CAPITULO 8 TARDE ERÓTICA

16.2K 609 10
                                    

-         No te preocupes, no es nada grave, es que esta borracho como una cuba y necesito que vengas a buscarlo – me dice Marcos – Ya sé que habéis roto, no para de repetirlo, pero no puedo dejarle ir a casa solo.

-         Esta bien, en media hora estoy ahí. Gracias.

-         Gracias a ti. Aquí te espero.

Cuelgo y miro a Oscar apesadumbrada.

-         Tengo que irme, Mario tiene problemas y tengo que ir a buscarlo.

-         Sí, esta bien, no te preocupes. Anda vístete y ve a por él. Y recuerda estás castigada, así que la primera parte del castigo será que no puedes follar con él. ¿Vale?

-         Sí, no te preocupes, ya te dije que lo hemos dejado y por muy pesado que se ponga no pienso volver con él. Esta vez no.

Empiezo a vestirme y entonces Oscar me pregunta:

-         ¿Cómo irás hasta allí?

-         Pues no sé, cogeré un taxi. – Le digo mientras me pongo la falda.

-         Mira, te dejo mi coche –dice levantándose y dirigiéndose a la mesa. Abre un cajón y saca unas llaves – Es un Mercedes negro que hay junto a la puerta trasera.

Me ofrece las llaves y las cojo.

-         Esta bien, gracias – le digo.

Acabo de vestirme y antes de irme, me acerco a él que se ha quedado de pie apoyado en la mesa, y lo abrazo y le doy un beso profundo en la boca. Cuando me separo de él me mira sorprendido, pero no dice nada.

Salgo de su despacho y bajo hasta la planta inferior saliendo luego al exterior por donde me ha dicho que está el coche.

Cojo el coche y cruzo la ciudad hasta llegar al pub donde trabaja Mario. Es tarde ya y no se ve a nadie por la calle. Aparco el coche justo enfrente de la puerta del pub y me dirijo hacía él. Entro y enseguida veo a Marcos tras la barra:

-         Hola, está ahí al final de la barra.

-         Hola – saludo. Mario levanta la vista hacia mí.

Me acerco a él y trato de cogerlo y pasar su brazo por detrás de mi cabeza, pero pesa bastante y me hace trastabillar, por lo que el dueño del local me ayuda y entre los dos lo llevamos al coche. Entre dientes Mario dice algunas cosas.:

-         ¡Oh nena has venido a buscarme!

-         Sí, anda vamos.

Conseguimos meterlo en el coche, le doy las gracia a su jefe y subo al coche. Arranco y entonces Mario pregunta:

-         ¿De quien es este coche? – Su voz suena pastosa.

-         De un amigo.

-         Pues debe ser muy buen amigo para dejarte su Mercedes.

-         Si, lo es – respondo pensando en Oscar. 

Llegamos a su casa y lo saco del coche, busco las llaves de la puerta en su bolsillo. Consigo abrirla y entramos, subimos en el ascensor y Mario no deja de sobarme en todo el rato diciéndome:

-         Te quiero tanto, nena, no puedo vivir sin ti.

-         Pero lo nuestro ha terminado Mario, no podemos seguir – Le digo, pero él no contesta nada.

EL HOMBRE DE MI VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora