30. Costia

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Al límite, al maldito límite acababa de llevarme, no podía dejarme ir a mi ritmo, claro que no, tenía que hacerme estallar, y para colmo decir cosas bastante despectivas sobre Costia, pero, ¿qué demonios sabía ella? Nada, no sabía nada, precisamente porque yo me había callado como una perra, maldita sea, Clarke, ¿por qué eres tan idiota? Tomé rumbo a ninguna parte, mientras maldecía mentalmente todo lo sucedido, ¿me excedí en mis comentarios despectivos? Sí, soy consciente, pero me había hecho rabiar su actitud, porque soltó su lengua viperina y me hizo sentir acorralada, haciendo yo exactamente lo mismo que ella, entrar al trapo, a todo volumen.

Clarke, Clarke... Todo había comenzado con su referencia al amor, porque me pilló de malas y contesté aún peor, despreciando el amor que me estaba cediendo ella, amor que yo podía sentir, pero de alguna forma no pude aceptar en ese mismo instante.

¿La quiero? Claro que sí, la he querido siempre, pero ¿será eso suficiente?

Después de todo, había estallado toda la verdad en nuestras caras, no sé cómo fue que Clarke descubrió la foto de Costia en mi mesilla, pero me hacía una idea de cuándo fue, anoche, después de la espectacular sesión se sexo, tuvo que ser entonces. De cualquier manera, me había hecho estallar y al final había acabado contándole la verdad, Costia estaba muerta. No lo hice de la mejor manera, vaya que no, fue la peor si acaso, pero ya lo había dicho, ya se lo había contado y ahora habría que ver cómo manejaba ella esa información.

El problema era que, después de haber evitado el tema sobre su huidiza actitud al compromiso en público, todo estalló, le dije lo que pensaba de muy malas formas y ahora ya no podía volver atrás. Mentiría si dijera que no sentí mi alma partirse en pedazos cuando vi sus ojos llenos de lágrimas, pero es que ya estaba hecho, ya me había sulfurado y le había dicho cosas bastante hirientes.

Para colmo de males, no solo le había dicho de malas maneras que no soportaba su manía de ocultar nuestra relación a nuestro entorno, es que además le había echado la culpa de todo a ella, me había casi burlado de lo que estábamos creando, pero ni sabía lo que estaba haciendo, simplemente me ofusqué y dije las cosas sin pensar. Mierda, es que además había salido huyendo después de decirle que Costia había muerto, después de contarle esa verdad que yo misma había ocultado por el bien de nuestra relación, verdad que había terminado por ser un arma arrojadiza.

Le había dicho que no quería verla nunca más, pero nada más lejos de la realidad, tan solo necesitaba calmarme, necesitábamos calmarnos, pero ¿sería capaz de perdonarme? Porque la verdad es que todas las cosas que le dije fueron de mala manera y muy hirientes.

¿Cómo pude ser tan rastrera? Joder, le había echado la culpa de no formalizar la relación, pero es que tal vez ella tenía parte de razón y Costia seguía estando ahí. Ella era cobarde por no querer contarle lo nuestro a nuestras familias, pero yo era aún más cobarde por no ser capaz de enfrentarme a mis sentimientos, por no hacer frente al terrible miedo que me daba abrirle mi corazón del todo a Clarke, por si acaso terminase rompiéndome, por el temor que sentía a contarle toda la verdad, por si acaso eso nos terminase destruyendo.

¡Diablos! ¿Por qué es todo tan difícil?

Sin darme cuenta había llegado al cementerio donde estaba Costia enterrada, al final, cuando las cosas se me salían de madre, acababa aquí, hablando, o simplemente estando, frente a su lápida, como si pudiese solucionar las cosas, siempre conseguía calmarme, enfriarme la cabeza. Aparqué la moto y fui directamente hacia el lugar donde estaba enterrada. Y allí estaba, mirando de frente a una piedra de mármol, donde a varios metros bajo el suelo se encontraba el féretro del amor de mi juventud. Me arrodillé y repasé con mis dedos la inscripción:

Hasta que llegaste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora