CAPITULO 19 PERDIENDO

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-         ¡¿Se puede saber donde coño has ido?! – Grita Oscar como nunca antes le había oído gritar.

Pero Sasha, impasible dice:

-         Sólo he ido a ver a una amiga.

¡Ja, está ha estado con otro!  Pienso yo, pues sus mejillas están sonrojadas y sus ojos brillan como nunca antes he visto. Oscar la coge por el brazo con fuerza y la arrastra hasta la habitación, pues él también ha notado que no dice la verdad.

-         Ahora mismo te metes en la cama y no te moverás de ahí, para nada. ¿Entiendes? - le grita Oscar casi en su oído.

Entramos en la habitación, yo voy tras ellos. Sasha está asustada. Afirma con la cabeza y mira a Oscar con cara de pena.

-         A partir de hoy Ana se quedará aquí contigo, y solo te levantarás de la cama para ir al baño, ella me informará de todo lo que suceda, y como hagas algo que no debes, volverás a tu casa por donde has venido ¿entiendes?

-         Sí, señor - Contesta Sasha empezando a desnudarse para ponerse algo más cómodo.

-         Voy a hacer la comida - dice Oscar acercándose a mí - asegúrate de que se mete en la cama y que no se mueva de ahí para nada - añade dándome un tierno beso en los labios.

Oscar sale de la habitación y en ese momento la actitud dócil que Sasha había mostrado ante Oscar cambia por completo.

-         No hace falta que me vigiles, me portaré bien, por la cuenta que me trae. Así que déjame sola.

-         Mira bonita - le digo acercándome a ella - No me vengas con esos humos, porque si Oscar te mantiene aquí es sólo por ese bebé. En cuanto nazca y se haga las pruebas de paternidad y se demuestre que no es suyo, tú y ese bebé saldréis de esta casa para siempre, eso si no es que lo pierdes antes, porque después de lo de hoy no me extrañaría. Así que la que tiene que portarse bien eres tú.

Me doy media vuelta y salgo de la habitación. Me voy a la cocina, donde me encuentro a Oscar con él delantal de cocina puesto. Está pelando y cortando patatas.

-         Estás muy sexy con el delantal - le digo.

Se gira hacía a mí y me pregunta:

-         ¿Cómo está? - refiriéndose a Sasha.

-         En la cama y pobre de ella como se levante - le respondo.

-         Me saca de quicio.

-         Lo sé - me acerco a él - y creo que necesitas que te desestresen - añado con picardía, pegando mi cuerpo al de él.

-         Ana, ahora no - dice adivinando mis intenciones. Yo me arrodillo frente a él y aparto el delantal:

-         Ahora sí - empiezo a desabrocharle el cinturón del tejano.

-         ¡Oh, nena, si! - musita, cuando bajo la cremallera y abro el botón, abriendo así los pantalones y liberando el erecto pene de la prisión de sus pantalones.

La polla se yergue erecta y altiva ante mi, lamo la punta y observo a Oscar, que se quita el delantal y dice:

-         Espera.

Coge mis manos las pone a mi espalda y me las ata con el delantal.

-         Ahora estas perfecta - dice, sujetando su polla por la base y ofreciéndomela.

Abro la boca para recibirla y Oscar la mete, agarra mi cabeza con sus manos y empieza a guiar los movimientos haciendo que su polla entre y salga de mi boca. Yo trato de chuparla lo mejor que puedo. Oscar gime, introduce su polla en mi boca una y otra vez, se nota que necesita liberar su placer, está a mil y gime sin descanso. Repentinamente, me hace levantar.

-         Ven aquí, preciosa – me dice.

Me pone frente a la encimera, de espaldas a él, me baja el pantalón y las bragas a toda prisa, dejando mi culo y mi sexo al descubierto. Siento su mano acariciando mi entrepierna que está supermojada.

-         ¡Oh nena, tú también me deseas! – musita.

-         Sí – respondo fuera de mí, en un gemido que evidencia mi deseo.

Y enseguida siento la polla de Oscar penetrándome. Gimo, él también gime y sujetando mis caderas empieza a moverse dentro y fuera, dentro y fuera.  Me siento en el cielo y quiero más, empujo hacía él, él empuja dentro de mí y ambos gemimos al unísono.

-         ¡Oscar, Ana! ¡OOOOSCAR! – grita Sasha desde su habitación distrayéndonos, algo grave le pasa - ¡Estoy sangrando!

Oscar se separa de mí maldiciendo. Nos vestimos a toda prisa y corremos hacía la habitación. Sasha está sobre la cama, retorciéndose de dolor encima de un charco de sangre. Oscar y yo nos miramos, es evidente que está perdiendo la criatura. Oscar la coge en brazos.

-         ¡Oh Dios, duele! – se queja Sasha.

Recojo algo de su ropa y su bolso y lo pongo  todo en una bolsa. Luego salgo delante de ellos para ir abriendo puertas, cojo las llaves del coche que están sobre la cómoda del recibidor y corriendo bajamos hasta el parking.

Oscar y Sasha se sitúan en el asiento posterior y yo al volante arranco y salgo a toda prisa hacía el hospital mas cercano. En cuanto nos ven entrar un enfermero se acerca a nosotros.

-         ¿Qué le pasa a vuestra amiga? – me pregunta

-         Está embarazada y creo que lo está perdiendo.  Ha tenido algunas perdidas y el médico le había recomendado reposo absoluto – le informo.

-         Pero la muy imbécil no ha hecho caso – dice Oscar nervioso.

-         Esta bien, entradla y dejadla en ese box, enseguida viene un médico.

Sasha se queja sin para de un fuerte dolor en el abdomen.

Pasan unos minutos y enseguida aparece un médico yo salgo del box.  Aún llevo la bolsa con su ropa colgada de mi hombro y de repente oigo un móvil.

El sonido procede del bolso de Sasha sin duda, asi que abro la bolsa, el bolso y rebusco el móvil. Lo encuentro, miro la pantalla antes de contestar, pone Omar como autor de la llamada, respondo:

-         ¿Diga?

-         ¿Cariño? – responde la otra voz al otro lado, algo sorprendido.

-         No, soy una amiga suya, Sasha está... – no sé como contarselo – en el hospital y bueno... no puede contestarte ¿y tú quien eres? – pregunto.

La voz al otro lado del telefono se queda muda, como pensativa durante unos segundos. 

EL HOMBRE DE MI VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora