El sol se escondía detrás de los edificios, un cielo que parecía incendiarse al horizonte que lentamente se difuminaba en colores hermosos, primero era amarillo, después naranja, blanco, violeta, y azul hasta abrir paso a la estrellada noche. Yo me encontraba aun en la escuela disfrutando del espectáculo de colores celestiales, esperando por mi tia a la cual le mentia diciendo que tenia extra-clase para quedarme en solo, me sentía pleno y en paz cuando estaba en la escuela, en mi soledad tan agradable, disfrutando de un refresco de mandarina sentado en una butaca mirando el atardecer. El salón en donde me encontraba estaba decorado con trabajos que los alumnos hacían, exposiciones y maquetas, las paredes eran color blanco y tenían una fraja gris a la altura de las ventanas. Mi uniforme era color negro, unos pantalones negros entubados, una camisa blanca con el logo de mi escuela, un chaleco azul marino que no pertenecía al uniforme (ese era mi favorito) y encima el saco escolar. Mi cabello castaño caia sobre mi frente y se movia agradablemente sobre esta gracias al viento fresco y dulce con aroma a pan que se colaba por las ventanas abiertas. En la escuela aun habían alumnos pero solo unos cuantos que se quedaban a asesorías o como yo, que simplemente no querían regresar a casa. Cuando sentí la lata de refresco vacía me decidí a salir de mi zona de confort para buscar un pancito de chocolate o unos rollos de canela en la máquina del pasillo. Tome mi mochila y sali en busca de comida.
El pasillo estaba totalmente vacío, eso me hacia sentir totalmente solo y eso me agradaba, sentía que podía hacer lo que quisiera sin que nadie supiera, incluso patear la maquina de comida y nadie se enteraría.
Cuando me di cuenta, la maquina solo tenia papas y refrescos. Guacala. Las papas no me apetecían en ese momento, ni nunca. Había unas galletas, pero no quería galletas, yo quería mis rollos de canela. En el piso de abajo había otra maquina expendedora, por lo que decidí bajar, tome las escaleras mas cercanas, las luces estaban apagadas por lo que solo se veía gracias a la luz del atardecer que entraba por las ventanas del pasillo. Cuando llegue al piso de abajo camine derecho hacia la máquina expendedora. Pero igual. Solo había papitas. El pasillo estaba vacío por completo, las puertas de los salones permanecían cerradas. No había ni un alma.
-En el gym hay una maquina. –Dije para mi, y al salir mi voz me dieron ganas de cantar, aprovechando que nadie se encontraba cerca para burlarse. La canción que comencé a cantar estaba en ingles por lo que algunas palabras no sabia decirlas e imitaba solo el sonido de estas aun que realmente no sabia ni que decían ni como decirlas. Tokio Hotel Monsoon. Una canción lenta al inicio pero iba ganando poder con forme yo la iba cantando.
-¿Que, mierda? –La voz de alguien me hizo parar en seco mi tonada, sintiendo una vergüenza inigualable. Seguí caminado tratando de ocultar mi cara que se había puesto roja. -¿A dónde vas estúpido? –Era una voz, gruesa a pesar de tener 14 al igual que yo, se escuchaba de señor, pertenecía a uno de mis agresores diarios. –Hey, te estoy hablando maricon. –Yo me detuve en seco y me voltee con miedo intentando que mis hombros cubrieran mi cara. El se acerco a mi y detrás de el venían riendo y haciendo escandalo 3 chicos mas. Sus amigos. En un segundo supe que ese era mi final. No tenia salida.
-¿Q-que q-quieres? –Mi voz salio diminuta reflejando el temor que sentía.
-A ver, en primera, no me hables asi, en segunda, eres un maldito ridículo. Haber canta esa chingadera que estabas cantando –Rio y se voltio a sus amigos. El llevaba puesto el mismo uniforme que yo solo que mas holgado y en ves de un chaleco como el mio, tenia una sudadera roja. Su cabello era negro y corto casi al ras de su cuero cabelludo, de piel morena clara y ojos negros. –Miren a quien me encontré, este idiota iba cantando como marica.
El mas alto de sus amigos solto una risa y me miro con asco –Solo los maricones cantan. ¿Eres un maricon?
-Lo que se ve no se pregunta. –Dijo en una risa el tez morena. –Oigan estábamos hablando en clase de que hay que contribuir a que el mundo sea un mejor lugar. ¿Y si le damos una lección a este estúpido para que ya deje de ser un marica? Ayudaríamos al mundo no creen? Quiza hasta nos den una placa. –En ese momento yo me di la media vuelta y camine rápido hacia el gym ya sin ganas de comer nada ni siquiera de estar en la escuela.
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SEXTO SENTIDO °BTS° (Taekook Namjin)
Ficção GeralCuando la segunda guerra mundial termino, dejo secuelas desastrosas al rededor del mundo. Una de estas fue la exparcion de un agente patógeno que altero el ADN de decenas de mujeres embarazadas en todo el mundo. Los bebes nacian con mutaciones extra...