Las apariencias engañan.

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Hola a todos, primero me presentaré, mi nombre es Alice, mis ojos son marrones y mi pelo castaño con mechas rubias, tengo 16 años para 17, ya que quedan 3 meses para mi cumple. Soy de España, y ahora me he ido a vivir a Londres, y quería compartir mi vida con todos vosotros. Mi vida no es que sea la gran cosa, no hay nada interesante. Os explicaré el por qué me he ido a vivir a Londres, pues mira, mi madre era jefa en una empresa de alta calidad en España, y hace poco le enviaron una carta de un trabajo en Londres, pagaban más de lo que cobraba ella, y pues aquí estoy, en Londres. Hoy hace tres días que nos mudamos, mi madre compró una casa bastante grande, me quedé sorprendida en cuanto la ví. Bueno, soy hija única. Supongo os estaréis preguntando por mi padre, él se fue al cielo cuando yo apenas tenía 7 años, en un accidente de tráfico, lo echo tanto de menos. Es verano, y no tengo nada que hacer, desde que me mudé no he salido para nada, no esque sea antisocial pero no conozco nada, y tampoco conozco a nadie. Eran las 11:07 de la mañana y tenía hambre, así que bajé a almorzar, no ví a mi madre por ningún sitio, supongo que habrá salido, no sé, ni me importa. Termino de almorzar y dejo el plato dentro del lavajillas. Subo para cambiarme y quitarme el pijama, y con pereza me lo cambié. Me puse unos shorts negros, mis converses blancas, y una camiseta de tirantes blanca con un letrero en negro que ponía 'Forever Young', me hice una coleta, y me maquillé a lo normal, no quería parecer un payaso. Luego oí la puerta de la entrada cerrar, suponía que sería mi madre, bajé y como decía yo, era ella. La saludé y ella hizo lo mismo y se fue a dejar su maletín a la mesa del comedor. Le pregunté si podía ir a dar una vuelta y así voy conociendo algo por lo menos, me dijo que asolas no hasta que al final insistió y me dejó. Cojo las llaves de casa, el móvil y mi cartera. Yo sabía bastante bien el inglés, así que no había ningún problema a la hora de hablarlo. Fuí a ver el Big Beng, era más precioso de lo que pensaba, había un montón de gente haciéndose fotos con diferentes poses. Luego de hacerle unas cuantas fotos, fuí a una heladería muy cerca que había por allí, y pedí un cono de huevo Kínder y oreo, le pagué y salí a sentarme en algún banco. Cuando me  terminé el helado, miré la hora y eran las 12:38, y tenía que ir a comer a las 13:00, mientras voy andando y eso me tomo media hora, así que me levanté rápidamente y tomé el camino. Iba tan deprisa que choqué con alguien que llevaba hojas en la mano, con lo cual del choque se le cayeron, le dije que perdón, y le ayudé a recojerlo, luego de recojerlo lo miré y era bastante guapo, con ojos verdes y el pelo castaño hacia atras, estaba sonriendo y tenía unos bonitos hoyuelos. Le dije perdón por última vez y me contestó con un 'No pasa nada' y yo asentí, estaba apunto de volver a tomar mi camino, cuando sé que él me coje del brazo y me dice:

-Me llamo Matt -me dice él.

-Yo Alice, encantada de conocerte -contesto yo.

-Igualmente, ha sido una buena manera de conocerte -me dice sonriendo.

Reí y le dije que tenía prisa y me pidió mi número de teléfono y se lo dí. Y fuí corriendo a casa, más bien parecía una liebre. Llegué a las 13:11 y mi madre parecía un poco enojada. Bueno, bastante.

-Qué horas són estás de llegar, jovencita?-me dijo.

-Perdón mamá -le contesté.

-Bien -finalizó ella.

Comimos lasaña y hablamos de todo un poco, aunque era raro, casi nunca manteníamos conversación, ya que ella siempre estaba ocupada trabajando, pero estoy acostumbrada. Cuando terminamos mi madre recogió su plato y el mío y yo subí a mi habitación a ver un rato la tele. Acabé de ver una película, apagué la tele, y me empecé a aburrir. Me acosté y me quedé mirando fijamente el techo, empecé a recordar cosas que pasé por esta vida, lo que me hacían en el colegio, lo duro que fueron esos años, y la verdad esque son demasiado duros. Todos me criticaban y me hacían la vida imposible, no tenía ningún amigo o amiga que le pudiese contar cosas o secretos. Empezó a caerme una lágrima por la mejilla y me la limpié con el dedo pulgar, no merecía llorar por esos idiotas, así que para despejarme me fuí a dar una ducha. Estaba terminando de ducharme cuando sentí que me estaban llamando, no podía cojerlo, así que si sería importante llamarán otra vez. Un minuto de que éste dejó de sonar la música por la llamada, volvieron a llamar, y salí de la ducha y me enrollé el cuerpo con una toalla, me sequé las manos para no bañar el móvil y lo cogí:

Las apariencias engañan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora