| | Capítulo 5 | |

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Capítulo 5:

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Capítulo 5:

La profundidad cruel, extasiada por el sufrimiento ajeno y deleitada por la expresión horrorizada de su víctima en los orbes vacíos del demonio, calaron en ella como una carga inmensa, aplastando sus fuerzas sin miramientos.

Entonces, Laughing Jack sonrió, mostrando una de sus múltiples armas mortales, encargadas de infligir un terrible dolor al pobre diablo que tuviera la desgracia de cruzar por su mira. En este caso, Alice era el mejor ejemplo.

Con tal de no mantener su temblorosa vista fija en la figura del payaso monocromático de nariz puntiaguda, la depositó en su acompañante, que se situaba a su costado, alzando las comisuras de sus labios con la tranquilidad de un depredador aguardando el momento indicado.

Hebras rojizas caían con gracia sobre los hombros, cubiertos por ropas elegantes que afinaban su porte, pero a su vez un tanto estrafalarias. Sus ojos centelleaban acompañados de un brillo verdoso inhumanamente intensos; estaban delineados por unas pinceladas de maquillaje que solo los hacía resaltar entre los rasgos de su rostro.

«Hermoso» logró florecer en la mente de Alice. Pero ese pensamiento marchitó y murió de una forma desoladora cuando advirtió del atisbo de enfermiza diversión con la que la contemplaba; esa misma fisonomía que se alzaba en su máximo rigor ante la violencia y el derramamiento de sangre.

-Ven aquí, mocosa. Acércate- su cuerpo respondió estremeciéndose, no obstante, no tuvo el valor para obedecer. Finalmente, la mueca sombría que entonó Jack al no ser complacido, hizo su labor, una labor débil; conmocionada ante tanto miedo, pero aún así dócil como un perro maltratado.

-Vamos a jugar a un juego muy divertido, pequeña Alice.

Los largos y colgantes brazos del monstruo se extendieron hasta agarrar con fuerza a su objetivo, sin molestarse si aquella acción le causaba daño alguno; y vaya que lo hacía, pero la función aún no había comenzado. Alice fue colocada en una mesa metálica, ubicada en el centro de la carpa, ya que semejante espectáculo debía acaparar la atención de las almas de los niños devorados por el sádico bufón, que murmuraban palabras indescifrables que se apreciaban como leves suspiros al oído. Duke fue atada por unas correas con restos de una sustancia carmesí reciente, que evitaron incluso que se removiera inútilmente.

-Las reglas son las siguientes: Te propondré un trato, un maravilloso trato que nos beneficiará a ambos. Yo consigo lo que quiero y tú... quizás sobrevivas- Una risotada histérica asomó por los labios cenizos de la encarnación del mal, a la cual le parecía muy divertida la situación en la que se encontraba su víctima. Al poco tiempo, se recompuso y continuó- Pero claro, no siempre soy tan generoso. Si no aceptas el trato que tan amablemente te estoy proponiendo, te arrancaré un brazo, luego el otro; una pierna, dos piernas, los huesos, los ojos, ¡Todo!

«Si cierras los ojos durante el proceso, morirás. Si te atreves a suplicar por tu vida, morirás. Y si deseas morir, no te concederé el placer»

-¡Jack, Jack! ¿Puedo usar su cadáver cuando termines? Podría convertirla en una hermosa pieza para mi colección.

-Cállate Jason, nadie va a morir, ¿verdad Alice? Solo tienes que aceptar asesinar a tus seres queridos; uno a uno, hasta que no quede ni una sola alma que alguna vez recibió tu cariño sobre la faz de la tierra. Entonces seguirás arrebatándole la vida a más seres inocentes en mi nombre. Y solo, en el momento en el que no haya ni una sola maldita emoción en tu ser, cuando no seas más que un cascarón vacío al que le causa placer aniquilar el brillo en los ojos de las personas, en ese momento nuestro trató habrá finalizado...¿Aceptas?

¿Qué haríais vosotros en la situación de la indefensa joven? ¿Aceptaríais tales perversas condiciones, o recibiríais a la muerte con los brazos abiertos creyendo que hicisteis lo correcto?

Al no escuchar la respuesta acertada deslizándose sobre la boca ajena, el payaso procedió con la función. No requería de instrumentos de tortura clásicos, como los que usaba su antiguo amigo Isaac; con sus afiladas zarpas le sobraba para causar el más profundo corte, pero tenía otro destino reservado para la pequeña pecosa encogida ante él.

Mientras tanto, Jason disfrutaba de las vistas, tomando nota mentalmente de los procedimientos requeridos por su compañero de tal noble oficio.

Un aullido de agonía retumbó por las paredes del circo, que sonrieron complacidas. Una, dos, tres uñas se desprendían de los dedos sangrantes de Alice. Su garganta adolorida no descansaba a medida que más partes de sus antes suaves manos rebotaban contra la arena. Pero no se atrevía a pedir clemencia, eso le había quedado claro. Sin embargo tampoco deseaba aceptar el trato; era una acción que solo los monstruos como él podían disfrutar.

¿Pero, acaso le quedaba otra opción?

-¿Y bien? ¿Cuál es tu respuesta?

-N-n-no l-lo haré...

-Es una lástima.

El silencio se sentó en su trono dorado, gritando triunfante. Huesos fracturados, la carne desgarrándose, un sonido sordo y el chapoteo del plasma deslizándose apresurado por el suelo; y la calma abandonó la sala. Las garras ennegrecidas arrojaron el miembro recién cercenado a algún rincón de la carpa, pero Alice no tuvo la oportunidad de presenciarlo, su vista teñida de rojo se lo impedía.

«El juego se acabó, querida. No te queda mucho tiempo ¿Qué me dices?»

-A-a-acep-

Y su consciencia fue abrazada con delicadeza por la negrura.

† 𝕃.𝕁 †

La Juguetería 〚Laughing Jack〛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora