AL FILO DE LA DESESPERACIÓN

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Los dos viajeros sin rumbo caminaban por un gran sendero, solo faltaba recuperar los ojos de Hyakkimaru, para convertirse en un humano completamente, la pareja seguía una pequeña pista que los llevaba a un gran demonio lobo.

Al mismo tiempo el ejército de Daigo se preparaba para lo que sería una gran guerra, una cuyo resultado dependía de la vida de Hyakkimaru, ya que las tierras malditas no descansaban de uno tras otro mal augurio así mismo uno peor que el otro, si este seguía con vida lo más seguro es que perderían aquel encuentro, Daigo lo sabe, sabe muy bien, que perderá, pero no lo hará tan fácilmente, que oportuno había sido aquel demonio lobo, el mismo que tenía encerrado, el mismo que poseía la última pieza de su primogénito maldito, y el mismo que le brindará la mayor de sus victorias, poder y la conquista de Asakura.

Mientras tanto Tahomaru dirije las tropas a las fronteras de sus futuras tierras, su padre había prometido la victoria cueste lo que cueste, pero, ah decir verdad el no estaba tan convencido como quisiera. A tan poco de medir fuerzas con un ejército que quizá arrasara con todo en su camino, Tahomaru va a paso lento y decidido a proteger lo que es suyo, y velar por su pueblo.

Poco a poco se acercan al punto decisivo, Hyakkimaru tenía un semblante más serio y frío de lo normal, Dororo sentía que algo no estaba bien, algo no cuadraba, y esa sensación crecía con cada paso hacia el frente, intento ignorar el gran nerviosismo que ahora hacia temblar su cuerpo, y se llevaba con el cada respiro de su pequeño y delgado cuerpo.

-Dororo- la llamó, le preocupaba que tal vez estuviera otra vez enferma.

Ella giro su atención, y lo miro con un semblante triste, pero sonriendo respondió -Estoy bien, no pasa nada, sigamos- y así comenzaron a caminar siguiendo el rumbo de las tierras de Daigo, ya faltaban poco y se podía sentir el ambiente hostil, triste, no era mucho tiempo que habían visitado esas tierras y ya habían cambiado tanto, todo estaba destruido, ver todo aquello solo la puso más tensa, un miedo recorrió su cuerpo juntándose todo en su pecho, era demasiado, tanto que se sentía mareada y aturdida.

Unos pasos más y frente a ellos se encontraba un panorama desolado, los dos ejércitos combatientes luchaban claro el clan de Asakura ganaba, y con sólo la presencia de Hyakkimaru sobre el campo de batalla y un gran derrumbe se llevó unos cuantos soldados de Tahomaru, quien junto a los demás regresaron su vista al nuevo espectador.

-Vete, ¡eres una maldición para nosotros!- aquellas palabras cruelmente pronunciadas por quien dirijía las tropas malditas, fueron ignoradas por Hyakkimaru.

-Daigo, donde esta- esta vez no llevaba cuchillas en sus brazos, solo un par de espadas colgando de su maltrecho obi.

-me buscas a mi, o a el- Daigo apareció de la compañía de un gran lobo blanco enorme con una marca en forma de cruz en la frente de aquella bestia, esta comenzó a atacar al ejército de Asakura mandandolos a una retirada por temor a los rumores que señalaban a los demonios como reyes de aquellas tierras, que eran gobernadas a través de Daigo y su familia, esta vez Tahomaru inició su ataque en contra de su hermano, Hyakkimaru lo sintió acercarse con la misma intención que el, así que colocando a Dororo detrás de él y susurrando que se aleje comenzó una feroz pelea, era notoria la diferencia de poderes en un combate uno contra uno. En un descuido Hyakkimaru casi es alcanzado por el sable de su hermano, esto incremento el miedo en Dororo, pero no su determinación, tomo dos piedras pequeñas y las apuntó al rostro del enemigo para que retroceda dos pasos y liberar a su Aniki, Daigo sospechaba algo que lo ayudaría a obtener y preservar todo lo que hasta ahora había conseguido, desde su posición y con dos pergaminos mandó a la gran bestia al ataque a su primogénito, esta vez la pequeña no se quedó en los arbustos.

-¡Aniki! - soltó un grito lo suficientemente fuerte para alertar a su compañero lo que se avecinaba.
Hyakkimaru estaba listo para recibir a la bestia dando el golpe final que dejaría fuera de juego a su hermano, quien quedó tendido en el piso tras haber recibido una patada en el estómago tan fuerte como para dejarlo inconsciente, pero aquella bestia pasó de largo, la niña se dio cuenta de ello y corrió a esconderse del demonio, Hyakkimaru se quedó paralizado, Daigo estaba usando su punto débil, pero no se rendiría, corrió a toda velocidad y desenvaino su segunda espada y se lanzó a la espalda de aquel lobo enorme, justo antes de que este atacará a su pequeña acompañante, atacó la enorme cruz que desprendía un destello rojo brillante, la bestia se retorcía y poco a poco hiba desvaneciendo, Daigo también Desaparecía, pues había hecho un pacto adicional para poder controlar ese demonio que creyó lo suficientemente poderoso para terminar con quien el creía era el culpable de todos los males.

Dororo y Hyakkimaru Donde viven las historias. Descúbrelo ahora