Capítulo 5

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Más vale feo y bueno que guapo y perverso.

¿Qué si ella tenía miedo? Nah, no tenía nada a qué temer. Esta no era la primera vez que la acusaban por algo así, no era la primera vez que estuviera en ese maldito cuarto gris con tan mala calidad de luz.

No solo el mal olor; también era el frío y el único bombillo que alumbraba el centro de la mesa donde la miraban la pelirroja asiática y el gran Anderson. Los dos debatían si de verdad ella tenía algo que ver en aquella muerte, y la verdad es que sí.

Quizá la iban a criticar y a meter por mucho tiempo en la cárcel, pero al fin la rubia sentía liberada. Al fin saldría de esa maldita pesadilla en la que se metió meses atrás.

"Eres tan tonta. Es lógico que yo extermine a ese estúpido. Aunque también pueden culpar a la zorrita de Sasha"  Se decía la chiquilla mordiéndose el dedo índice para ocultar las ganas que tenía de reírse en la cara de la policía.

Cuando la oficial volteó a mirla, ella solo abrió los ojos con una fingida sorpresa. No sería capaz de dar su brazo a torcer en esos momentos.

—Y aquí están las pruebas de que Ophelia Russo frecuentaba a Jean por las noches. En algunas ocasiones entraba sola, pero días como los viernes parecían tener orgias o trios. —La mujer de cabello corto lanzó sobre la mesa los documentos y fotos que estaban en un folder.

Anderson de inmediato miró a su clienta para buscar una respuesta, y ella solo comenzó a llorar con fuerzas. Ella tenía que parecer la víctima, y claro que lo era, después de todo lo que le había hecho Jean.

Ophelia cerró sus manos y sus ojos para que así las falsas lágrimas brotaran con más facilidad. Clavó sus uñas en la palma de su mano para sentir algo de dolor y así tener algo de poder llorar por algún motivo. No lloraba por sentirse culpable de sus aberraciones, porque de hecho estaba orgullosa de la mayoría de ellas, comenzando por haberse comprando toda la ropa y lujos que deseaba.

—No puedo hablar. No quiero hablar—jadeó la chica agarrándose de la mesa—. Anderson me siento mal. Yo no tengo nada que ver con esto.

El mayor pareció estar confundido, pero por profesionalismo intentó mantenerse sereno y continuar hablando.

—A mi cliente le dijeron que ella vendría solo a responder unas preguntas sencillas. —reclamó el más alto.

—Exacto, Anderson. —sonrió la pelirroja sentándose en la silla, sin mirar a la chica del video—Todavía no comenzamos con las preguntas. —le guiñó al hombre que estaba en el cuarto.

—No te preocupes en responder, nena. —le susurró Anderson a la ojos grises que parecía un cachorrito resentido.

Ella asintió y esperó a que la mujer la atacara de preguntas.

—¿Tenía  usted un romance con la víctima?

—No.

—Pero si tenían sexo casual.

—Sí.

Los ojos negros de la oficial no se apartaban de los ajenos que miraban hacia la nada. "¿Acaso esa niña cree que me engañara?"

—¿Desde hace cuánto? —Se acercó más a la oyente para intimidarla un poco, pero para la contraria solo era divertido aquella situación.

—Desde hace como ocho meses—contestó echándose hacia el frente; sus senos ahora rozaban la mesa.

—¿Sus padres sabían de esto?

—Ella ya era mayor de edad. —interrumpió Anderson que no paraba de poner atención.

Ophelia #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora