión sería el turno de Sean de tropezar con Ella, lanzando al suelo del pasillo los libros que la chica sostenía en sus brazos.
—¡Oye! —dijo sin ver bien quien le había tirado los libros—. Ten más cuidado.
—Disculpa, iba tan rápido que no te vi, diablos ahora si que llegare tarde. —dijo Sean agachándose para recoger el desastre, lo último mas para sí mismo, como siempre, aun sin ver el rostro de la rubia.
—¿Así que de vez en cuando tú tampoco ves, eh? Pero no importa, gente idiota hay en todos lados —respondió.
Una leve sonrisa se esparció por el rostro de Ella por haber utilizado las palabras de Sean en su contra al saber quien era por su largo cabello plateado, inmediatamente este levanto la mirada al reconocer su voz y esas palabras que él había usado solo unas horas antes fijando así sus ojos cafés en el rostro de la chica, pasando su vista desde sus mejillas normalmente sonrosadas, por sus pequeños labios para luego centrase exactamente en sus increíbles ojos, tan azules, tan bonitos, tan claros que parecían líquidos como el agua, tan transparentes... tan hipnóticos.
¹Dicharachero: extrovertido
A D E L A N T O:
«Vaya, pero si es la rubia estúpida»
.
.
.
—Me dueles, Bowen.
.
.
.
—Puedo salir yo con ella ¿O no?
ESTÁS LEYENDO
Desconocidos
Short StoryEran solo dos desconocidos jugando a amar Sin pensar siquiera Que eso los podía dañar. Ambos escondiendo sus demonios internos, Demonios que lo arrastrarían Directo al infierno. Angustia, dolor Sangre, humillación Poder, obsesión Maldad y... ¿Amor? ...