| | Capítulo 1 | |

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TRIGGER WARNING: La siguiente historia contiene escenas no aptas para cualquier público como asesinatos, suicidio,torturas, etc.

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Capítulo 1:

Las carcajadas, agudas, rechinantes, golpeaban en su cráneo con un continuo repiqueteo. Ellas solo fueron el preludio del desastre, de la destrucción de todo lo que Alice había creado; o mejor dicho, de lo que le habían creado.

Pero, mejor comenzar por el principio ¿No? Remontémonos a los años prematuros de la niñez, donde Anastasia Duke canalizaba su ira en varias bofetadas dirigidas a la mejilla de su primogénita.

Y es por eso que Alice no fue una niña normal. Al menos no pudo gozar de esa cualidad habiendo tenido una infancia opaca, gris...vacía, en la que reinaba la pura vanidad.

Sus padres, los correctos señor y señora Duke, los dueños de la mayor empresa de juguetes de toda Gran Bretaña, le habían privado de la diversión que todo niño merecía, intentando llenar esa falta con el dinero: a través de clases estrictas, muñecas costosas y veranos aprisionados entre las paredes de su mansión.

Es por eso que la chica creció siendo una muchacha retraída, tímida, obediente. Anhelaba ser alguien.

Alguien que pudiese encajar en la sociedad, sin embargo ella tenía claro que era la pieza incorrecta del puzzle, y su familia se lo recordaba una y otra vez.

El tiempo no espera a nadie, y sin darse cuenta, la niña se transformó en un mártir atormentado por los fantasmas que aún no la dejaban dormir.

Gotas de lluvia golpeaban el cristal con capricho, mofándose de los pobres desdichados que no tenían un paraguas dónde resguardarse, y aunciando la llegada de una mañana fría y húmeda.

Alice, con dieciocho años y un humor de perros, se preparaba para un evento "importante". Era el cumpleaños de su prima Sonya y ese año correspondía celebrarlo en su hogar.

Observó su reflejo en el espejo del ostentoso tocador mientras cepillaba su cabello oscuro. Contempló con una mueca de desagrado los ojos carbónicos que le devolvían la mirada y la palidez insana de su piel.

En ocasiones, podía encontrar unas cuantas pecas perdidas por las mejillas de su rostro. Como lo detestaba. No sabéis cuánto.

Una figura masculina asomó por el umbral de su habitación.

—Señorita Duke, su familia la espera— informó Mauricio, uno de los mayordomos de la familia.

—Ahora mismo bajo, solo un momento por favor—pidió. Mauricio asintió y se retiró de la habitación. La chica se estiró la falda, corrigió la postura de su jersey y salió de la alcoba a paso ligero.

Bajo por las interminables escaleras de mármol que conducían al vestíbulo principal, y de este al comedor, donde probablemente se encontraban los padres de la chica.

La Juguetería 〚Laughing Jack〛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora