CAPITULO 12 DESCUBRIENDOLE

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CAPITULO 12

Eso me asusta y al ver su mano levantada me tapo la cara como puedo, pero justo cuando estoy dispuesta a recibir el golpe, oigo una voz que dice:

-         ¡Eh! Para muchacho, y sal ahora mismo de este bar, no pienso permitir que pegues a esta pobre chica – es el dueño del bar que se enfrenta a Mario.

Mario lo mira desafiante, pero finalmente acepta y sale del bar acompañado por el dueño. Veo como se va calle abajo, mientras la camarera del bar me acerca un vaso con agua. El dueño vuelve hasta donde estoy y me pregunta:

-         ¿Estás bien?

-         Sí, gracias.

-         De nada. Si quieres denunciarle puedo acompañarte a comisaría como testigo.

-         No, gracias – le respondo. Y visiblemente nerviosa me levanto de la silla – Será mejor que me vaya a casa. Gracias.

Salgo del bar y me voy al coche de Oscar. Una vez dentro, cojo el móvil y lo llamo y cuando contesta antes de que diga nada le digo:

-         Eres un maldito cabrón. Acabo de pasar el peor momento de mi vida gracias a tu fabulosa idea de dejar que Mario me follara. Y no me vuelvas a decir que firmé un maldito contrato porque me importa un bledo ese contrato ahora mismo.

-         ¿Qué? ¿Qué ha pasado?

-         Luego te lo cuento, dime donde te llevo el coche.

-         No te preocupes por eso ahora. Ya me lo devolverás, ahora estoy ocupado y no puedo ir a casa – me dice.

-         Esta bien.

-         ¿Estás enfadada? – Me pregunta.

-         ¿A ti que te parece? – Le doy como respuesta y cuelgo.

Necesito hablar con alguien y desahogarme, llamo a Lidia, recordando que también ella quería hablar conmigo. Aunque pensándolo mejor, me pregunto como puedo contárselo. Si se lo cuento, se va a escandalizar y me cantará las 40. Pero..., Finalmente la llamo para quedar, por lo menos, hablar de su desliz me distraerá un poco.

-         Hola perdida, ¿Dónde te habías metido? – Me pregunta alegre.

-         Por ahí, oye ¿Qué tal si nos vemos un rato y tomamos algo? – Le pregunto.

-         Vale, tengo mucho que contarte, oye ¿Estás bien? – Me pregunta.

-         Sí – miento - ¿Por qué?

-         No sé, te noto un poco triste en la voz.

-         Estoy bien, es solo que he tenido un día duro en el trabajo – miento.

-         Bueno, ¿Dónde quedamos? – Me pregunta.

-         ¿Qué tal en el Estrella en 10 minutos? – Le propongo.

-         Bien.

Diez minutos más tarde llego al Estrella, el bar donde solemos reunirnos toda la panda, desde que éramos unos críos. Lidia aún no ha llegado, así que me siento en una mesa, saco mi móvil del bolso y reviso los mensajes de WhatsApp. Hay varios de Mario pidiéndome perdón, pero los ignoro y ninguno de Oscar.

-         Hola – me dice Lidia, que está frente a mí, acaba de llegar.

-         Hola ¿Qué tal?

EL HOMBRE DE MI VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora