Capítulo 7

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Después del shock inicial que sufrió la familia Hale-Stilinski- Reaken al recibir noticias de viejos conocidos todos volvieron a su vida normal.

Theo iba saliendo del estudio jurídico, donde trabajaba con Peter, aquel día era uno de los pocos donde podía volver a casa directamente después del trabajo ya que no tenía clases, estaba a unos pocos pasos de llegar hasta su amada camioneta azul cuando recibió un mensaje de su esposo pidiéndole que pasara por algún supermercado para comprar un poco de queso y muchas bolsas de papas fritas y nachos, al parecer su marido tenía buenas noticias, es decir, el chico dejaba que Noah comiera frituras solo en ocasiones especiales.

El rubio sonrió al pensar en su humano especial. Aún no podía creer lo afortunado que era por tenerlo en su vida y poder compartir cada momento junto a él, que su cachorro llegara a sus vidas había sido solo un regalo más y tan increíble que no tenía palabras para describir lo que su familia le hacía sentir. Él sabía que había hecho muchas cosas malas en su vida. ¡Dios! ¡Había matado a su propia hermana! Y la lista era realmente larga para la edad que tenía pero ya nada podía hacer contra eso, al menos era lo que Stiles repetía cada noche. Debía dejar el pasado atrás, de todas formas no podían hacer nada por cambiarlo, lo único que podían hacer todos ellos era concentrarse en el presente y el futuro, no cometer aquellos errores y buscar lo mejor para las personas que amaban. Sabía que no se merecía tanta felicidad, esa que sentía cada día al pensar en su familia, en su hogar, ni el amor que ellos sentían por él y que demostraban cada día, pero no podía renunciar a eso, a ellos, tampoco quería hacerlo, seguía siendo un poco egoísta al final de todo pero estaba bien con eso, no lastimaba a nadie, en realidad era todo lo contrario, Stiles y Matthew eran felices junto a él, Theo podía olerlo cuando estaban en la misma habitación todos juntos.

El rubio de verdad que amaba cada momento que pasaba junto a su esposo e hijo. Desde su reencuentro con Stiles que se había prometido a sí mismo que cambiaría. Cada día era feliz cumpliendo esa promesa y la sonrisa en su humano favorito al despertar y verlo era todo lo que necesitaba para saber que abandonar Beacon Hills fue la mejor decisión que pudo haber tomado en su vida, que dejar de lado sus ganas de vengarse fue la decisión correcta porque el odio que sintió alguna vez por Scott nunca serían más fuertes que el amor que sentía por Stiles, por Matthy y sus suegros, que todo lo que había pasado en esos años valía totalmente la pena porque, incluso sin buscarlo, tenía una manada propia, una donde era un miembro importante y no era menospreciado, tenía una familia donde no lo dejaban de lado, era feliz y amado, más de lo que alguna vez deseó.

Cuando llegó a su hogar ya eran casi las siete de la tarde. Dejó su camioneta estacionada en el garaje y fue hasta la cocina, podía oler la esencia de su hijo y marido allí y también podía escucharlos.

La quimera sonrió feliz al ver la imagen que tenía frente a él. Su marido estaba cocinando pastas, tenía puesto un ridículo delantal de cocina atado a su cintura, el delantal tenía una divertida hamburguesa dibujada en el medio y había una inscripción debajo de ella que decía "estoy para que me comas", sabía que debía ser nuevo ya que hasta ahora no lo había visto, aunque no le sorprendía, Stiles era fanático de comprar delantales así, su favorito era el que tenía el cuerpo de Batman, el castaño realmente amaba esa cosa. Stiles tenía toda la cara llena de harina, también el pelo e incluso había un poco en sus brazos. Mientras tanto Matthew estaba en su huevito sobre la isla de la cocina, jugando con su mordedor y balbuceando algo que, podía apostar, sonaba como la extraña canción que estaba cantando su papi en ese momento.

- ¿Desde cuando escuchamos canciones en español? - preguntó Theo luego de disfrutar unos minutos del pequeño show que estaba dando Stiles sin notar que tenía público.

- ¡Dios! ¡Idiota! Me asustaste- se quejó el humano al escuchar a su marido detrás de él.

-Lo lamento, pero es que llevo varios minutos detrás de ti, viendo como mueves las caderas- respondió el rubio mientras rodeaba a su esposo por la cintura y lo besaba suavemente.

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