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Aiden

—¿Alex? Te refieres a este chico que...

La puerta se abrió sin previo aviso, ambos volteamos, vi de momento a alguien asomándose por la puerta, era aquella chica de cabello largo oscuro, que ahora lo tenía recogido en una coleta alta. Usaba unas gafas redondas completamente oscuras, su piel se veía más pálida de lo que recordaba, pero podía notar el sonrosado de sus mejillas a pesar de verla a unos metros de distancia.

—¿Ya nos vamos o qué? —Dijo con aquella voz que me hizo volver al pasado en un segundo, no se si fue la manera tan tajante que lo dijo, o por un segundo por su forma de verle vestida me recordó a aquella chica que iba por la vida despreocupada. Entró por completo a la oficina, usaba un conjunto deportivo negro con blanco que la hacía parecer que recién salió de la cama.

—¿Ella? —Pregunté incrédulo ¿Qué no se había ido para ya no volver?

—Yep yo —Dijo levantando las cejas, pude notarlo a pesar de que sus gafas eran enormes. Noté que tenía un termo en su mano. —¿Algún problema con eso? —Dio un trago.

Sentí como una espinita se encajaba en el fondo de mi ser cuando la escuché contestarme de esa forma. —No, ninguno —Dije levantándome. —¿Entonces es todo?

—Sí, ella ya lleva todo lo necesario.

—Bien, nos vemos en algunos días —Dije saliendo de la oficina, Alex pasó por mi lado y dio un tipo de abrazo a Tyler, caminé sin terminar de presenciar la escena.

Caminé hasta mi auto cuando la escuché hablar.

—¡He, Aiden!

—¿Si? —Dije ya con un pie dentro del auto.

—Los dos vamos a donde mismo, ¿no crees que sería más prudente irnos ambos en un auto en vez de cada uno en el suyo?

Me encogí de hombros —Si quieres súbete, yo manejaré —Dije entrando al auto. Ella hizo una mala cara.

—Abre la cajuela —Dijo mientras caminaba hacia la camioneta de Tyler. Bajó una maleta morada con decoración de flores. Me hizo una señal y yo apreté el botón haciendo que la tapa de la cajuela se levantara. Yo no me moví ni un segundo, Alex era lo suficientemente capaz de introducir la maleta. Un minuto más tarde, se introdujo en el coche.

—¿Puedo? —Levantó su termo y una bolsa de panqueques que traía en las manos.

Suspiré y volví la vista al frente —Solo no lo riegues.

—No soy estúpida —Dijo volviendo la vista al frente, puse el GPS y en cuando me indicó la ruta puse en marcha el auto.

—¿Quieres? —Me tendió los panecillos.

—No gracias.

—Están buenos.

—Ya desayuné.

Durante unos 40 minutos permanecimos en silencio, ella ya no volvió a decir nada y yo iba concentrado en el camino, dentro de poco saldríamos de la ciudad y comenzaría a tomar carretera. Ella iba agachada en su celular, a veces escribía en el y otras tantas solo miraba.

—¿Puedo poner música?

—¿Qué clase de música?

—¿Puedo o no?

—El auxiliar está atrás.

Ella se quitó el cinturón y comenzó a patalear al momento que lo buscaba —Aquí está —Dijo sentándose de nuevo, abrochó su cinturón y conectó el celular. Segundos más tarde puso River.

Volver a tiWhere stories live. Discover now