Cap. 7

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¿Sería un indicio de que la maldición se debilitaba?, ¿de que quizás pudiera liberarse?

No. En el fondo sabía que no era cierto, aun cuando su mente se esforzaba en aferrarse a la
idea. Cuando los dioses griegos decretan un castigo, lo hacen con un estilo y con un
ensañamiento que ni siquiera dos milenios pueden suavizar.

Hubo una época, mucho tiempo atrás, en la que había luchado contra la condena. Una
época en la que había creído que podría liberarse. Pero después de dos mil años de encierro
y tortura despiadada, había aprendido algo: resignación.

Se merecía este infierno personal y, como el soldado que una vez había sido, aceptaba el
castigo.

Sentía un nudo en la garganta y tragó para intentar deshacerlo. Extendió los brazos a los
lados y ofreció su cuerpo a ___.

— Haz conmigo lo que desees. Sólo tienes que decirme cómo puedo complacerte.

— Entonces deseo que te marches.

Harry dejó caer los brazos.

— En eso no puedo complacerte.

Frustrada, ________ comenzó a caminar nerviosa de un lado a otro. Finalmente, sus hormonas habían
regresado a la normalidad y, con la cabeza más despejada, se esforzó por encontrar

una solución. Pero por mucho que la buscaba, no parecía haber ninguna.

Un dolor punzante se instaló en sus sienes.

¿Qué iba a hacer un mes —un mes entero— con él?

De nuevo, una visión de Harry tumbado sobre ella, con el pelo cayéndole a ambos lados del
rostro, formando un dosel alrededor de sus cuerpos mientras se introducía totalmente en
ella, la asaltó.

— Necesito algo… —a Harry le falló la voz.

___ se dio la vuelta para mirarle, con el cuerpo aún suplicándole que cediera a sus deseos.

Sería tan fácil rendirse ante él… Pero no podía cometer ese error. Se negaba a usar a Harry
de ese modo. Como si…

No, no iba a pensar en “eso”. Se negaba a pensar en eso.

— ¿Qué? —preguntó ella.

— Comida —contestó Harry—. Si no vas a utilizarme de forma apropiada, ¿te importaría si
como algo?

La expresión avergonzada y teñida de desagrado que adoptó su rostro le indicó a ________ que no
le gustaba tener que pedir.

Entonces cayó en la cuenta de algo; si para ella esto resultaba extraño y difícil, ¿cómo
demonios se sentiría él después de haber sido arrancado de donde quiera que estuviese,
para ser arrojado a su vida como si fuese un guijarro lanzado con un tirachinas? Debía ser
terrible.

— Por supuesto —le dijo mientras se ponía en movimiento para que él la siguiera—. La
cocina está aquí —lo guió por el corto pasillo que llevaba a la parte trasera de la casa.

Abrió el frigorífico y se apartó para que él echara un vistazo.

— ¿Qué te apetece?

En lugar de meter la cabeza para buscar algo, se quedó a medio metro de distancia.

— ¿Ha quedado algo de pizza?

— ¿Pizza? —repitió __________ asombrada. ¿Cómo sabría él lo que era una pizza?

Harry se encogió de hombros.

— Me dio la impresión de que te gustaba mucho.

A ________ le ardieron las mejillas mientras recordaba el tonto jueguecito al que se dedicaron
mientras comían. Yare había hecho otro comentario acerca de reemplazar el sexo con la comida, y ella había fingido un orgasmo al saborear el último trozo de pizza.

— ¿Nos escuchaste?

Con una expresión hermética, él contestó en voz baja.

— El “esclavo sexual” escucha todo lo que se dice en las proximidades del libro.

Si las mejillas le ardieran un poco más, acabarían explotando.

— No quedó nada —dijo rápidamente, desando meter la cabeza en el congelador para
enfriársela—. Tengo un poco de pollo que me sobró de ayer, y también pasta.

— ¿Y vino?

Ella asintió con la cabeza.

— Está bien.

El tono despótico que utilizó Harry hizo estallar su furia. Era uno de esos tonillos usados por
un típico Tarzán que en el fondo quería decir: “Yo soy el macho, nena. Tráeme la comida.”
Y había conseguido que le hirviera la sangre.

— Mira, tío, no soy tu cocinera. Como te pases conmigo te daré de comer Alpo[{}] .

Él arqueó una ceja.

— ¿Alpo?
— Olvídalo —aún irritada, sacó el pollo y lo preparó para meterlo en el microondas.

Nick se sentó a la mesa con ese aura de arrogancia tan masculina que acababa con todas
sus buenas intenciones. Deseando tener una lata de Alpo, ___ sirvió un poco de pasta en
un cuenco.

— De todos modos, ¿cuánto tiempo has estado encerrado en ese libro? ¿Desde la Edad
Media? —al menos su forma de actuar correspondía a la de la época.

Él permaneció sentado, tan quieto como una estatua. Nada de mostrar sus emociones. Si
no lo hubiese conocido mejor, habría pensado que se trataba de un androide.

— La última vez que fui convocado fue en el año 1899.
— ¿En serio? —___ se quedó con la boca abierta mientras metía el cuenco en el
microondas— ¿En 1899? ¿Estás hablando en serio?

Él asintió con la cabeza.

— ¿En qué año te metieron en el libro?, la primera vez quiero decir.

La ira se adueñó de su rostro con tal intensidad que ______ se asustó.

— Según tu calendario, en el año 149 a.C.
___________ abrió los ojos de par en par.
— ¿En el año 149 antes de Cristo? Cuando te llamé Harry de Macedonia era cierto. Eres ''de'' Macedonia.

Él asintió con un gesto brusco.
Los pensamientos de _______ giraban como un torbellino mientras cerraba el microondas y lo ponía en marcha. Era imposible. ¡Tenía que ser imposible!

— ¿Cómo te metieron en el libro? A ver, según tengo entendido, los antiguos griegos no
tenían libros, ¿verdad?

— Originalmente fui encerrado en un rollo de pergamino que más tarde fue encuadernado
como medida de protección —dijo con un tono sombrío y el rostro impasible—. Y con
respecto a qué fue lo que hice para que me castigaran: invadí Alexandria.

_________ frunció el ceño. Aquello no tenía ni pizca de sentido; como el resto de todo lo que estaba sucediendo.

— ¿Y por qué ibas a merecerte un castigo por invadir una ciudad?
— Alexandria no era una ciudad, era una sacerdotisa virgen del dios Príapo.

_________ se tensó ante el comentario, y ante la magnitud del castigo que implicaba «invadir» a una mujer. Encerrar al autor de la invasión para toda la eternidad era un poco excesivo.

— ¿Violaste a una mujer?
— No la violé —contestó mirándola con dureza—. Fue de mutuo consentimiento, te lo
aseguro.

Vale, ése era un tema sensible para él. Se percibía claramente en su gélida conducta. No le
gustaba hablar del pasado. Tendría que ser un poquito más sutil en su interrogatorio.

Nick escuchó el extraño timbre, y observó cómo ___ apretaba un resorte que abría la
puerta de la caja negra donde había introducido su comida.

Ella sacó el humeante cuenco de comida y lo colocó ante él, junto con un tenedor plateado,
un cuchillo, una servilleta de papel y una copa de vino. El cálido aroma se le subió a la
cabeza e hizo que el estómago rugiera de necesidad.

Se suponía que debía estar perplejo por el modo tan rápido en que ella había cocinado, pero
después de haber oído hablar de artefactos con nombres extraños como “tren, cámara,
automóvil, fonógrafo, cohete y ordenador”, Nick dudaba que cualquier cosa pudiese
tomarlo por sorpresa.

En realidad, no quedaba ningún sentimiento en él, aparte del deseo; hacía mucho que
había desterrado todas sus emociones.

Su existencia no era más que una sucesión de fragmentos temporales a lo largo de los
siglos. Su única razón de ser era la de obedecer los deseos sexuales de sus invocadoras.

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gracias a todas las que leen esta novela no saben lo feliz que me hacen

voten y comenten :DD 

PD: si se ponen más activas haré un maratón de 5 caps seguidos para que disfruten con nuestro Dios griego :3

las invito a leer mis novelas, originales hechas por mi

"Born to die"

"Días de cariño"

Un Dios Griego (HOT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora