Illuso: Sin Respuesta

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Illuso sabe que nunca será correspondido. En el fondo, siempre lo ha sabido, pero lo que tiene ante sus ojos es solo una cruda confirmación de ello.

En la sala, Risotto Nero esta abrazando de la cintura a Prosciutto, rodeándolo con esos fuertes brazos. El rubio esa de puntillas con los brazos alrededor del cuello del peligris. Y se están besando, de una forma bastante acelerada. Puede oír los suspiros del rubio entre un juego húmedo con las lenguas.

Incapaz de ver un segundo mas esa muestra de pasión, se esconde en el pasillo, apoyando su espalda contra la fría pared. Y se desliza lentamente hasta quedar sentado.

El ha estado enamorado de Risotto Nero durante años. De ese cruel demonio de semblante estoico y ojos rojos. De esa voz grave y ese enorme cuerpo finamente esculpido. Siempre ha sido su anhelo tocarlo, acariciarlo. Tan siquiera sentir el roce de sus dedos contra su mano. Lo que sea.

Pero Nero no lo mira de la misma manera. El siempre tiene sus ojos fijos en el arrogante Prosciutto. En el elegante rubio. Y no lo puede culpar, Prosciutto es hermoso, es divino.

¿Y qué es el? Claro que se considera y realmente es atractivo, pero no se siente digno, no se siente a la altura. Y la imagen que quemo sus retinas hace un par de segundos taladra su mente con insistencia, provocándole un dolor en la boca del estómago, una irritación molesta en los ojos y una mezcla de enfado y tristeza.

De pronto, puede oír un par de cascabeles deslizarse por ahí antes de que unas piernas se detengan ante él.

Suenan pasos subiendo las escaleras y una puerta cerrándose con fuerza. Sabe que Risotto y Prosciutto se han ido a encerrar en la recamara del mas alto.

No puede y no quiere subir la mirada, solo logra ver un par de mininos caminar entre esas piernas que se han detenido previamente ante el. Un pequeño gato anaranjado se frota contra su pierna pero no le presta atención.

El hombre se pone de cunclillas frente a el. Es Formaggio. Una mano se acerca a su hombro.

Formaggio esta ahí, mirándolo en silencio sin ninguna expresión en el rostro. El de cabellos cortos toma entre sus dedos una de las coletas cafés y la pone detrás del hombro de Illuso.

De alguna forma, de un momento a otro luce maravillado. Los ojos color chocolate de Illuso están brillantes, sus carnosos labios entreabiertos. La piel brilla producto de una fina capa de sudor y el pecho se mueve lentamente al ritmo de una muy lenta respiración, haciendo aun mas llamativas las clavículas que su camisa deja a la vista. Quiere que sea suyo, quiere tenerlo. Siempre lo ha deseado.

Formaggio toma las manos de Illuso y tira de el, para ayudarle a ponerse de pie. El pelicafé se tambalea un poco, pero se deja caer contra ese hombre que le ha ayudado a ponerse de pie. Se recarga en el y entierra sus dedos en el chaleco rojo, sintiendo los fríos adornos metálicos de la tela contra las palmas de sus manos.

El contacto no es rechazado, Formaggio rodea la cintura de Illuso con ambos brazos y suspira. Illuso huele delicioso, no es solo por la costosa colonia, es su piel la que desprende un aroma como cítrico suave y probablemente todo su cuerpo tenga esa fragancia. Quiere averiguarlo, pero no es el momento.

Illuso observa el par de ojos verde aceituna frente a el, suspira y luego sonríe sutilmente. Formaggio siente que le han estrujado el corazón con ese simple gesto y reacciona sonriendo de forma torpe y extraña.

Incapaz de contenerse mas tiempo el de corta cabellera entierra sus dedos en la mata de suaves cabellos café. Y se quedan así durante un buen rato.

Illuso ahora se siente renovado. Han quitado una venda de sus ojos. Ahora sabe que no lidiara en soledad con el rechazo.

Assassino, La SquadraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora