013

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Sairus
Era por la mañana, apenas despertaba encima de mi escritorio, es habitual, siempre estoy revisando evidencias hasta tarde o simplemente su ausencia no me deja dormir, la quiero, la necesito, necesito encontrarla. Me levanto del escritorio y voy de inmediato al comedor para desayunar.

— buenos días mi rey, durmió bien?- hablo una señora mayor dándole los toques finales al desayuno del chico.

— no realmente, no quiero hablar de eso, solo dame una enorme taza de café bien cargado.

— como diga señor

— señor- Christofer entra por la puerta apurando- Se...- se detuvo al notar que no estaban solos, recobró su compostura carraspeando- señor, su pedido está listo- el chico casi se ahoga con su café.

— Es-esta listo, enserio, si, si, si, si- el chico salta de la mesa sin tocar su comida- donde esta?- el joven rey se acerca a su sirviente por primera vez con una sonrisa de auténtica felicidad que dejo paraliza al mayor- Vamos dime

— Es- sígame, el rey comerá luego puedes proceder con tu otras responsabilidades- la señora hace una reverencia y continua en lo suyo- Vamos- empiezan a caminar por largos pasillo y salas, bajando interminables escaleras hasta que por fin, en el lugar más recóndito del castillo se encuentran frente a una gran puerta de madera algo deteriorada con una cerradura extraña.

— Que es, Donde.. donde estamos, que es esto?

— paciencia mi joven rey, paciencia.

El hombre, abre la puerta con una llave muy vieja, este se abre con un chirrido mostrando una amplia sala llena de libreros, más libros, estanterías, cientos de frascos dispuestos en estanterías que llegaban hasta le techo, tarros que parecían contener un pedazo de cada cosa o elemento existente el mundo.

— wao, esto... esto siempre estuvo aquí? Desde que era pequeño?- el joven que ahora parecía un niño pequeño con juguete nuevo no podría dejar de mirar a la enorme sala y a su fiel amigo con los ojos bien abiertos.

— si, desde las primeras guerras para la conquista, tus antepasado necesitaban algo más que la fuerza bruta para ganar así que acudieron a mi familia, desde ese momento la llave es cedida a cada nueva generación de brujos y está me tocó a mi- dijo enseñándole la llave- soy el último de los Bain- hablo melancólico- mis padres murieron sirviendo a tu abuelo y yo quiero ser como ellos.

— vaya, todo eso pasaba y yo no me enteraba.

— apenas eras un niño, cuando llegarás al trono se te informaría de este tipo de cosas, era.... era el deber de tu padre enseñarte todo.

— oh

— se produjo un silencio algo incómodo- pero bueno no vinimos ha hablar venga mire esto.

Chris llevó a Sairus al centro de la gran sala donde había un pentagrama circular con símbolos raros, un libro sobre una mesa, una frasco con un líquido de color blanco, y una daga con una B grabada.

— señor quiero recordarle que no hay marcha atrás, y podría tener efectos secundarios grabes, hasta ocasionar la muerte, está seguro de esto.

— el chico solo le dio una media sonrisa antes de decir- no tengo nada que perder.

— suspiró- está bien, siéntese en la mitad del pentagrama- el joven obedeció- ahora necesito que piense en la persona que más ama en este mundo y se aferre a ella muy fuerte, muy bien comencemos.

El brujo comenzó a hablar en lengua que no comprendía, sintió calor a su alrededor como si lo cubrieran llamas, luego su corazón empezó a brillar y de hay salió una luz de color azul, que fue flotando al frasco que ahora estaba abierto y en manos de Christofer, el líquido de inmediato cambio de color y Sairus no se podía mover, estaba hay como estatua, en pleno silencio no escuchaba ni un solo ruido hasta que Chris mencionó unas palabras incomprensibles y él siente como si lago lo sujetase y lo elevara un poco del suelo, luchaba contra eso pero no había forma de zafarse. Que todo está.... negro?, la fuerza que lo tenia prisionero simplemente lo soltó.

Serás mí reina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora