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Intenté estirarme cuando de inmediato mi mano topó con el asiento de enfrente. Recordé que estaba en el auto de Aiden. Intenté abrir los ojos pero la luz del sol me cegaba por completo. Mis ojos ardían solo con que la luz pegara en ellos aun estando cerrados. Un gemido de dolor salió de mi garganta la cual sentía completamente seca. Puse mis manos en el rostro para evitar la luz, agudicé mis sentidos y escuché el ligero sonido del motor en marcha. Me senté del golpe tallando mis ojos.

—¿Qué hora es?

—Van a ser las 10

—¿Las 10? —Pregunté aun adormilada, mis ojos estaban adaptándose poco a poco a la luz. Recordé la noche anterior y en lo que habíamos quedado.

—¿Por qué no me despertaste? —Sonó mas a reclamo que a pregunta.

—Estabas dormida muy plácidamente, ni siquiera sentiste cuando cambiaron la llanta y yo no tenía sueño—Se encogió de hombros.

—Aun así, ya pasaron más de 24 horas, debes estar agotado.

—Ya estamos a punto de llagar al hotel, ahí dormiré un poco.

Me brinqué al asiento del copiloto, el volteó a verme y me dio una cálida sonrisa, pude notar sus ojeras un poco marcadas y era evidente la fatiga, se notaba demasiado en su rostro.

—Si quieres yo puedo manejar, solo seguiré el GPS no es de mucha ciencia llegar.

—Estoy bien.

***

Llegamos al hotel, cenamos en el restaurante de aquí mismo y ambos fuimos a nuestras habitaciones.

El día fue largo y más para Aiden, apenas a las 10:40 am llegamos al hotel y nos marcaron para decirnos si podríamos presentarnos en seguida. Pues los dueños del negocio no sabían sobre nuestro percance y para ellos según nosotros habíamos llegado desde ayer. Así que Aiden no pudo dormir ni siquiera media hora. Lo notaba distraído y para ser sincera jamás lo había visto beber tanto café.

Aparentaba estar fresco, y atento, pero yo si podía notar el cansancio en su mirada. Al desocuparnos horas más tarde llegamos al hotel, pensé en pedir algo de comida a la habitación pero fue Aiden quien tuvo la iniciativa de cenar juntos. Para ser sincera creí que apenas llegando al hotel se iría a dormir pero él argumentaba que moría de hambre. Cenamos bastante bien, y la verdad con todo el día de hoy estoy bastante agotada, sentía como el mal del puerco se apoderaba de mí.

Al llegar a mi habitación me quité los tacones y la falda de lápiz color café que me había puesto hoy. Me senté en la cama y comencé a darme un masaje en los pies. Sentí como mis músculos se relajaban poco a poco. Miré mis pies y noté que me hacía falta una pedicura, volviendo a casa sería algo que haría enseguida.

—Hola —Escuché el susurró de Zach en mi oreja izquierda.

—Hola —sonreí.

—¿Cómo te va la vida linda?

—Bien, cansada pero bien. —Me levanté y caminé al baño, dejé la tina llenarse mientras me quitaba la ropa y me ponía una bata. —Sabes que estuve recordando... —Zach me miraba atento mientras parecía estar sentado sobre la cama.

—Nuestra luna de miel —Dijo él.

Sonreí incrédula —¿Lees mi mente?

—No, pero vi que estuviste viendo las fotos que tienes en tu celular.

—¿Me espías? —Achiné los ojos divertida.

—A veces —Mostró los dientes en su hermosa sonrisa tan característica de él.

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