CAPITULO 5 MENUDO LIO

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Mario me besa y yo dejo que lo haga, correspondo a su beso, y cuando nos separamos me dice:

-         Vamos, te llevo a casa.

-         ¡Ana! – protesta Lidia a mi lado.

-         Luego hablamos Lidia, o mañana, necesito descansar, poner las ideas en orden.

-         Esta bien – acepta Lidia que vuelve hacía el local.

Mario me coge por la cintura y dice:

-         Vamos, necesito unos mimitos de mi chica.

-         Aún no te he dicho que vayamos a intentarlo, Mario, sólo llevame a casa, y ya veremos. Necesito poner mis ideas en claro.

-         Sí, desde luego, nena.

Llegamos a su coche y Mario me abre la puerta. El entra por la puerta del conductor y antes de encender el coche, me besa otra vez. Yo me dejo besar, no sé porque. Cuando rompe el beso le advierto:

-         Mario, por favor, no hagas esto más díficil, te quiero, pero estoy harta de esto, necesito pensar.

-         Vale nena, pero mientras tanto – dice empezando a desabrochar mi blusa.

-         No Mario, ahora no, aquí no – protesto.

-         Vamos nena, tengo un calentón terrible y necesito hacertelo ahora.

Besa mi cuello, debajo del lóbulo de mi oreja y sabe que eso me desarma. Cierro los ojos y me dejo llevar, Mario baja el respaldo de mi asiento y se acomoda sobre mí.

-         Llevo toda la noche pensando en ti, deseando tenerte en mis brazos y follarte otra vez – me susurra al oido.

-         Mario – musito, cuando su mano se cuela dentro de mis braguitas y hurga buscando mi clítoris, que empujo hacia su dedo sintiendo como cosquillea entre mis pliegues.

-         ¡Oh, nena, estas empapada, seguro que tú también has estado pensando en esto!

-         ¡Oh, sí! – le miento.

Siento como hunde sus dedos dentro de mí, y gimo otra vez, me baja las braguitas y yo le abrazo, le beso, oigo como se baja la cremallera de sus tejanos.

-         Mario, no deberíamos.

Me abre las piernas, sus ojos me miran con deseo y siento la punta de su polla en la entrada de mi coño.

-         Claro que debemos – y se hunde en mí – eres mia, soy tuyo, y esta es la unión perfecta de alguien que se quiere, Ana. Te amo.

Sus palabras suenan a música celestial y siento como empieza el dulce vaiven de su sexo dentro de mí. Nos besamos larga y profundamente y, mientras le rodeo con mis piernas y empujo su culo con ellas para que me folle más profundamente. Me cabalga, me posee, llevándome hasta la cúspide del placer haciendo que todo mi cuerpo explote en un maravilloso orgasmo. Luego sigue el imparable camino hacía el suyo, y no tarda en correrse dentro de mí, llenándome con su semen y cuando siento el calor que desprende me doy cuenta de que tanto ahora como cuando lo he hecho con Oscar, lo he hecho sin protección. Maldita sea, pienso, de esta me quedo preñada seguro.

-         Mario, Mario – le insto.

-         Lo sé, lo sé – me dice – no me he puesto condón, ya lo sé. Pero no me importa. Aún así, estaria bien que empezaras a tomar la pildora, ¿no crees?

EL HOMBRE DE MI VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora