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Sentirse enfermo es poco para decir por la forma en la que su cuerpo le hace retorcerse de un sentimiento que alguna vez experimentó como algo más que bueno; deseo.

Sin embargo, ahora se ahoga en ese deseo enfermo, mezclándose violentamente con los recuerdos del revolver siendo disparado con sus propios dedos, con el sonido hueco del cuerpo de su mejor amigo cayendo sin vida casi al instante, un par de segundos en los que él le mira con arrepentimiento.

La burda escena mezclada con deseo le hace sentirse sucio, culpable por su naturaleza que volvía locos a los alfas.

Con dificultad golpea la puerta de su casa (espera que sea la suya, está tan desorientado), siente que todo el mundo le mira, que todo el maldito mundo huele cómo se lubrica entre sus piernas y su cuerpo pide por ser tomado de una maldita vez.

Él sabe... que todos saben.

Se odia tanto.

Se odia por quitarle la vida a su mejor amigo, por haber intentado razonar con él, por haber salido ese maldito día de su casa, por haber despertado feliz esa mañana tan calurosa.

Los espasmos en el vientre bajo son dolorosos, la sensación de su cuerpo lubricando y humedeciendo su ropa interior es tan vergonzosa. Odia su naturaleza, porque los omegas siempre estuvieron al final de la cadena alimenticia, porque son descartables y sabe que en un juicio lo enviarán a las cárceles mixtas, porque los jueces eran alfas, y buscarían que los criminales acabaran con su vida.

Se retuerce de dolor y jadea por las sensaciones nuevas de deseo que pulsan tan fuerte, por la reacción acalorada de todo su sistema intentando atraer algún alfa que lo apareara.

Era el despertar de su instinto, de ese lado que tanto aborrece.

—¡Mamá!

Grita retorciéndose ante esa necesidad aplastante de su anatomía preparándose para ese algo que él jamás quiso.

La puerta se abre de sopetón y él, que se apoyaba en ella, termina cayendo de espaldas en el frío piso de su casa.

Y es reconfortante, sentir el aroma a su hogar. Su madre olía a su hogar, no era su casa que antes olía sólo a una casa normal, o a los ambientadores de flores que su madre solía poner siempre.

—¡Cariño!

La calentura es insoportable, su presión sube junto a su temperatura y cae en la inconsciencia soltando el arma que traía en sus bolsillos.

Y es cuando su madre lo toma en sus brazos y se obliga a reaccionar a pesar de ver el revolver caer en su piso, y notar que la camisera de su hijo tenía manchas de sangre, inclusive su rostro.

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Escucha la voz de su madre a lo lejos y, a medida que vuelve en sí, puede distinguir los gritos en su sala.

El calor es insoportable, pero frío de las bolsas de hielo que tiene dentro de la bañera hacen que el incendio en su interior sea un poco más llevadero. Decían que el primer calor era un infierno. Ahora entendía y cierra los ojos agradeciendo el cuidado de su madre.

Cuando cree tener fuerzas suficientes, se levanta y cubre su desnudez con un viejo albornoz que su padre le hubo obsequiado hacía ya tantos años. Aun escucha las voces, no está sola.

Y puede oler un alfa.

Rápidamente se tapa la nariz, pero sus sentidos reaccionan y su cuerpo se enciende llamando al alfa que está en su sala, y agradece tener las piernas débiles y no poder caminar un par de pasos hacia la puerta en busca de un destino que ni siquiera quiere.

Y ahora entiende...

—Minho, debes marcharte, no creo poder manejarlos si es que ustedes...

—Jamás le pondría un dedo encima, señora Lee —distingue el tono suplicante—, sólo quiero ayudar y ver si está herido.

—¡Son instintos! ¡No podrás contra ellos!

—¡Nunca le haría daño!

—Necesitas calmarte, Minho, por favor. Por ahora sólo vete, iré a buscarte cuando él no esté tan mal.

Taemin sabe que pone en riesgo su salud, pero con la poca fuerza que tiene prefiere meterse a la bañera llena de bolsas de hielos. Sabe que es menos peor que provocar el asalto de Minho, porque no está en sus cabales y su mente se llena de deseos estúpidos que hace a su cuerpo retorcerse por ir a buscarle. Algo que en sus cinco sentidos jamás haría.

Escucha un par de gritos más y el sonido de la puerta de su casa cerrar con algo de violencia.

Y en un par de segundos escucha pasos corriendo hacia el cuarto de baño; era ella. Ahora podía sentirla de otro modo, el aroma suyo era único al punto de recordar su niñez y lo reconfortantes que son sus caricias cuando intenta apartar sus cabellos que se pegan a su frente.

—Lo maté —y es cuando se quiebra entre la revolución de hormonas que le hacen doler hasta el alma por lo acontecido, y a la vez tan bien porque su progenitora lo cuidaría sin importar qué—. Él quiso... yo no quería...

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¡Hola Gente! Muchas gracias porsu apoyo <3 me disculpo de antemano por los errores ortográficos y todo lo malo que le hallen.

Espero que este capitulo despierte más su intriga ;)

¿cuál será el papel de Minho en esta trama?

¿quienes pensaron que Minho era el amigo a quien Tae disparó?

Tengan un lindo inicio de semana <3

CulpableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora