Renacer Parte 4 (FINAL)

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Esta parte contiene lemon ligero. Quedan notificados

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Ya casi era la hora en que habían quedado para salir, hoy era el gran festival en el centro de Tokio, planearon toda una noche de diversión, Dororo estaba lista y esperaba a que su ahora prometido viniera por ella, no tuvo que esperar mucho, ella lucía un modesto vestido verde menta, con un escote en V, y vuelo abierto, zandalias plateadas, y su cabello suelto en ondas hasta la media espalda, poco maquillaje, realmente estaba hermosa, y como toque final, su tan valioso anillo de compromiso, que tenía una esmeralda en el centro.

El timbre de su casa sonó, salió en vuelo a recibir a Hyakkimaru, quien había traído una hermosa rosa blanca, ella le dio un dulce beso en los labios y dejó la rosa en un florero y salieron, el conducio, un par de minutos,  Dororo le sorprendió que dejara el auto en una cabaña alejada del centro, pero recordó que esa cabaña era el lugar de estudios de su prometido, disfrutaron los diferentes espectáculos de danza, teatro, ferias, en fin una velada extraordinaria, el joven apretó más la mano de su damisela y la llevó de vuelta a aquella cabaña.

-¿A donde vamos?... Hyakki...los fuegos artificiales están por comenzar- ella de verdad quería verlos.

-Los veremos desde el balcón de mi cabaña, es mucho mejor que contemplarlos desde aquí... - al llegar fueron directo al balcón, y en unos segundos empezó a iluminarse el cielo con cientos de luces con colores y varias formas, el panorama era realmente hermosa, Dororo quedó hipnotizada con la vista que le ofrecía la altura y más la compañía, al término del espectáculo, ambos se abrazaron.

-Gracias...disfrute aquello... - dijo ella escondiendo su rostro en el pecho de Hyakkimaru.

-Este lugar es perfecto para ver los jue... -

-Hablo de tu compañía...-

El chico solo sonrió, la abrazo más fuerte respirando el aroma del cabello de su compañera, y otra vez sus manos ardían por tomarle las mejillas y besarla, no se contuvo, ni ella lo detuvo, cerraron los ojos, se dejaron consumir por el fuego de una leve pasión que abrió las puertas a la inevitable lujuria, entre beso y beso aprovecharon para recuperar el aliento que se robaban, y al abrir los ojos, ella estaba sobre un par de sabanas blancas y el sobre ella, respiraban profundo y agitado, pero eso no impidió que volvieran a fundirse entre más besos y caricias, unas más intensas que otras, olvidando que eso no estaba planeado, olvidando que ella era muy tímida, y el muy frío, pero ese mismo frío  ayudaba a no arder hasta quedar en cenizas, y entre beso y beso, las prendas caían desordenadas por toda la habitación, dejandolos piel con piel, danzando al mismo ritmo, al mismo frenesí, a la misma locura, fieles al mismo sentimiento, cruzando los límites, sintiendo subir desde las mismas llamas abrasadoras del infierno y llegando al cielo, perdidos en una misma sinfonía, una cuyas notas eran sus nombres pronunciados en pequeños murmullos placenteros, cada uno recorrió el cuerpo del otro a su manera, grabando a fuego lento y a detalle profundo las marcas que dejaba cada roce y hasta los rasguños, se dejaron llevar, y se dejaron venir, una y otra vez, se entregaron más que solo el cuerpo o la primera vez, se adueñaron del alma, conociero su espíritu, hasta quedar dormidos, más unidos que nunca, más que siempre y para siempre.

-Despierta, el desayuno está listo- empezó a besar sus mejillas y bajo lentamente por su cuello hasta escuchar una tierna risotada, pocas veces sonreía, pero no quería decir que no estuviese feliz

-Para...por.. favor- ella estaba haciendole cosquillas así que el tomo ambas manos y dejo que la gravedad la dejara sobre el.

-Tramposo... - mencionó ella.

-Mejor quedate así-

-Se va enfriar, además es la primera vez que te cocino algo- ella hizo un puchero lastimero.

-Tu ganas, pero antes explicame algo- el se puso serio, -Porque me llamaste Aniki... -

-¿Qué?...no recuerdo haber hecho eso... - se levantó totalmente avergonzada.

-Quizá no recuerdes muchas de las cosas que hicistes-

-Como sea, ya ven a comer... -

-¿Me pasas mi ropa interior? -

-Porque yo... -

-Bien como quieras- estaba por levantarse cuando Dororo salió de la habitación totalmente roja.

Estaban seguros que mientras sea de la mano del otro llegarían hasta el fin del mundo. Pero siempre juntos.

FIN.

Dororo y Hyakkimaru Donde viven las historias. Descúbrelo ahora