Capítulo 2

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"No juzgues mis decisiones, sin saber mis razones"

23 de junio, 2017

¿Alguna vez te has sentido perseguida por el miedo? La presencia que alguien te mira y te pueda hacer daño. Sentir ese frio y sentirte atrapada, pero aun así dar un semblante de que eres una mujer segura y madura para tu edad.

Eso sentí  esa noche en el Evento de Caridad Para los Niños de Ahora. E.N.A. Era una velada dirigida por mi padre que se celebraba anualmente, donde señores de la alta se presentaban para dar donaciones a los niños sin hogar de todas partes del mundo.

Y yo, su única hija, por tercera vez estaba presente dando la bienvenida a cada uno de los invitados. Por obvias razones no quería estar sola esa noche, por eso había insistido tanto a mi madre, -Verónica- que me dejara invitar a Chantal para que me ayudara.

— ¿Y por qué no quieres estar sola?—preguntó Chantal dando la espalda al escenario donde hablaba Brad Russo.

— Porque aquí siempre es aburrido. —dije acariciando mi vestido blanco de seda. —Además—agregué mordiéndome el labio inferior—, aquí hay chicos muy guapos.

— Bebita. Son puros señores viejos.

— ¿Y?—sonreí de medio lado.

Yo buscaba con ansias a Jean O'Brien el hombre más apuesto del puto universo, pero muy mayor para hacerle caso a una chica de veinte años. Jean era el mejor amigo y socio de mi padre y, ambos habían sido profesores en Harvard, desde ese momento se volvieron inseparables. Todo lo tenían que hacer juntos.

Cuando Jean estaba al lado mío era amable y caballeroso, nunca me miró con deseo, ni siquiera se quedaba a solas conmigo. Para mi desgracias me miraba como una hija.

Yo solo anhelaba que un día sus labios se posaran sobre los míos y me hiciera el amor encima en su escritorio hasta quedar llenos y cansados.

— ¡Cómo qué y!

Por un segundo olvide que Chantal estaba al lado mío. ¿Lo ves? Cuando pienso en ese señor me olvidó del tiempo.

— ¡Ay Chantal! No me vengas con tu sermón que ya estoy cansada de que siempre me digas lo mismo. —Mi sonrisa se borró en segundos.

— Es que es la verdad. ¿Para qué seguir enamorada de un señor que ni te pone atención? —dijo Chantal volteándose para ver al dueño de mis fantasías sexuales.

Yo hice lo mismo y lo miré seria. Nuestras miradas se toparon y mi corazón dejó de latir. El señor levantó la copa de champagne y nos sonrió. Mi pecho se hizo grande, pero tuve que seguir escuchando el discurso de mi amiga que era políticamente correcta.

—Él si me pone atención.—Mentí sin mirarla.

—Te lleva siete mil años—exageró—. Yo nunca besaría a un hombre tan anciano. —agregó antes de darle un sorbo a su copa de vino tinto.

—Eres una dramática, Chantal.—Estiré mi mano para darle un suave golpe en el brazo—. Pero algo debes de saber es que Jean O'Brien será mío. —Me crucé de brazos y levanté la copa de agua cuando el mayor me volvió a mirar. —Sera mío y yo seré su bebita de azúcar.

******

21 de mayo, 2018

—Señorita Russo venga conmigo.

Ophelia se detuvo en seco, tragó tan fuerte que le dolió su garganta.

«Estaba lista para salir en televisión como la principal sospechosa del asesinato de Jean. Pero también estaba orgullosa de mí por haberlo hecho. Haber acabado con esa mierda de ser humano.»

Ella giró con lentitud sobre sus talones,-como de costumbre- bajó su mirada solo para escuchar que más diría la persona que le hablaba.

—Creo que está corriendo demasiado rápido y me da miedo que tenga un accidente.

Ella soltó una suave risita, dejando escapar el aire que tenía retenido en sus pulmones. Era Adonis que la había seguido en todo su recorrido.

— Eres un idiota, Adonis. —resopló la rubia mirando hacia los lados.

— ¿Quieres que te acompañe a casa? —preguntó frunciendo su ceño con precaución—. Me da miedo que haya un asesino en serie y te quiera lastimar, Oph.

«Tonto, si supieras que tú eres el que corre peligro conmigo.»

— Solo estoy nerviosa, Nis. —Pasó la mano por su rostro para quitar rastros de cansancio— .Sabes que él era amigo de mi familia... no quiero pensar como estarán en casa. —Se muerde el labio inferior—. ¿Crees que me pueda ir a quedar a dormir a tu casa hoy? No creo que alguien venga por mi esta tarde. —Ladeo la cabeza y cruzó sus largas piernas para que su falda rosada se subiera un poco.

Los ojos celeste claro del muchacho fueron de los pies ajenos, subiendo lentamente por las pantorrillas, hasta detenerse en los muslos pálidos de la rubia.

— ¿Adonis? ¿Nis? —La muchacha intenta llamar su atención.

—Sí...—se aclaró la garganta—. Claro, pero ¿segura no quieres ir a tu casa para estar con el señor Brad?—preguntó bajando el primer escalón.

—No,papá no está en casa. Y mi mamá pensara que me quedé con las chicas—Le guiñó antes de bajar las escaleras seductoramente.

Tenía que hacer lo posible por mantener a Adonis entretenido y que no le hiciera preguntas sobre el por qué estaba inquieta.

Los dos subieron al vehículo el cual lo manejaba en chofer de la familia Volkov.

El sol poco a poco se comenzaba a esconder, pero los nervios de la rubia estaban cada vez más a flor de piel, porque ahora la noticia era publica.

"Se sospecha que puedo haber sido una mujer, pues Jean frecuentaba tener relaciones sexuales con jovencitas de las universidades. Ofreciéndoles becas, departamentos, dinero y carros.

— Apaga esa mierda, Adonis. —gruñó la chica para que apagaran el radio —. Estoy cansada de oír eso todo el día.

— Hank, apaga el radio.

El chofer apagó el radio así como lo ordenó su jefe.

El silencio comenzó a invadir el carro. Ahora eran solo las respiraciones de los dos muchachos, el ruido de los carros de la ciudad se escuchaba, hasta que el castaño habló suave cerca del oído de su acompañante femenina.

— Oph... sé que esta no es una buena ocasión, pero si no lo hago ahora creo que no lo hare nuca. —El ritmo de su voz era rápido al hablar—. ¿Te gustaría ir al baile de Neon conmigo el próximo viernes? —Cerró con fuerza sus ojos.

Demasiado tímido para Ophelia.

La pregunta no tomó de sorpresa a la chica porque ella sabía que él se lo iba a pedir. ¡Oh vamos! Ya eran casi nueve años de estar amándola en secreto y ella siempre buscaba una excusa para decir que no.

— Nis...Gracias pero como has dicho antes. No es una buena ocasión ¿vale? No tengo cabeza para andar pensando en esas cosas.

— Cierto...Que tonto soy. Perdona.

«Exacto, Adonis. Eres un imbécil. Pero la maldita perra no soy yo. Solo soy un simple  títere al igual que tú, solo que yo si soy inteligente»

Ophelia #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora