Capítulo 8

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Mientras salía de la ducha y se secaba el pelo, no podía dejar de sonreír. Se sentía feliz. La esperanza, definitivamente, era lo último que se perdía. Hizo todas las tareas corriendo y seguía corriendo de un lado a otro cuando sonó el teléfono a las siete.
Dulce vaciló antes de contestar, pensando que sería Diana para darle otra interminable lista de consejos. Y no quería contarle lo que había pasado el día anterior con Christopher. De repente, le parecía algo precioso, un secreto que quería guardar en su corazón. Por otro lado, podría ser su madre, pensó.

— ¿Dígame?

— Hola, soy Christopher.

— Ah.

— Ah de alegría, espero — rió él.

— Sí, claro. De alegría — contestó Dulce.

— He estado pensando en ti todo el día.

— ¿Debería pedirte disculpas?

— No, ha sido una distracción muy agradable. Ahora mismo tengo que hacer un esfuerzo para no ir corriendo a tu casa. Necesito dormir un poco para poder funcionar mañana.

— Sí, es verdad. Mañana tienes varias reuniones — dijo Dulce entonces, de nuevo en su papel de la secretaria perfecta.

— Podrías ponerte ese vestido de los botones. Es muy sexy ese vestido. Muy... prometedor.

Dulce apretó los muslos, recordando las sensaciones de la noche anterior cuando él...

— Y ponte medias. De esas que terminan a mitad del muslo. Nadie más que tú y yo lo sabrá, Dulce. Si haces eso, las reuniones pasarán volando, estoy seguro — siguió Christopher, con voz ronca.— No hay nada como una promesa.

Ella sintió un escalofrío. ¿Quería decir que después de las reuniones...? ¿Quería hacerle el amor en la oficina?

— ¿Dulce?

— ¿Sí?

— ¿Te he asustado?

— Sí... no. Quiero decir, no sabía qué querrías de mí mañana.

— A ti. Te quiero a ti. De todas las formas posibles — contestó él.

Dulce se llevó una mano al corazón. ¿Sería sólo sexo o quería decir que le gustaba como persona?

— ¿Recuerdas lo hermoso que fue? —preguntó Christopher entonces.

— Sí, claro.

— Mañana lo será también. Es una promesa.

— Iré como tú quieres —decidió ella entonces.

— Muy bien. Soñaré contigo.

Después de colgar, Dulce sacudió la cabeza. Era increíble el poder que Christopher Pierson tenía sobre ella. Sin
embargo, no tenía la impresión de estar dejándose manipular. Llevaba toda la vida controlándolo todo, pero no podía controlar a Christopher. Y quizá fuera mejor así.

______❤______


Christopher, sentado frente a su ordenador, miraba unas cifras que debería estar comprobando, pero no podía concentrarse. Dulce debía de estar a punto de llegar... No recordaba haber deseado tanto ver a una mujer, pero ¿habría cometido un error al acostarse con ella?

El sexo había sido fantástico. Dulce era una extraordinaria compañera de cama... una vez que hubo superado sus inhibiciones. Sin duda, eran de su época con Brendan, que no había sabido hacerla sentir bella y deseable, que no había sabido apreciar la mujer que tenía.

Amor de nueve a cincoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora