Juro por Dios, que vi un poco de espuma en su boca. Al poco rato regresó con una taza llena de lo que parecía ser un expresso sin azúcar y una mirada agria.
Le volví a entregar la hoja y me miró satisfecha. Luego me hizo leer un nuevo capítulo, sencillo, relacionado con el tema anterior, así que en poco tiempo tuve una nueva fórmula agregada al formulario que tendría que aprenderme de memoria.
Ya había resuelto dos hojas más de ejercicios cuando ella se levantó y dijo que nos tomáramos un descanso. Cando suspiré aliviado y me dispuse a arrellanare en el gran sillón me regañó y me dijo que me levantara y caminara por ahí.
--Dormir y después estudiar sólo te hará entender menos y menos.
Recordé lo que dijo de hacer ejercicio, que oxigenaba el cerebro.
--¿Corres todos los días a las 5?
--Sí. Me ayuda a despejarme y me da energía para tratar contigo y tus difíciles dramas adolescentes.
--Ya. Regocije a este inmaduro ser con su vejez y sabiduría.—respondí, sin hacer mucho caso. Sabía que, en contra de su propia voluntad, le caía bien.— Pero, ¿sabías que por aquí hay un par de máquinas?
Me miró dudosa.
--Máquinas—dijo.
--Máquinas—repetí— para ejercitarse.
--Bueno—respondió, un poco cohibida, y empezó a caminar. La seguí—había escuchado algo y me parece que he pasado a lado de la habitación en donde están…Pero conociendo este lugar, estoy segura que será un gimnasio completo, con dos canchas, regadera y un entrenador inflable llamado Juan escondido en el armario.
Le dediqué una sonrisa torcida.
--No hay necesidad de exagerar. No tiene sentido tener dos canchas dentro de la casa cuando ya hay un par fuera. Y no necesito a Juan saliendo del clóset cada vez que me paso por ahí, if you know what I mean.
Ella imitó mi sonrisa
--Eres un mocoso bastante presumido.
Fruncí el ceño. Cada vez que me decía “mocoso” me incitaba a pasearle una mano por la cabeza, para que se diera cuenta de lo bajita que era en comparación conmigo.
--Apuesto a que cuando vas a algún bar, te piden la identificación para comprobar que eres mayor de edad.
Se sonrojó.
--Por supuesto que no. Nunca voy a beber sola a ningún lugar desconocido. Cuando me place tomar algo voy al bar de una amiga con la que fui a la Universidad, hace años, y todo el mundo ya me conoce.
Como si se hubiera dado cuenta de que había revelado demasiado, agregó:
--No es que sea asunto tuyo, de todas maneras.
Ah, la provocación.
Llegamos sin darnos cuenta, como si la conversación nos hubiera conducido inconscientemente, hasta el gimnasio.
--Lo sabía—
Ciertamente, era un poco grande, y en efecto, a un lado estaban las duchas, pero nada de canchas.
Nos pasamos entre los aparatos para abdominales, bíceps, tríceps, las bicis estáticas y las caminadoras como si el lugar se tratara de un museo, mirando por aquí y por allá, sin tocar nada. Tanto silencio era molesto. Me encogí de hombros.
--Vengo aquí de vez en cuando, pero ya sabes, está abierto y puedes venir y usar cualquier cosa siempre que quieras.
Andrea soltó una risita corta y nerviosa y dijo como quien no quiere la cosa:
--¿Aquí traes a tus conquistas?
Conquistas. Conquis… Me carcajeé abiertamente, sacudí los hombros de arriba abajo hasta que me dolió el estómago.
--Andrea, en primer lugar…¿Conquistas? ¿Me repetiría usted su edad? En segunda…Es un gimnasio. Hasta el momento no había encontrado razón alguna para que nadie a parte de mi pudiera venir. Cada superficie de este lugar huele a calcetín sucio. Y tres…espera—Solté otra risa— Aún no lo supero. Conquis…-- y otra, y otra.

ESTÁS LEYENDO
Student-Zone
Humor¿Has oido hablar de la FriedZone? Bueno, esto es incómodo... Me llamo Isaías y tengo todo lo que siempre había querido. Y llegó ELLA Y lo jodió Todo. Me encanta mi tutora particular y hay un par de cosas que me gustaría hacer con ella Pero primero...