Capítulo 8

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Luego de desayunar y tomar una agradable ducha decidí salir, y me sentí extraño de no encontrarme con cierta chica bajita, pero tenía suficiente de más de lo mismo en casa, así que me fui a desayunar con un amigo.

Se sentía como años de no haber comido una hamburguesa. Así que fui a Jack's Texas, un local en el centro, con las luces tenues, rock instrumental y nunca demasiado atestado de gente. Sus hamburguesas con tocino y jalapeño eran un orgasmo.

--Así que… esa maestra tuya…eh?--preguntó Eb, mirando el plato que el barman justo le había puesto en frente.

--Sip— le respondí encogiendo los hombros y dándole un sorbo a mi vaso.

Joreb era algo así como mi mejor amigo. Algo así. Nos peleábamos todo el tiempo y ambos sabíamos que éramos un idiota para el otro, pero ¿saben? Así se empiezan las mejores amistades.

--Entonces…¿aún no…?—me preguntó él, antes de darle u descomunal mordisco a su descomunal hamburguesa. Era un poco más bajo que yo, pero mucho más fornido.

--No. ¿Sabes?—me tragué un mordisco y me dirigí a él, con mi orgasmohamburguesa aun en la mano— No quiero sólo…--me interrumpí, sin encontrar las palabras adecuadas.

--¿No quieres?—soltó su hamburguesa teatralmente, se llevó la mano al pecho y me miró, fingiendo horror.

--Bueno, sí, sí quiero. Definitivamente quiero.—hice una pausa— pero…

Joreb soltó una carcajada y regresó a su hamburguesa, lo cual me irritó bastante.

--Me sorprendes, pequeño saltamontes. ¿Qué tiene ella que..?

Fue interrumpido por la vibración de un mensaje en mi bolsillo.

¡Examen!.

Miré el mensaje y me dispuse a irme sin decir nada, pero el cabrón me arrebato el teléfono y lo leyó ávidamente como si esperara encontrar una snapchat de Andrea con las piernas abiertas y un “Aquí. Ahora.” De título.  Se lo arrebaté de vuelta y puse los ojos en blanco.

--¡Vaya! Parece que esa maestra tuya te ha enseñado cosas bastante interesantes. Una sola palabra y te vas corriendo— soltó una carcajada. Después se acercó a mí y me susurró de manera cómplice— ¿Crees que me las quiera enseñar a mí también?

Me levanté con una sonrisa maliciosa con los dientes apretados.

--Me enseñó a sanar narices rotas. ¿Te muestro?

Soltó una carcajada de hombre sabio y me arrellané de nuevo en mi silla, irritado.

--¡Oh, potro! – Levantó las manos en señal de rendición—Una pequeña broma.— me sonrió como cachorro y sabía a quién estaba a punto de mencionar.— Yo tengo a Bess, ya ves. –se dio cuenta de sus palabras y rió tontamente. Parecía otra persona. Una estúpida.—Eso me salió sin querer.

Esperaba no verme así cuando hablaba de Andrea.

Me irrité aún más.

--Tu mierda de conversación no me ha servido de nada—escupí y dejé un par de billetes en la mesa antes de levantarme y dirigirme a la puerta. Sólo llegué a ver cómo se encogía de hombros.

Empujé la puerta y justo antes de salir, lo miré, aún molesto y le dije:

--Y tu Bess tiene nombre de vaca.

Me mostró el dedo con una sonrisa.

Está bien, sentía un atisbo de desprecio por mí mismo. No por lo de Bessie…Bess. En realidad era nombre de vaca. (¿Por qué mierda llamarías a tu novia como una vaca?) Si no por lo del mensaje. Aunque, claro, tenía planes.

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