Final

2.2K 144 19
                                    

Dulce apenas escuchó al coro de niños rescatados por la fundación World Vision. Ni al siguiente grupo de niños, que hizo un baile típico. La gente daba discursos a los que ella no parecía capaz de atender. Cenó automáticamente, sin disfrutar de la comida. El hombre que estaba sentado a su lado dominaba todos sus pensamientos. Luego, cuando una orquesta de jazz empezó a tocar y las parejas se levantaron para ir a la pista de baile, tuvo que agarrarse al borde de la silla.

En cualquier momento podría declinar la invitación, claro. Él no podía obligarla a bailar. Pero un rechazo sorprendería a Nancy que, inevitablemente, insistiría en que «lo pasara bien». Podría decir que le dolían los pies. Pero no se había quejado de dolor de pies ni una sola vez en todo el viaje. Christopher se levantó entonces. La orquesta es taba tocando Moon River, una canción muy lenta.

— ¿Bailamos, Dulce?

Ella miró la mano que le ofrecía.

— Vamos, querida — la animó Nancy.— Yo estaré encantada mirando.

No tenía alternativa, pensó. Muy bien, bailaría con él. Pero no iba a acostarse con él, decidió, por mucho que lo deseara. Era una cuestión de... de... Olvidó de qué era la cuestión cuando Christopher la apretó entre sus brazos.

— ¿Por qué no me has dado la bienvenida, Dulce? — le preguntó al oído.

Ella tragó saliva. Resultaba difícil pensar cuando Christopher estaba tan cerca. Además, esa pregunta tan directa era un ataque. La obligaba a dar explicaciones... que no tenía por qué dar.

— Estoy con tu madre.

— ¿Y?

— No está bien... no está bien hacerle creer algo que no es —dijo Dulce por fin.

— No te entiendo — replico Christopher. —Los dos somos libres y podemos hacer lo que queramos, ¿no? —sonrió entonces, deslizando una mano por su espalda—. Te deseo, Dulce. Y pensé que tú me deseabas también.

— Eso es algo privado entre tú y yo.

— Cierto. Pero yo no tengo problema para hacerlo público. Y no creo que mi madre pusiera ninguna objeción. Le caes bien.

— No es eso, Christopher. No lo entiendes.

— ¿Qué es lo que no entiendo?

— A Nancy le gustaría que esta fuera una relación seria. El otro día me dijo que esperaba que volvieras a casarte ahora que ya has conseguido el divorcio. Está deseando tener nietos.

— ¿Y no crees que el matrimonio pudiera ser una opción?

Sonaba como un reto, como si ella hubiera tomado una decisión sin contar con él.

— Tú mismo dijiste que no tenías intención de volver a casarte.

— No pienso volver a casarme... a menos que esté completamente convencido de que no voy a cometer un error como el que cometí con Tara. Pero no creo que tarde tres años en darme cuenta de si es un
error.

— ¿Tres años? ¿A qué te refieres?

— Tú estuviste tres años con Brendan, ¿no?

Ella asintió, sorprendida. ¿Por qué le hablaba de Brendan? ¿Qué tenía él que ver con todo aquello? Entonces la música terminó. Y dejaron de bailar, pero Christopher no la soltó.

— ¿Por qué no me habías dicho que Brendan estaba en Nepal?

— ¿Qué?

— Ya me has oído.

— ¿Brendan me ha llamado a la oficina o algo así?

— ¿Eso te gustaría? —preguntó Christopher.— ¿Le has llamado tú para decirle que ibas a Nepal?

Amor de nueve a cincoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora