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Cuando despierta su madre le explica que vino un doctor a revisarlo porque perdió el conocimiento y ahora su aroma post calor era tan leve, tan tímido como si no quisiera que nadie se enterara de que era un omega.
Él no quería saber más de calores, ojalá nunca volvieran.
Había pasado casi un día. La luz del sol bañando el piso de la sala se lo dice.
Es tan repentino cuando escucha su móvil sonar insistente y en la pantalla ve la foto de su mejor amigo sonriendo como idiota, pero sabe que no es él, no era Son; era el padre de su mejor amigo.
Es triste. Siente que no tiene perdón, ni aunque fuera en defensa propia. Porque cuando ve aparecer de nueva cuenta la foto y escucha el ridículo tono de una canción pop, siente que su amigo está vivo, que nada de eso ocurrió. Pero sabe que no es así cuando ve el arma en la esa del centro de la pequeña sala.
—No te darán la sentencia mínima —objeta Minho mirándole con pesar mientras sostenía café atado en un pañuelo cerca de su nariz—. Los jueces son alfas y te querrán muerto para ese mismo día.
Minho era su vecino, trabajaba en el ayuntamiento, era secretario de alguna cosa que tenía que ver con leyes. Qué sabía de él, que era el hijo de la vecina, que le llevaba por como quince años (si no es que más) y ahora le miraba con ojos que jamás antes vio en él.
Bueno, sus madres eran amigas y vecinas, vivían en ese antiguo edificio por casi dos décadas.
Ahora que su realidad era diferente, todo cobraba un sentido diferente, hasta el aroma de Minho que le hace pensar en esos días cuando su madre solía estar tan ocupada que era Minho quien le llevaba a la parada de buses y también le recogía. Siente como si estuviera en esos días cuando Minho solía enseñarle un par de golpes para defenderse de los bravucones, mientras esperaban el bus.
Días que había olvidado.
—¿En qué pensaste para salir en ese estado? —exige su madre mirándole con una preocupación y Taemin baja la mirada, porque siente que le puso como treinta años encima de preocupación en tan sólo una noche.
—Cuando desperté creí que se trataba de un resfrío y por eso tenía la temperatura alta, por eso decidí salir y fui a visitarle, no creí que fuera algo importante —era cierto, no tenía por qué mentir, era su mejor amigo, jamás se le habría pasado por la mente el seducirle o pasar ese maldito celo con él.
No era una maldita invitación. Que es lo que seguro los jueces dirían de él, como lo dijeron en el pasado de muchos omegas.
—Sabes del peligro que corrías y aun así...
La ve frustrada, y ve que ella mira a Minho con preocupación, esperando que estuviera pensando en algún tipo de solución. Minho a veces le ayudaba en algunas cosas domésticas a su madre, como mover muebles cada fin de año en el día de a limpieza general, cuando su madre invitaba a la madre de Minho a almorzar.
Ella confía ciegamente en él.
Taemin nunca vio a Minho como una posible pareja, nunca fueron del todo amigos, pero jamás le dijo que no. Le gustaba cuando flirteaba y le hacía cumplidos estúpidos, incluso cuando llegaba cansado de sus clases de gastronomía y hasta su pelo olía a comida, él solía decirle que le encantaría cocinarle la cena, alguna vez, si es que le interesaba.
Nunca le interesó.
—No soy tu abogado, no podré serlo porque trabajo en el ayuntamiento, pero si dices la verdad quizá pueda encontrar una forma de ayudarte.
Minho y él no eran tan amigos, pero tampoco nada. Convivían, pero las intenciones eternas de Minho nunca les dieron paso a poder tener algún tipo de amistad. Minho siempre tenía claras las cosas, y él solo buscaba flirtear para divertirse cuando Minho intentaba utilizar técnicas de seducción de segunda; tan sólo para terminar cerrándole la puerta en la cara.
En ese momento su mente no sabe si concentrarse en las sensaciones y recuerdos que el aroma de Minho provocan en él, o en que estaba apunto de perder su libertad (y por qué no su vida) por siempre.
—No lo supe —suspira cansado, odiándose a sí mismo, bajando la mirada al piso, avergonzado y era una conducta tan sumisa de los omegas que ahora odia—. Sólo cuando llegué a su casa y de repente me dijo que estaba celoso de Minho, porque mamá confía en ti —Mira a Minho que levanta una ceja expectante por lo que escucha— y prefiere que seas tú quien vaya a esperarme en la parada de autobuses, que seas quien nos acompañe siempre que necesitamos de alguien —recuerda el momento, cuando Son de pronto sólo se acercaba mientras le apuntaba con el dedo, mirándole de una forma que nunca antes vio, como si quisiera poseerle y estuviera ahogándose en celos; tan rabioso y fuera de sí—. Estaba celoso, pero nunca lo dijo, hasta que perdió el control e intentó reducirme... él me atacó.
Minho frunce el ceño, esperando a que continuara.
—Recordé todo lo que me enseñaste para defenderme, pero todo es tan confuso ahora —las lágrimas simplemente caen y se derrumba al recordar cómo es que todo pasó—. Cuando apenas pude defenderme y no dejar que me quite la ropa, recordé, que él tenía un arma en su escritorio, su padre le había dejado para que se defendiera desde niño, porque no tenía tiempo para estar con él —y eran cosas que nadie más que él sabía, era su mejor amigo, y cuando los instintos gobernaron uno atacó y el otro se defendió—. Estaba desesperado, fue en defensa propia, no quise, yo sólo tomé el arma y creí que sería suficiente con amenazarle, pero nunca se detuvo. Son quería...
Taemin agradece el toque gentil de las manos de su madre que suspira y llora con él. De todos modos, cuando nació su padre supo que sería omega —por instinto decía— decidió dejarlos, y cada un par de años volvía a obsequiarle algo en sus cumpleaños. Minho fue de lejos la única figura alfa que desde pequeño lo impregnaba con su olor (sin saberlo), de ese modo nadie supo que estaba solo y que vivía sólo con una mujer omega. Su madre siempre se lo decía, por eso Minho siempre pasaba a tomar el desayuno o la cena a su casa, pero él no entendía. Nunca le importó.
Ahora entendía.
Son había olido a Minho sobre él, eso había detonado los celos y estuvo a punto de tomarle y matarle, quién sabe.
Tampoco era culpa de Minho, todo lo ocurrido fue culpa de sí mismo, de la naturaleza a la que fue condenado.
Las lágrimas se detienen y se sobresalta cuando escucha golpes fuertes en la puerta de su casa.
—¡Tú estabas con mi hijo! —gritó el hombre cuya voz reconoció al instante— ¡Asesino! ¡Tengo testigos!
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¿¡Qué creen que pasara!?
Hola gente ¿cómo estan? espero que bien, abriguense mucho si es que donde viven es invierno, aquí me estoy volviendo un cubito de hielo :''v
¡Gracias por todo su apoyo! Y mil disculpas por la tardanza.
¡Besos!
Nos leemos pronto ;)
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Culpable
FanfictionCuando el instinto gobierna no hay lugar para el arrepentimiento. 2min.