Capítulo 12

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Eso hirió de tantas maneras tan difíciles, complicadas y conectadas entre sí mi ego masculino que creo que hasta ella notó la decepción. Y el aura de “¿D-f*ck?.

--Tienes el romanticismo de una piedra de río.

Ella se rió. Oh Claro. Es una broma, ¿No?

--¿Por qué? ¿Por lo muerta, fría y dura?

--Yo iba a decir algo sobre cómo el agua —aplasté su cabeza con una mano—pasa por encima de la piedra y a ella ni le va ni le viene. Pero tu versión me gusta más. Eres bastante muerta, fría y dura.

Soltó una risa ligera y cantora, pero repentinamente su sonrisa se veía más que nada forzada.

--Así es como se supone que debo ser.

Oh.

Frustración se asentó en mi rostro.

--Vaamos, tenemos casi la misma edad. Te he cargado borracha. Hemos bromeado y reído. Vivimos en la misma casa. Te di una galleta. Y además,—sonreí— yo sé que tengo algo que quieres que te preste.

Me miró y podía decir fácilmente que estaba ansiosa. Mi sonrisa se volvió comprensiva. Una sonrisa de “No te preocupes”

--Seamos amigos.

Se vio sorprendida. Puedo decir que no lo esperaba. Puedo decir que yo lo esperaba y no lo quería. Pero su sonrisa, antes forzada, se encendió nuevamente.

--No lo sé. ¿Pagarme por ser tu amiga? No creo que hayas caído tan bajo.

Reí.

--Bueno, puedes ser la amiga a la que pago por ser linda y  hacerme pasar todos mis exámenes. Es un buen tema de conversación.

Su risa salió a relucir otra vez. Escucharla reír así era como despertar sin sueño y ver amanecer. Así de cómodo y colorido.

Así que ¡Yay!

Ahora era su amigo. Nos pintaríamos las uñas y peinaríamos nuestros rizados rizos.

--Bueno.—dijo extendiéndome la mano.

Yo bufé, jalé su mano y le di un beso en la mejilla.

--Lo siento, esa mierda no es de amigos. Saludar con la mano es para los conocidos que te caen mal.—dudé un momento y luego agregué— Bueno, no para los hombres. Eso se puede prestar para muchos malentendidos y falsas esperanzas. Nosotros los hombres nos damos una palmada y decimos “Ey” y así reafirmamos nuestra virilidad.

--Ya veo—dijo, en medio de una carcajada.—Disculpa mi error. De hecho, yo tampoco lo veo muy amigable.

--¿Y qué es de amigos para ti? ¿Peinarse? ¿Toquetearse el trasero?

Su expresión cambió a una de horror.

--¿Qué?

--Te sorprenderías. Tengo una amiga llamada Emma que toquetea traseros indiscriminadamente. Si la conocieras te tocaría el trasero.

--No dejaré que nadie me toque el trasero.

Chasqueé los dedos exageradamente. Ella se molestó.

--Deberías conocerla. Es linda. Tal vez congeniasen.

O tal vez no. Tal vez la actitud descarada y parrandera de Emm chocara con la  responsable, recta y pretensiosa Andrea. Pareciera ser que ella había leído mis pensamientos, porque no se la veía muy emocionada.

--No me presiones. Me verán como a una anciana amargada.

--Bueno, puedes llegar a ser un poquito amargada a veces.

--Eso significa que estoy siendo buena maestra.— dijo ella con una sonrisa enseña-dientes y ojos brillantes.

<<Te amo.>>

¿Qué?

Aparentemente mi expresión denotaba cuánto me había alterado, porque Andrea se vio de repente confundida.

Le sonreí flojamente y me levanté.

Tengoquesalirdeaquí.

--Bueno, ¿Me la prestarás?—dijo, antes de verme salir por la puerta.

--Sí—susurré. Pero no creo que me haya oído.

Al parecer y le podría prestar algo además de mi moto.

Mi alma o mi dignidad, por ejemplo.

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⏰ Última actualización: Dec 18, 2014 ⏰

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