CAPITULO 1 ESOS OJOS

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Sus ojos azules me miran a través de la semioscuridad del local, yo también le miro y siento que me quema la piel, necesito tenerle cerca. Y sé que él también me necesita cerca. Atravesamos el local olvidándonos de la gente que hay alrededor, y cuando está frente a mí, toma mi mano y me dice:

-          Hola – con voz suave y firme, como si nos conociéramos de toda la vida.

-          Hola – le respondo acariciando su mejilla con mi mano. Raspa un poco pero esta suave.

Puedo oler su aftershave aún, tiene un olor masculino que llena mis sentidos y me embriaga. Acercó mi cara a la suya, sus ojos no dejan de mirarme, y me estrecha entre sus brazos. Siento el roce de sus labios y su cuerpo caliente pegado al mío, de tal manera que puedo sentir como su sexo crece. Me desea casi tanto como yo a él. Sus labios se pegan ahora a los míos y siento su lengua explorando mi boca, correspondo a ese beso, tratando de explorar su lengua invasora y pego todo mi cuerpo a él para que vea y note que yo también estoy ardiendo y le deseo. Y cuando nuestros labios se separan, entonces alguien lo coge del brazo y lo aparta de mí diciendo:

-          ¡Eh tío, vamos a otro local, aquí no hay nada interesante!

-          Lo siento – me dice soltando ahora mi mano, mientras su amigo se lo lleva. Y me quedo quieta, estática observando como se aleja.

Aún siento el sabor de su beso en mi boca y mi sexo tan húmedo y ansioso por él que me siento frustrada. Suspiro y entonces oigo a Lidia tras de mí diciéndome:

-          ¡Eh, Ana! Vamos a bailar un poco, anda.

Me coge de la mano y me lleva hasta la pista. Trato de concentrarme en la música, de seguir el compás, pero en mi cabeza solo el sabor de ese beso y olor de su aftershave me llenan. No puedo pensar en otra cosa, sólo en ese beso robado que  me embriaga aún. ¿Volveré a verle?

Cierro los ojos y trató de dibujarlo en mi mente. Y entonces siento unas manos atrapando mi cintura. ¡Oh, ha vuelto! Pienso.

-          ¡Eh, nena, que culo más redondo tienes! – la voz ronca de Mario, mi novio me despierta del sueño.

-          Mario, por favor – me quejo, apartándome de él.

-          Vamos, nena – me dice cogiéndome por la cintura y siguiendo el ritmo de mis caderas pegando su cuerpo al mío.

A regañadientes sigo el ritmo con él y bailo sintiendo su evidente erección entre mi cuerpo y el suyo. Creo que eso es lo único que me une a él, el buen sexo que compartimos, porque el resto del tiempo no hacemos más que discutir como perro y gato. Ahora siento sus manos acariciando mi culo. Me tiene bien prieta entre sus brazos y me susurra al oído:

-          ¡Oh nena, te necesito ya, te necesito ahora! – su voz jadeante y deseosa me embriaga. Así que le cojo de la mano y me lo llevo a los baños.

Por lo menos con él podré desquitarme de la calentura que me ha causado el desconocido. Entramos en el baño de mujeres, ni siquiera me importa si alguien nos ve. Sólo quiero que me folle, que me quite esta sensación que tengo entre las piernas. Nos metemos en uno de los baños. Mario cierra la puerta con el pestillo y antes de que pueda darse cuenta, ya le he desabrochado el pantalón, he sacado su polla y acariciándola suavemente me arrodillo frente a él.

-          ¡Oh, nena! – musita Mario cuando siente mi lengua mojando su glande.

Enreda sus manos en mi pelo, tirando de él. Cierro los ojos y me concentro en lo que estoy haciendo. Chupo su polla despacio, haciendo que entre y salga de mi boca y mientras lo hago, no puedo evitar llevar mi mano hasta mi entrepierna y acariciarme por encima de las braguitas. Chupo y lamo su polla con esmero, imaginando que es la polla de mi misterioso amigo. Mario gime sintiendo como mi boca se llena con su polla y como la extraigo casi por completo, para volver a meterla hasta el fondo. Mario aprieta mi pelo tan fuerte que casi me hace daño. Pero yo sigo chupando su polla, me encanta hacerlo, y concentrada como estoy, imaginándome a mi amante furtivo, mis lamidas son ahora más salvajes.

EL HOMBRE DE MI VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora