Cap. 9

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— Increíble —susurró él mientras hacía zapping por primera vez.
— Sí, es algo muy útil.

Eso lo mantendría ocupado. Después de todo, los hombres sólo necesitaban tres cosas para
ser felices: comida, sexo y un mando a distancia. Dos de tres deberían mantenerlo
satisfecho un rato.

— Bueno —dijo mientras se dirigía a las escaleras—. Buenas noches.

Al pasar a su lado, Harry le tocó el brazo. Y, aunque su roce fue muy ligero, ___ sintió una
descarga eléctrica.

Con el rostro inexpresivo, sus ojos dejaban ver todas las emociones que lo invadían. _______ percibió su sufrimiento y su necesidad; pero sobre todo, captó su soledad.

No quería quedarse solo.

Humedeciéndose los labios —se le habían secado de forma repentina—, dijo algo increíble.


— Tengo otro televisor en mi habitación. ¿Por qué no ves allí lo que quieras, mientras yo
duermo?

Harry le dedicó una sonrisa tímida.

Fue tras ella mientras subían las escaleras, totalmente sorprendido por el hecho de que
________ lo hubiera comprendido sin palabras. Había tenido en cuenta su necesidad de
compañía, sin preocuparse de sus propios temores.

Eso le hizo sentir algo extraño hacia ella. Una rara sensación en el estómago.

¿Ternura?

No estaba seguro.

__ lo llevó hasta una enorme habitación presidida por una cama con dosel, situada en la
pared opuesta a la puerta de entrada. Enfrente de la cama había una cómoda y, sobre ella,
una ¿cómo lo había llamado __________?, ¿televisión?

Observó cómo Harry paseaba por su dormitorio, mirando las fotografías que había en las
paredes y sobre los muebles; fotografías de sus padres y de sus abuelos, de Yare y ella en la facultad, y una del perro que tuvo cuando era pequeña.

— ¿Vives sola? —le preguntó.

— Sí —dijo, acercándose a la mecedora que estaba junto a la cama. Su camisón estaba sobre

el respaldo. Lo cogió y después miró a Harry y a la toalla verde que aún llevaba alrededor de

sus esbeltas caderas. No podía dejar que se metiera en la cama con ella de aquella forma.

*Seguro que puedes.*

*No, no puedo.*

*¿Por favor?*

*¡Shh! Parte irracional de mí, cállate y déjame pensar.*

Aún guardaba los pijamas de su padre en el dormitorio que había pertenecido a sus
progenitores; allí estaban todas sus pertenencias y para _______, era un lugar sagrado.
Teniendo en cuenta la anchura de los hombros de Harry, estaba segura de que las camisas
no le servirían, pero los pantalones tenían cinturas ajustables y, aunque le quedasen
cortos, al menos no se le caerían.

— Espera aquí —le dijo—. No tardaré nada.

Después de verla marcharse como una exhalación, Harry se acercó a los ventanales y
apartó las cortinas de encaje blanco. Observó las extrañas cajas metálicas - que debían ser
automóviles— mientras pasaban por delante de la casa con aquel zumbido tan extraño que
no cesaba un instante, semejante al ruido del mar. Las luces iluminaban las calles y todos
los edificios; se parecían a las antorchas que había en su tierra natal

Qué insólito era este mundo. Extrañamente parecido al suyo y, aun así, tan diferente.
Intentó asociar los objetos que veía con las palabras que había escuchado a lo largo de las décadas; palabras que no comprendía. Como “televisión y bombilla.”
Y por primera vez desde que era niño, sintió miedo. No le gustaban los cambios que percibía, la rapidez con la que las cosas habían evolucionado en el mundo.
¿Cómo sería todo la siguiente vez que lo convocaran?
¿Podrían las cosas cambiar mucho?
O lo que era más aterrador, ¿y si jamás volvían a invocarlo?
Tragó saliva ante aquella idea. ¿Y si acababa atrapado durante toda la eternidad? Solo y despierto. Alerta. Sintiendo la opresiva oscuridad en torno a él, dejándolo sin aire en los pulmones mientras su cuerpo se desgarraba de dolor.
¿Y si no volvía a caminar de nuevo como un hombre? ¿O a hablar con otro ser humano, o a tocar a otra persona?

Un Dios Griego (HOT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora