Casi había terminado la semana y sentía el cansancio en los huesos. Tenía el cerebro hecho un puré caliente y verdoso, los ejercicios me parecían cada vez más complicados, pero a la vez, eran más conocidos. Por lo menos conocía todos los errores comunes y no los cometía a menudo. Había toda una lista de errores nuevos para cometer.
Andrea también se veía cada vez más cansada, la veía más pequeña, pálida y frágil. Parecía una flor marchitándose. Aunque le quedaba mejor el adjetivo de cadáver.
--Te ves mucho, mucho peor que yo— le dije una vez con una voz apagada.— Y ya ves, no me veo muy bien.
En esas cada vez más comunes ocasiones me respondía con un gruñido, pero el viernes, por fin, hizo algo diferente.
Me dedicó un intento de sonrisa, la cual no ayudaba realmente, porque parecía dopada.
--Un descanso no me vendría nada mal. Vida social…salir…
Sonreí, como de costumbre.
--Claro, acepto. Todo este tiempo pensé que tendría que invitarte, pero ya que lo has propuesto…
Estiró el cuello hacia atrás y lanzó la carcajada más escalofriante que alguna vez hubiera escuchado… un sonido agudo y ligero, pero nada agitado. Cuando su risa termino y no regresó el cuello a su lugar, pensé que se habría quedado dormida ahí mismo, pero se levantó al poco rato trabajosamente, como si nunca en su vida hubiera hecho un abdominal.
--Nooo— soltó y me aplastó una mano en la cabeza, como si yo de verdad tuviera 2 años—Eres un niño muy extrañoooo— Y en ese momento tuve la imperiosa, imperiosa necesidad de oler su taza de café en busca de alguna sustancia extraña.
Tomó su celular, y empezó a marcar con los ojos cerrados. Todos sus movimientos parecían decididos en el santiamén antes de realizarlos y me pregunté si aquel número existiría en realidad o si no eran la combinación del que empezó a marcar y el que en realidad terminó marcando.
Sin embargo, contestaron.
Sonó un “Hola” y un “¡Eh, Mujerzuela, no me hablas desde hace años!” y me irrité automáticamente. No era un verdadero insulto, eso era claro. Mas bien me molestó cómo ella reaccionó. Rió flojamente y devolvió la broma “Tu madre no está conmigo” .
Claro, yo era su estudiante, no su amigo. Conmigo no podía bromear.
No es que yo quisiera llamarla Mujerzuela, o algo.
Se levantó y me dedicó una sonrisa a forma de despedida, para salir de la habitación. “Ven por mí. Busco alcohol y mala compañía”.
Le dediqué un simple “Adiós” y un “No te embriagues demasiado mientras estoy estudiando”
Yo conocía al tipo, Daniel-algo. Había venido por Andrea varias veces en el pasado, debido a que ella no tenía coche, pero eso no hacía nada por mi buen humor. Cada vez que llegaba y empezaban a hablar con tanta familiaridad sobre cosas y personas que yo no conocía, me sentía como un perro regañado.
Cuando media hora después escucho un Pontiac plateado estacionarse y me asomo, esperando ver salir de la puerta de la mansión a una belleza nunca antes vita, con mucho maquillaje, un vestido corto y tacones de aguja sale Andrea con unos vaqueros negros, unas botas y un suéter gris en V. Bueno, pienso, si saliera con tacones altos estaría preocupado toda la noche porque se rompiera el cuello.
David-algo sale del coche para darle un abrazo y cuando me ve desde el tercer piso, me sonríe descaradamente y empieza a agitar la mano como retrasado mental. Siento una vena latiéndome en la sien.
Le sonrío amablemente y sacudo el brazo de regreso. Con un único dedo.
Me devuelve el gesto.
Y se van.

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Student-Zone
Humor¿Has oido hablar de la FriedZone? Bueno, esto es incómodo... Me llamo Isaías y tengo todo lo que siempre había querido. Y llegó ELLA Y lo jodió Todo. Me encanta mi tutora particular y hay un par de cosas que me gustaría hacer con ella Pero primero...