EPILOGO

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Dos años después

La mansión Stilinski-Reaken, aquella casona situada a las afueras de Beacon Hills, había sido elegida esa noche como lugar de encuentro para recibir a la manada McCall. Las luces de colores que adornaban la parte de afuera de la cosa iluminaban los arboles que la rodeaban, dándole un aspecto realmente mágico para cualquiera que la viera. Mientras tanto, los dueños de aquel lugar tan hermoso estaban muy ocupados con un pequeño grupo de cinco niños que no se quedaban quietos, ninguno de ellos estaba de acuerdo con la idea del alfa de su manada, con aquel humano que los protegía y amaba siempre, ese al que veían como a un superhéroe pero que esa noche quería que ellos usaran ropa incomoda.

El principal autor de esa revolución era nada más y nada menos que Thiago Whittemore. Al ser el más grande era, por lo general, el de las ideas.

Mientras tanto, sus hermanos, Matthy y la pequeña Freya lo seguían como unos pequeños soldaditos.

Freya Stilinski-Reaken había llegado a sus vidas unas semanas después de que volvieran de Beacon Hills. Era un pequeño bodoque de tan solo cuatro meses cuando Stiles y sus hombres entraron a la casa de la madre, tenían suficiente pruebas como para sospechar que ella era la co- autora, o cómplice, del secuestro y posterior asesinato de cuatro mujeres, lamentablemente no se habían equivocado. Pero ella se había quitado la vida un día antes de que ellos llegaran y no le importó dejar a su hija en la misma casa donde estaba su cadáver. Lo único que pudo agradecer Stiles fue que ella nunca recordaría nada de eso. Theo y él habían decidido llamarla "Freya" cuando Stiles le explicó su significado. Su hija era hermosa, y sería amada por toda la familia, sería una guerrera, él lo sabía, su hija lucharía siempre para conseguir todo lo que quisiera porque ellos la educarían de esa forma. Tenía dos años ya y era una pequeña copia de Stiles, mientras que Matthy era más como Theo.

Peter y Noah estaban sentados en la sala mientras que las dos parejas peleaban para poder vestir a los niños.

- ¿Deberíamos ayudarlos? – preguntó Noah al escuchar el grito de Jackson.

-Tal vez, porque si seguimos así los invitados ya llegarán pero ellos no estarán listos – respondió el lobo, aunque ambos estaban divirtiéndose con la situación.

Al final decidieron subir al segundo piso para poder ayudar.

- ¿Qué sucede aquí? – Peter alzó la voz para llamar la atención de todos.

-Sucede que estos pequeños demonios no quieren vestirse – se quejó Stiles, como si él fuera un niño más en lugar del padre de dos de ellos.

- ¿Cómo? ¿Pero no les contaron? – Peter se hizo el sorprendido – Si ellos no se visten no tendrán obsequios, Theo, creí que se lo dirías – dijo con falsa indignación, cosa que hizo reír al resto, aunque lo ocultaron, de otra forma lo niños lo sabrían.

- ¿No vendrá? – Thiago se acercó a su abuelo Peter para poder hablar con él.

- ¡Claro que no cariño, Santa Claus no vendrá si ustedes no dejan que sus padres se vistan, recuerden que él solo visita a los niños que se portan bien! – el mayor de los Hale sabía que era con Thiago con quien debía hablar si quería que el resto hiciera caso también.

-Es verdad, el libro de papá lo dice – la pequeña voz de Matthy sonó en el pasillo donde estaban todos. Y como si esa fuera toda la confirmación que necesitara, Thiago dio un paso hacia donde estaba su papi Ethan para que este terminara de vestirlo, el resto lo siguió a los pocos segundos.

-Eres increíble – susurró Noah en el oído de su marido.

-Es la experiencia amor, crecer en una casa llena de lobos te da eso – explicó con humor mientras besaba castamente a Noah.

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