Capitulo 7

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—¿Te encuentras mejor? —le preguntó a Rachel, al verla dejar la taza en la bandeja.

—Sí, mucho mejor. ¿Qué quería preguntarme?

—Si lo que dices es cierto...

—Lo es.

—Bueno, entonces supongo que debo preguntarte lo que piensas hacer.

—Hay varias opciones —le dijo suavemente.

—¿Y has tomado ya alguna decisión?

—No. Todavía no he decidido nada.

Estuvieron mirándose el uno al otro durante largo tiempo, haciéndose ensilencio montones de preguntas que habían quedado sin respuesta.

—Me gustaría participar en la decisión que tomes.

—¿Así que me cree?

—No necesariamente.

—¿Entonces por qué molestarse? En cuanto salga de aquí, no tendrá que volver

a verme en su vida.

—Siempre hay alguna posibilidad de que me estés diciendo la verdad —le

dijo—. En ese caso, Rachel, no dudes que me involucraré voluntariamente. Suelo

tomarme mis responsabilidades en serio.

—Yo no soy responsabilidad suya, puedo cuidarme sola.

—Eso ya lo veremos.

—¿Va a investigar mi pasado, señor James? —le preguntó con sarcasmo.

Reid se levantó.

—Desde luego. Y por mí Rachel, creo que podemos prescindir de las formalidades, ya es un poco tarde para andarnos con tonterías, ¿no crees? Llámame

Reid —la miró a los ojos—. Aquella noche lo hiciste repetidas veces.

A Rachel se le secó la garganta.

—No me acuerdo.

Reid se acercó a ella y apoyó una mano en cada uno de los brazos de la silla.

—Entonces déjame refrescarte la memoria.

Se inclinó para besarla en la boca y Rachel permaneció absolutamente quieta, sin ofrecer resistencia. Como si fuera lo más natural del mundo, entreabrió los labios para que Reid introdujera la lengua en su boca y encontrara la suya, dispuestas a ambas a danzar como viejos amantes. La primera cosa de la que Rachel fue consciente fue del calor. Después de la fragancia de Reid y de su sabor, y a partir de ahí empezaron a inundarla los recuerdos. Sintió en el vientre una poderosa punzada de deseo y el calor que Reid le transmitía llegó hasta los rincones más escondidos de su cuerpo. El pulso se le aceleró hasta alcanzar una velocidad alarmante. Apoyó la cabeza contra el respaldo de la silla y Reid continuó profundizando su beso. Reid se sentía como un alcohólico al que le hubieran negado la bebida durante mucho tiempo. El corazón y la cabeza le latían al unísono mientras se llenaba de ella. Rachel gimió, y su gemido vibró en el interior de Reid, en su boca, en su corazón, en su alma.

Y en ese momento volvió el miedo, que la obligó a liberarla.

Se miraron a los ojos, respirando ambos con dificultad, como si hubieran estado corriendo.

—Lo siento —dijo Reid suavemente. No sabía por qué, pero aunque no era algo muy normal en él, tenía la necesidad de disculparse.

—¿Por qué ha hecho eso? —le preguntó Rachel.

Reid apretó los puños, se dio la vuelta y se alejó un poco de Rachel.

Inmediatamente se volvió para contestar:

—Tenía que comprobar si tu sueño sólo estaba en mi imaginación.

Rachel asintió, sabía lo que quería decir, comprendía su necesidad de comprobar que lo que habían compartido había sido algo más que un encuentro casual en una fiesta. Al igual que él, Rachel necesitaba una prueba inmediata y tangible para tener la seguridad de que lo que había creído un sueño era algo real. Y el beso se lo había demostrado a los dos. Reid la había besado, pero ella era consciente de cómo le había besado, de cómo había respondido a aquel beso. No había sido una respuesta instintiva. Rachel había entendido desde el momento en el que había rozado sus labios lo que quería de ella y cómo debía dárselo.

Llamaron a la puerta y Trudy asomó la cabeza.

—¿Estáis bien? —preguntó.

—Sí —contestó Reid, volviéndose hacia su escritorio—. Estamos muy bien.

—¿Puedo entrar?

—Por favor —respondió Rachel.

Miró a Reid para comunicarle en silencio que la conversación había terminado. Éste pareció responderle que sólo por el momento.

—Si esto ha sido todo... —dijo Rachel, mientras se levantaba.

—¿Puedo llamarte? —le preguntó Reid.

—Yo... Bueno, si quiere puede hacerlo.

—Quiero.

—Iré contigo a casa —dijo Trudy, y después se dirigió a Reid—. Al menos que me necesites para algo.Reid sacudió la cabeza.

—No —y acompañó a las dos mujeres a la puerta.

Rachel se volvió hacia él y le tendió la mano sintiéndose ridículamente torpe.

—Adiós.

—Gracias por haber venido —contestó Reid, estrechándole la mano.

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Hooolaa,  GRACIASSSSS!, Esta novela ha llegado al puesto #77 en categoria de Aventuras gracias a USTEDES! Todavia no me lo creo *-----------* Gracias Gracias

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