Cap. 11

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¡Tenía que conseguirlo!

Alzando los brazos, enterró las manos en el pelo de Harry, incapaz de permitir que se alejara,
aunque sólo fuese por un segundo.

Harry se quitó los pantalones a tirones y le separó los muslos.

Con el cuerpo envuelto en puro fuego, ______-__ aguantó la respiración mientras él
colocaba su largo y duro cuerpo entre sus piernas.

La punta de su miembro presionaba justo sobre el centro de su feminidad. Arqueó las
caderas acercándose aún más, aferrándose a sus amplios hombros. Deseaba sentirlo dentro
con una desesperación tal, que desafiaba a todo entendimiento.
pero de repente...

Y de repente,… sonó el teléfono.
______ dio un respingo al escucharlo, y su mente recobró repentinamente el control
— ¿Qué es ese ruido? —gruñó Harry.
Agradecida por la interrupción, ______ salió como pudo de debajo de Harry; le temblaban las piernas y le ardía todo el cuerpo.
— Es un teléfono —dijo, antes de inclinarse hacia la mesita de noche y coger el auricular.
La mano no dejaba de temblarle mientras se lo acercaba a la oreja.
Lanzando una maldición, Harry se puso de lado.
— Yare gracias a Dios que eres tú —dijo ______, tan pronto como escuchó su voz. ¡En ese
momento agradecía muchísimo la habilidad que tenía Yare de saber el momento “preciso” en que
llamar!
— ¿Qué pasa? —preguntó su amiga.
— Deja de hacer eso —le espetó a Harry que, en ese instante, se dedicaba a lamerle las nalgas en un movimiento descendente…
— Pero si no estoy haciendo nada —le dijo Yare.
— Tú no, Yare.
El silencio cayó sobre el otro extremo de la línea.
— Escucha —le dijo ___ a Yare con una dura advertencia en la voz—. Necesito que busques entre la ropa de Ryan y traigas unas cuantas cosas. Ahora.
— ¡Funcionó! —el agudo chillido estuvo a punto de perforarle el tímpano—. ¡Ay, Dios mío!
¡Funcionó!, ¡no puedo creerlo! ¡Voy para allá!
___ colgó el teléfono justo cuando la lengua de Harry bajaba desde sus nalgas hacia…
— ¡Para ya!
Él se echó hacia atrás y la miró con el ceño fruncido, estupefacto.
— ¿No te gusta que te haga eso?
— Yo no he dicho eso —contestó antes de poder detenerse.
Harry se acercó de nuevo a ella.
___ bajó de un salto de la cama.
— “Tengo” que irme a trabajar.
Harry se apoyó en un brazo, tendido sobre un costado, y la observó mientras recogía los pantalones del pijama y se los arrojaba. Los agarró con una mano mientras sus ojos se movían, perezosamente, sobre el cuerpo de ______.
— ¿Por qué no llamas para decir que estás enferma?
— ¿Que estoy enferma? —repitió—. ¿Y tú cómo conoces ese truco?

Él se encogió de hombros.
— Ya te lo he dicho. Puedo escuchar mientras estoy encerrado en el libro. Por eso puedo aprender
idiomas y entender los cambios en la sintaxis.
Con la misma elegancia de una pantera que se endereza tras estar agazapada, Harry apartó el edredón y salió lentamente de la cama. No llevaba los pantalones. Y su miembro estaba totalmente erecto.
Hipnotizada, _____ fue incapaz de moverse.
— No hemos acabado —dijo él con la voz ronca, mientras se acercaba a ella.
— ¡Pues claro que sí! —le contestó _______, y huyó al cuarto de baño, encerrándose allí
tras echar el pestillo a la puerta
Con los dientes apretados, Harry tuvo la repentina necesidad de golpearse la cabeza contra la pared de tan frustrado como se sentía. ¿Por qué tenía que ser tan testaruda?
Se miró el miembro rígido y soltó un juramento.
— ¿Y “tú” no puedes comportarte durante cinco minutos al menos?
___ se dio una larga ducha fría. ¿Qué tenía Harry que hacía que su sangre literalmente hirviera? Incluso ahora podía sentir el calor de su cuerpo sobre ella.
Sus labios sobre…
— ¡Para, para, para!
No era una ninfómana sin control sobre sí misma. Era una licenciada en Filosofía, con un cerebro; y sin hormonas.
Pero aun así, sería extremadamente fácil olvidarse de todo y pasar todo el mes en la cama con Harry.
— Muy bien —se dijo a sí misma—. Supongamos que te metes en la cama con él un mes. Y luego, ¿qué? —Se enjabonó el cuerpo mientras la irritación desvanecía los últimos rescoldos de su deseo—. Yo te diré qué pasará después. Él se irá y tú, colega, te quedarás sola otra vez.
» ¿Te acuerdas de lo que ocurrió cuando Robert se marchó? ¿Te acuerdas de cómo te sentías cuando te paseabas por la habitación, con el estómago revuelto porque habías permitido que “te” utilizara? ¿Te acuerdas de la humillación que sentías?
Pero aún peor que esos recuerdos, era la imagen de Robert riéndose de ella a carcajadas con sus amigos, mientras recogía el dinero de la apuesta. Cómo deseaba haber sido un hombre en ese momento, para poder abrir la puerta de su apartamento de una patada y golpearlo hasta hacerlo pedazos.
No, no dejaría que nadie más la utilizara.
Le había costado años superar la crueldad de Robert, y no tenía ningún deseo de arruinar lo que había conseguido por un capricho. ¡Aunque fuese un fabuloso capricho!
No, no y no. La próxima vez que se entregara a un hombre, sería con uno que estuviese unido a ella. Alguien que la cuidara.
Alguien que no dejase a un lado su dolor y continuase usando su cuerpo buscando su propio placer, como si ella no importara nada —pensaba, mientras los recuerdos reprimidos regresaban a la superficie. Robert se había comportado como si ella no hubiese estado presente. Como si no hubiese sido más que una muñeca sin emociones, diseñada sólo para proporcionarle placer.
Y no estaba dispuesta a dejar que la volviesen a tratar así, especialmente si se trataba de Harry.
Jamás.

Un Dios Griego (HOT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora