Risotto: Reunidos

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Cuando Risotto Nero abre sus ojos, ya no esta frente a Doppio. De hecho, esta conectado a un respirador, en una cama con sábanas blancas. Sedado, una jeringa se aloja en su brazo pues se encuentra conectado a un suero extraño.

Siente que estuvo tan, tan cerca... pero a la vez tan lejos, de desentramar el misterio que lo llevaba al jefe.

Y ahora no sabe ni siquiera donde esta el.

Solo sabe que parece estar en una especie de clínica. Recuerda recibir disparos a lo largo de todo su pecho, el ardor sigue ahí, en la carne que cubren los vendajes. Recuerda lo de sus extremidades, así que se asoma cautelosamente, logrando ver el bulto que crean sus pies bajo la sabana blanca. Si, puede sentir ambos pies, y ambas manos, aunque calan, los siente. Todo su cuerpo esta acalambrado, a decir verdad. Cuando coloca las manos frente a su rostro nota con sorpresa un zipper en una de sus muñecas ¿Qué demonios?

La puerta se abre lentamente y un hombre que conoce muy bien entra por ahí. Enfundado en un traje blanco y de cabellos lisos y negros. El par de ojos azules están enmarcados por un contorno rojizo, sus escleróticas se ven rojizas también, de hecho. Pero su expresión es la de siempre, confiada, segura.

- Por fin despertaste – habla el en voz baja, dando un par de pasos hacia la cama.

Nero no responde, solo tiene los ojos clavados en el antes se apoyarse en las palmas de sus manos para sentarse en la cama y arrancar la mascarilla de su rostro. Todo en el arde como el mandito infierno, el apoyarse en su mano le causa un terrible dolor que disimula cerrando los ojos y gruñendo.

- Tus hombres están aquí – agrega Buccellati, acercándose para acomodar la bolsa de suero en el pedestal, seguro adivinando que las intenciones de Risotto serian salir de ahí, buscar a los suyos. Porque aunque Risotto no lo recuerde, Buccellati se lo dijo mientras perdía la conciencia, le dijo que sus hombres estaban con vida, le dijo que le llevaría con ellos. No obligo a Giorno a usar Golden Experience en su enemigo mas que para sanar los disparos mas graves, pero si arreglo que Risotto Nero fuese mandado a un hospital en Cerdeña y posteriormente trasladado a la misma clínica donde habia mandado a los suyos cuando ya se estabilizara.

Pero le tomo un par de días en despertar. Era el primero en hacerlo.

Se pone de pie como puede y toma aquel frio pedestal con ruedas para arrastrar el suero con el a su torpe paso. Risotto siente que esta a punto de perder la calma, y agradece que Buccellati no intente ayudarle.

- Están en la habitación de a lado – le anuncia el pelinegro antes de salir de ahí, dejándole el par de puertas abiertas a Risotto.

A paso lento pero firme el logra introducirse en la habitación de a lado y lo primero que captan sus ojos es una mata de cabellos rubios que conoce muy bien, esparcidos en una blanca almohada.

Abre los ojos con sorpresa y se apresura para llegar a su lado. Es el. Es Prosciutto. Prosciutto esta ahí, Prosciutto sigue con vida. Torpemente se apoya en el pedestal cuando llega junto a el y contiene el aliento al ver el pálido rostro y los labios resecos. Su corazón golpea con fuerza en su pecho.

Se deja caer de rodillas a pesar del maldito dolor y lleva su mano temblorosa a la mejilla del rubio, frotando lentamente. Se alivia al sentir la suave respiración en su mano. Solo ahí es cuando alza su mirada al resto de las camas en hilera.

Todos están ahí, menos Illuso. ¿Por qué no esta Illuso? Si Buccellati dijo que estaban todos bien. No lo cree capaz de mentir ahora que los ha encontrado a todos ellos, pero sin duda tendrá que pedir explicaciones. Sin embargo algo en su interior le dice que Illuso esta bien, y que en ese momento debe permanecer junto a Prosciutto.

Assassino, La SquadraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora