Eres mío.

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Narra T/n...

Llegué a casa más temprano de lo normal, la clase de marketing no se había dado gracias a la ausencia del profesor, así que aproveché y tomé el bus de regreso a casa.

Mamá y Momo no estaban pues a esa hora seguían en el trabajo.

En la entrada había una mochila que no era mía y a juzgar por el color dudaba mucho que fuera de Jimin o de nuestras madres. Aun así no le tomé importancia.

Subí las escaleras y me dirigí a mi cuarto. Antes de abrir la puerta escuché voces provenientes del cuarto de Jimin. Su puerta no estaba cerrada, de hecho ni si quiera estaba junta.

Supongo que como a esa hora no solía haber nadie en casa, él no se había dado la molestia de cerrar la puerta.

Me asomé solo un poco y divisé a la chica de hace unos días, la rubia. Estaba sentada sobre la cama de Jimin. Pero lo que llamó mi atención fue lo que llevaba puesto.

Mi cuerpo se movió por mente propia y se colocó justo en el marco de la puerta. De inmediato Jimin quien se encontraba rebuscando ropa entre toda su basura, notó mi presencia y se quedó mirándome.

—Sal de mi cuarto—dijo serio.

La rubia volteó a mirarme.

Mi vista no se apartaba del atuendo de la chica.

— ¿Esa es mi camiseta? —señalé a lo que llevaba puesto la rubia.

Jimin sabía perfectamente a lo que me refería.

—No, es mí camiseta—respondió él mientras la chica continuaba muda.

— Tú me la diste a mí—dije seria.

Aquella camisa, me la solía poner cuando dormía en el cuarto de Jimin. Después de estudiar juntos, siempre me daba flojera regresar a mi habitación a cambiarme, así que él me regaló esa camisa para evitarme todo el ajetreo.

— Pues ahora es de ella—dijo y sin si quiera mirarme se aproximó a la puerta para cerrarla en mi cara.

Pero lo detuve colocando mi mano y haciendo resistencia.

La chica seguía ahí muy cómoda con mi camiseta y prácticamente recostada sobre la cama de Jimin. Me miraba como si yo estuviera loca.

La sangre empezó a hervirme.

Empujé fuerte la puerta abriéndola de par en par y haciendo a Jimin retroceder. Me adentré en la habitación y me paré justo en frente de la mocosa esa.

—Quítatela—ordené.

Ella soltó una risita y rodeó los ojos. Se puso de pie de inmediato y a pesar de que esta vez no traía sus tacones gigantes, me ganaba en altura por unos centímetros. Cruzó sus brazos y acercó su rostro al mío.

— No —dijo la perra.

Sentí después de semanas la mano de Jimin coger mi muñeca. — Oye cálmate— escuché su voz atrás mío.

Me solté con ira de su agarre y apreté mis dientes con fuerza. En serio estaba furiosa.

— QUI – TA- TE- LA —ordené.

La chica soltó una carcajada y fue esa la gota que rebalsó mi paciencia. 

Con mis propias manos tomé la camisa y empecé a desabotonarla, cosa que no le gustó para nada a la rubia e inmediatamente empezamos a forcejear.

— BASTA—gritó Jimin tratando de colocarse en medio de ambas lo cual fue inútil pues estaba utilizando todas mis fuerzas al igual que la flacuchenta esa.

La rubia sujetó un mechón de mi cabello y empezó a tirar de el fuerte para que la soltara, lo que me hizo enojar aún más.

Tomé su teñido cabello y jalé lo más fuerte posible haciéndola arrodillarse en el suelo. En serio quería matarla.

— ¡Dile a la celosa de tu hermana que me suelte! — exclamó ella.

— ¡No soy su hermana! —grité.

Jimin tomaba mi mano y trataba de hacerme soltar las greñas de la chica pero no lo lograba, no la iba a soltar hasta que se quitara mi camisa.

— ¿Jimin es mío entiendes? ¡MÍO! —.

El cuarto quedó en extremo silencio después de aquella oración.

No podía creer que de mis labios habían salido aquellas palabras.

Jimin me soltó y se quedó mirándome.

La vergüenza me invadió completa y lentamente solté el cabello de la rubia, liberándola de mi agarre. Ella se puso de pie y ví como terminó de desabotonar la camisa y se la quitó para luego aventármela en la cara.

— Estás loca perra— dijo ella y salió de la habitación tan solo en ropa interior.

Ahora comprendo que la mochila que había en la entrada era obviamente de ella. Me imagino que ahí traía algo de ropa.

Después de un largo minuto en silencio, se oyó la puerta de la casa azotarse. Se había ido.

Me agaché para recoger mi camisa pero no tuve fuerzas para levantarme, me quedé ahí arrodillada en el piso y con la cabeza agachada.

Empecé a llorar de un momento a otro.

Las lágrimas caían sobre la camiseta.

— ¿Estas llorando? —preguntó el idiota de Jimin.

No estaba segura del por qué. Habían demasiadas razones, pero la más segura y la que más me costaba admitir eran los celos.

Estaba furiosa con Jimin por haberme ignorado casi un mes, por haberme tratado tan mal y por haberse olvidado de mí.

Detestaba el haberlo visto con tantas chicas lindas. Y haberlo visto reír con ellas, mientras que conmigo solo se dignaba a renegar.

Pero esta vez al ver a esa chica con la camisa de Jimin, no pude soportar más.

Quería esa camisa solo para mí, porque solo YO podía dormir junto a Jimin, solo YO podía echarme en su cama.

Era mi mejor amigo. Mi camisa. Mi Jimin... y lo quería de vuelta.

Levanté mi rostro todo rojo e hinchando y con lágrimas en las mejillas lo miré furiosa. — SI ESTOY LLORANDO TONTO— grité.

Su cara cambió al verme así. Aquella expresión de seriedad e indiferencia desapareció para mostrarme por fin después de mucho a un Jimin preocupado.

— No no no, pequeña, no llores—dijo el nervioso. Se agachó rápidamente y se arrodilló frente a mí.

Hace mucho que no lo escuchaba llamarme pequeña. Exactamente desde ese día que habíamos hablado en ese mismo lugar después de la fiesta.

— No soy pequeña—renegué.

Estaba feliz de haberlo oído llamarme así, pero seguía molesta.

— Si eres, eres mi pequeña—.

Miré a los ojos a Jimin y recordé lo mucho que me gustaban. A pesar de ser yo quien lloraba, eran sus ojos los cuales brillaban.

Mis labios inferiores temblaban levemente por mi llanto y me sentía tan cálida al estar junto a él. Empecé a llorar más de la cólera. ¿Cómo había aguantado tanto tiempo sin Jimin a mi lado?

Jimin colocó su mano en mi nuca y me atrajo a su pecho para luego envolverme con sus brazos.

No dudé ni un momento en corresponderle el abrazo. Extrañaba demasiado estar a su lado.

— Eres mío —susurré en su pecho.

No sé qué cosas estaba diciendo, pero solo esa oración pasaba por mi cabeza.

— ¿Escuchaste? Park Jimin, eres mío— repetí y lo abracé más fuerte. Pude sentir su aroma y la colonia que el siempre usaba. Era nostálgico.

Sentí un poco más de presión en el abrazo de Jimin y fue cuando escuché su voz que me recién me pude calmar.

— Solo tuyo—dijo en mi oído.

¿Mi novio ó mejor amigo? ~Jimin, Jungkook y Tu~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora